11 de agosto de 2015
Podemos busca cómo librarse de la etiqueta de la izquierda para crecer
el pais - FRANCESCO MANETTO Madrid 8 AGO 2015 - 22:41 CEST2699
Pablo Iglesias se enfrenta al desgaste de Podemos en las encuestas en el momento más decisivo de la cuenta atrás para las elecciones catalanas del 27-S y las generales previstas para otoño. El secretario general de la formación se ve abocado a buscar la fórmula para frenar la tendencia a la baja que certifican los sondeos desde enero y, a la vez, gestionar varios frentes abiertos. Lo urgente será medir la viabilidad de su proyecto en un clima en el que el mensaje de la transversalidad parece superado. Podemos, identificado por los votantes con la izquierda, debe volver a reafirmarse. El programa será el primer paso.
Podemos ha vuelto, según el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) publicado esta semana, a un porcentaje de estimación de voto muy parecido al de hace un año: 15,7% frente al 15,3%. Las matizaciones de los dirigentes, expertos en el análisis de estudios de opinión, se parecen a las de agosto de 2014 y se resumen en: máxima prudencia, las encuestas envejecen rápido. La diferencia más notable es la tendencia, ya que entonces el partido subía y ahora se encuentra en una fase de ligero y constante descenso.
¿Podemos está en condiciones de entenderse con Esquerra Republicana? Sus líderes nacionales, con Pablo Iglesias a la cabeza, han apoyado desde el nacimiento de la formación una fórmula indefinida de “derecho a decidir”. Pero la mayoría se ha mostrado contraria a la independencia de Cataluña. Pero candidato de la candidatura integrada por Podemos, ICV y EUiA, Catalunya Sí que es pot, Lluís Rabell, tiende la mano a ERC y CUP para formar una mayoría de izquierdas después del 27-S. Ambas formaciones “deberán escoger” tras esas elecciones entre hacer presidente a Artur Mas o permitir una “mayoría social de izquierdas” liderada por su candidatura.
En una entrevista a Efe, Lluís Rabell considera que tanto ERC como el candidato de Junts pel Sí, el exeurodiputado de ICV Raül Romeva, han hecho una “apuesta equivocada” al formar parte de una lista unitaria diseñada, a su juicio, para “esconder” a una “fuerza desgastada” como Convergència Democràtica de Cataluya y al presidente de la Generalitat.
Para Rabell, CDC ha aprovechado la “buena voluntad de mucha gente” para evitar presentarse “a rostro descubierto” y está usando una “aspiración legítima para intentar recuperar el Govern, sin someterse al balance de su política ni explicitar su programa”, ocultándose tras figuras de la sociedad civil, que tras las elecciones “no gobernarán”.
Esta circunstancia choca con las aspiraciones iniciales de los estrategas del partido, que buscaban ocupar el espacio político del PSOE. “La opción de la transversalidad ha quedado superada". Podemos es, por tanto, "izquierda”, señala el politólogo Pablo Simón, profesor de la Universidad Carlos III. Eso, en su opinión, “condiciona el margen de maniobra cara a los pactos”. “Queda claro que Podemos no puede jugar con el no a todo”.
Aunque, según reconocen en el partido, los equilibrios entre responsabilidad institucional y audacia resultan clave, la formación debe volver a reafirmarse, redefinir su proyecto pero siempre con la aspiración de “ganar”, al margen de las etiquetas. “Podemos es la opción que tiene más probabilidades de conseguir un cambio real en las políticas que han llevado al desastre”, afirmó Pablo Echenique, en el pasado encuadrado entre los críticos y ahora fiel a Iglesias, para valorar el CIS. “Confío en que veremos como las encuestas definitivas, que son las urnas, dicen algo muy distinto". En definitiva, "hay partido".
Para Iglesias se trata de remontar la cuesta cuando se multiplican los frentes que, al menos desde un punto simbólico, han afectado negativamente, según los expertos, a la formación: el rescate a Grecia y el pulso entre Alexis Tsipras y el Eurogrupo; los efectos de unas primarias en las que, si bien arrasó con más del 80% de los votos, fueron duramente criticadas y certificaron una caída importante de la participación; las divergencias sobre estrategia electoral, que enfrentan al núcleo duro con un grupo de dirigentes territoriales que en septiembre seguirán presionando para que haya una candidatura de “unidad popular”. La dirección blindó su plan —concurrir en solitario a las generales, con la excepción de alianzas puntuales en Cataluña, Comunidad Valenciana, Galicia y Baleares— con un referéndum interno, pero tanto Alberto Garzón, candidato de IU, como sectores de Podemos confían en que Iglesias e Íñigo Errejón cambien de idea. Cataluña y las elecciones del 27 de septiembre serán el primer banco de prueba. Todos buscarán capitalizar el resultado de la candidatura Catalunya sí que es Pot, integrada por Podemos, ICV y Esquerra Unida. Errejón, secretario de Política y responsable de las campañas de la formación, supervisará la estrategia desde esa comunidad. Y Garzón, por su parte, seguirá buscando una lista de las fuerzas alternativas de la izquierda: “Con un buen resultado sería incomprensible que no se repitiera para las generales”.
Podemos ha rechazado desde sus inicios definir el mapa político en función de las categorías de izquierda y derecha. Aun así, ese discurso, aceptado inicialmente incluso por los cargos procedentes de Izquierda Anticapitalista, ahora empieza a tambalearse. Los votantes, según el CIS, ubican a Podemos en la izquierda ideológica al igual que IU, y lo asocian al PSOE como primera preferencia para una alianza de Gobierno. Es decir, identifican ese proyecto político como una hipotética muleta de los socialistas.
“Creo que la pelea del cambio se gana o pierde en la izquierda, entendida como la entiende la gente. Los próximos años cambian mucho si en 2015 Podemos acaba por delante del PSOE o, al menos, compite, o si se ve obligado a apoyar un gobierno del PSOE desde lejos”, escribe Diego Pacheco, miembro del Consejo Ciudadano de la Comunidad de Madrid y cargo encuadrado entre los críticos.
La elaboración del programa electoral será clave para la definición del proyecto y la movilización de las bases. La dirección del Podemos impulsó en las últimas semanas un proceso participativo de elaboración del programa que ya ha recibido centenares de propuestas y que será el termómetro definitivo, antes de las generales, de la capacidad de implicación de sus bases y círculos. Tras emprender un viaje hacia la moderación y tras sellar pactos autonómicos con el PSOE, Podemos afronta de nuevo el debate sobre su identidad y espíritu fundacional. Iglesias lo dejó claro hace un año, en una conversación con este periódico en Estrasburgo. “Podemos no puede ser un partido más ni perder el factor sorpresa”.
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