21 de noviembre de 2018
BOLSONARO
Blog Contra-Revolucionario
martes, 20 de noviembre de 2018
El
recientemente elegido presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, fue miembro del
parlamento brasileño durante muchos años y allí se dio a conocer, pero nunca
tuvo mayor destaque, ni un liderazgo significativo. Cuando se lanzó como
candidato presidencial, no tenía partido político, ni tenía dinero y ningún
medio de comunicación le respaldó.
Sin embargo, ésta no fue la mayor
dificultad. Mucho peor fue que por causa de sus ideas le persiguieron,
difamaron, calumniaron y ridiculizaron. Sin la menor consideración, fue
calificado con los términos más despectivos, como fascista, nazi, extremista,
fanático, dictador, y muchas otras acusaciones gratuitas e infundadas. Cuando
trataba de explicar los principios de su campaña presidencial, todos los
medios, como si hubiesen hecho un pacto secreto de difamación entre ellos, lo
desacreditaban acusándolo de ser contra las mujeres, contra los negros, contra
los indios, contra los pobres, contra los comunistas, contra los inmigrantes,
contra la libertad de expresión y muchos otros disparates. Los periódicos,
cadenas de televisión, emisoras de radio, no solo en Brasil, sino en toda
Iberoamérica, Estados Unidos y Europa, repitieron al igual que siguen
haciéndolo una y otra vez la misma cantinela mentirosa, con evidente
sectarismo.
¿Cuál fue entonces el motivo que le
catapultó al triunfo?
En primer lugar, la debacle
socialista del Partido de los Trabajadores, que durante más de 20 años destruyó
la economía brasileña, creando una espiral de corrupción y de saqueo
sistemático de los bienes del Estado, que llevaron al país a la crisis
económica más grave de toda su historia. Dos mandatos presidenciales del
socialista Cardozo, otros dos de Lula, y uno de Roussef, fueron suficientes
para poner en crisis el aparato productivo.
También la corrupción pasó su factura
pues el pueblo inteligente e intuitivo se escandalizó con los desmanes de todos
los que gobernaban. Un gran movimiento restaurador inundó las calles de todo el
país, exigiendo el castigo y la cárcel para Lula y sus secuaces, responsables
de semejante desastre. Entonces, la figura salvadora de Bolsonaro creció como
la espuma, pues prometió un cambio radical de rumbo para salvar al Brasil.
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