10 de noviembre de 2015
“En La Zarzuela había micrófonos hasta en el retrete”
EL PAIS - LUIS GÓMEZ / JUAN CARLOS BLANCO Madrid 10 NOV 2015 - 12:25 CET
Si la biografía de un inventor debe limitarse a la oscura labor en el laboratorio, no es el caso de Juan de la Cierva y Hoces, sobrino del inventor del autogiro y digno continuador de su obra. Algunas sustanciosas patentes contemplan su carrera, incluso el mérito de ser el primer español en recibir un Óscar de Hollywood (1970), pero también una trayectoria vital fuera de lo común, entre proyectos con armamento sofisticado para los ejércitos de España y Estados Unidos, aventuras empresariales y su discretísimo papel al lado del Rey Juan Carlos en una etapa crucial durante el inicio de su reinado, cuando se ocupó del sistema de seguridad de La Zarzuela y de La Moncloa. De la Cierva conserva secretos que nunca contará. Algunos tendrán que ver con sus inventos. Otros, con sus experiencias.
Como su cerebro no descansa, Juan de la Cierva y Hoces decidió hace unos años trasladar su domicilio a una residencia, "donde no tengo que ocuparme de nada", que es una forma de aplicar la lógica cartesiana a la vida cotidiana. Dotado de una elevada estatura (1,84 metros) para un hombre de 86 años, se desplaza con elegante parsimonia apoyado en un delgado bastón. Su vida se restringe a una habitación de apenas diez metros cuadrados, donde trabaja con tres ordenadores (dos de ellos portátiles) y se ocupa en el diseño de un telesilla. Parece muy poca cosa para quien ha inventado armas de guerra, estabilizadores de cámaras de cine, totalizadores de apuestas; según su propio testimonio, tiene 48 patentes "y otras 8 o 10 que el Departamento de Defensa no permitía patentar".
La explicación que ofrece Juan De la Cierva sobre su fuga de España y el abandono de su empresa es muy sorprendente: "En aquella época se iban a celebrar las primeras elecciones sindicales. Reuní a los ingenieros y les dije que no quería sindicatos comunistas o socialistas en mi empresa, pero las elecciones se celebraron y ganó CC OO, así que me fui. Los dejé tirados, sí".
Su hermano Ricardo de la Cierva concedió en junio de 1979 una entrevista a Interviú. El periodista le pregunta si el affaire de su hermano fue la razón de que Adolfo Suárez no le nombrara ministro. “Puede que sí, no lo se ciertamente. Yo lo que creo es que el último ofrecimiento (...) me llega de Suárez el mismo día que estalló lo de mi hermano, (…) unos hechos que no son más que un simple fracaso financiero”. Negó que su hermano se llevara consigo secretos militares y admitió que fue Juan de la Cierva quien había montado los sistemas de seguridad de La Zarzuela y La Moncloa.
Los 193 trabajadores de Electroóptica emprendieron acciones judiciales. La empresa no había abonado la Seguridad Social de sus trabajadores y acumulaba cuantiosas pérdidas. “Era más un inventor que un gestor”, reconoce un antiguo trabajador. “En su tarjeta de visita, no ponía su cargo como presidente. Ponía inventor”.
Su invento favorito es el Dynalens, un estabilizador óptico que permitía tomar imágenes en movimiento con precisión. Se le ocurrió porque le gustaba grabar con tomavistas a sus hijos haciendo esquí acuático desde su barco. Gracias a él ganó el primer Oscar español, pero el invento tenía enormes posibilidades de aplicación en la industria de defensa, en sistemas de tiro y bombardeo.
Quizás la parte más sustanciosa de su carrera pueda situarse entre los años 1975 y 1979. Juan de la Cierva es un inventor reconocido, ha ganado dinero en Estados Unidos y funda en España una ambiciosa empresa denominada Electroóptica Juan de la Cierva. Contrata a ingenieros, físicos y personal muy cualificado. Tenía 193 empleados y un nivel tecnológico sin igual en la época. Algunos de sus trabajadores son hoy en día altos cargos en entidades nacionales y extranjeras. Uno de sus proyectos más exitosos fue el totalizador que regulaba las apuestas hípicas evitando el fraude. Tuvo gran éxito en EE UU. "Me resultaba llamativo el escepticismo de los aduaneros americanos cuando nos preguntaban a unos españoles cómo es que íbamos a instalar nuestros ordenadores en empresas americanas. Era difícil de creer, pero es que nuestra tecnología era puntera", recuerda un ingeniero. empresa.
Electroóptica tenía contratos con el ejército español: el más importante era el proyecto Meroka, un cañón antimisiles muy eficaz, que todavía sigue instalado en fragatas de la Armada de la clase F-80 y las llevó el portaaviones Príncipe de Asturias, como constatan fuentes de Defensa.
En 1979, Juan de la Cierva desaparece de España. Se fugó a Estados Unidos. Pretextó que viajaba para cobrar 14 millones de pesetas que le adeudaba un hipódromo y no regresó. Se publicó que antes microfilmó todos los documentos de su empresa y los depositó en un banco americano.
Antes de huir de España, De la Cierva era algo más que un inventor. Su proximidad a Don Juan Carlos de Borbón le había obligado a desempeñar tareas muy delicadas. Una de ellas fue diseñar un sistema de comunicaciones para el entonces Príncipe de España. De la Cierva es quien cede su casa para que allí el futuro Rey pueda realizar llamadas telefónicas seguras. "Acompañaba a Juan Carlos en moto. Salíamos por una puerta trasera y nos íbamos a mi casa cerca del pantano. Allí podía telefonear con tranquilidad".
El palacio de La Zarzuela no era un lugar seguro en sus comunicaciones. Recibe el encargo de trasladarse a Estados Unidos para adquirir un prototipo especial de scanner capaz de hacer barridos y detectar micrófonos. "En La Zarzuela había micrófonos hasta en el retrete", dice. La investigación de la señal de esos aparatos propició una gran sorpresa: "¡La señal llegaba hasta el despacho del Marqués de Villaverde!".
Muy poca gente conoció esta otra faceta de Juan de la Cierva y entre ellos el periodista Gregorio Morán, quien en su libro El precio de la Transición cita su intervención y alude a la obsesión que tenía Adolfo Suárez por grabar las conversaciones y pinchar los teléfonos de La Moncloa. De la Cierva reconoce también que llegó a escanear dicho recinto.
De su actividad en Estados Unidos hasta su posterior regreso en 1997 no hay referencias. ¿Trabajó para el Departamento de Defensa americano? Él mismo mantiene el secreto sobre esas actividades. "Ni siquiera ahora puedo hablar de lo que he trabajado ni de los proyectos en los que he intervenido. Sigue siendo secreto".
Juan de la Cierva regresó a España, donde falleció su mujer. Elige una vida más discreta. Apenas interviene en alguna conferencia y concede entrevistas, pero estos episodios quedan al margen de cualquier interrogatorio. Y disfruta de 10 nietos y dos bisnietos.
Libre de equipaje, deja correr su mente. Sus manos actúan en el ordenador con naturalidad impropia en alguien de 86 años. El tiempo ha obrado el destilado: ahora el hombre solo es inventor.
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