23 de noviembre de 2015
Dimitri de Yugoslavia: «La gente quiere que sus reinas sean guapas, luzcan joyas y sean trágicas»
Gente&Estilo - Gente
Es el joyero oficial de la realeza europea
El Príncipe Dimitri de Yugoslavia estudió Derecho en París y trabajó en Wall Street, pero desde muy pequeño supo que las joyas eran lo suyo.«Cuando era un niño jugaba con las esmeraldas de mi madre y de mi abuela. Podía pasar horas mirándolas y acariciándolas... esas piedras tenían una energía fascinante», recuerda el hijo mayor de Alejandro de Yugoslavia y de María Pía de Saboya. «Entonces no sabía que lo que tenía entre manos eran joyas reales, tardé en descubrir el privilegio del que solo yo gozaba», añade en conversación telefónica desde su taller en Nueva York.
Privilegiada es una palabra adecuada para describir la infancia de Dimitri, nieto de Umberto II de Italia y de María José de los Belgas. Sus padres, ambos exiliados, se conocieron en 1954 durante la legendaria travesía organizada por la Reina Federica en el yate Agamenon, la misma en la que se fraguó el romance de los entonces Príncipes Juan Carlos de España y Sofía de Grecia. Tras su boda en Cascais, los Yugoslavia se instalaron en Versalles, a las afueras de la capital francesa, donde tuvieron a sus cuatro hijos, dos parejas de gemelos: Dimitri y Miguel, y Sergio y Elena. El château de Luis XIV fue el telón de fondo de la acomodada niñez de Dimitri, y el hameau de la Reina María Antonieta, su patio de juego. «Haberme criado allí me ayudó a educar el ojo para apreciar la belleza y las proporciones de las cosas», dice el joyero.
Ahora, la realeza de todo el mundo llama a la puerta de su taller en el Midtown neoyorquino en busca de sus creaciones: gemas únicas que revelan el gusto exquisito de este artesano de sangre azul que se define a sí mismo como un hombre «renacentista». «No recuerdo quién fue mi primer cliente porque comencé a diseñar en 1999. Pero seguramente fue algún pariente, tengo muchos familiares muy fieles a mi firma», reconoce. Entre ellos: Don Felipe y Doña Letizia, la propia María Pía de Saboya y, según algunos medios de comunicación, otros «royals» de la talla del Rey emérito Juan Carlos.«También tengo clientas de Oriente Medio, Asia y Sudamérica, pero la mayor parte son europeas y americanas. No vendo mis creaciones fuera de mi taller», aclara.
Tampoco lo necesita. Los royals y celebrities como Carolina Herrera o Marisa Berenson van a él. Después de todo, el Príncipe Dimitri está emparentado con toda la realeza europea, aunque admite que su vínculo con la Familia Real española es especial. «Mi madre creció en Estoril con Don Juan Carlos. Así que se dio de manera natural que creciéramos conociéndonos los unos a los otros. Y así seguimos, juntos. Hace un par de semanas mi tía Sofía estuvo en Nueva York para recoger un premio y tuve la oportunidad de estar con ella. Siempre hemos estado muy unidos», revela. Le pregunto si ahora la Reina emérita está más relajada. «Siempre lo ha estado. Se siente cómoda con todo el mundo y hace sentir cómodo a todo el mundo. En eso consiste ser una buena Reina y ella es la mejor», responde.
Las piezas firmadas por Dimitri acompañan a muchas testas coronadas en sus viajes y actos oficiales. Don Felipe, por ejemplo, suele utilizar unos gemelos que le regaló su primo. «Tiene muy buen gusto para las joyas. Le conozco desde pequeño y tiene un ojo parecido al mío, le gustan las piezas de estética depurada y sencilla. Es curioso, pero muchos hombres de nuestra familia tienen un sentido innato de la belleza y saben cómo hacer que sus mujeres luzcan más bellas», explica. Su abuelo Umberto II diseñaba joyas para su mujer y Pablo de Yugoslavia también creaba piezas para el joyero de su consorte, Olga de Grecia y Dinamarca.
En una de sus visitas al taller neoyorquino de Dimitri, Felipe VI adquirió para Doña Letizia unos pendientes de perlas y brillantes de una colección no muy costosa. «De eso ha pasado mucho tiempo. Era el año 2005 y el entonces Príncipe de Asturias estaba de viaje en Manhattan y vino a ver mi trabajo. Luego Letizia los vio y le encantaron», recuerda. «Son únicos porque solo existe ese par. Curiosamente es una de mis obras favoritas, de una colección que hice con piezas no muy caras. Son juveniles, elegantes y frescos, y están inspirados en la Estrella Polar, la estrella de cuatro puntas que guía a los marineros en la noche. Me gusta que mis piezas cuenten una historia, que encierren algún secreto...».
Hablando de secretos, le pregunto casi sottovoce si Doña Letizia sabe llevar bien las tiaras. «¡Como ella no hay ninguna!», responde tajante. «El secreto para lucir bien una tiara es tener un buen peluquero porque tienes que asegurarte que el tocado no se caiga y que se luzca. A la Reina de España le sientan de maravilla y además tiene una colección fabulosa. Aunque me encantaría crear una para ella», admite.
Con tantas piezas históricas en los joyeros reales, y en los tiempos de austeridad que corren en Europa, es difícil imaginar a las Familias Reales comprando nuevas gemas. «Nadie necesita joyas, la necesidad solo se aplica a los alimentos. Pero los reyes siempre han sido mecenas de las artes y han apoyado a los artistas y artesanos. Y deberían continuar esa tradición... y algunos lo hacen. He visto a muchos parientes luciendo joyas nuevas», confiesa.
Y, ¿quién las lleva mejor? «Diría que la Reina de Holanda, la Reina de Inglaterra, la Reina de Suecia y las dos Reinas de España están en el top ten. Sus joyas son fantásticas, y ellas hacen tan bien su trabajo que es difícil elegir solo a una. Una Reina histórica sería sin duda Alejandra de Rusia, la última zarina. Tuvo el mejor joyero del mundo y un estilo incomparable. Y además tenía ese aura trágico que la hace mítica». Quién iba a decir que la tragedia fuera un plus en materia de elegancia. «Alguna vez leí que la gente quiere que sus reinas sean guapas, luzcan joyas bellas y sean trágicas. Eso les da un aura excepcional». Soberanas del mundo, tomad nota.
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