Los radicales acampados en Cibeles se mofan de la Policía con el beneplácito de Carmena
Día 13/08/2015 - 12.11h
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Los antisistema han llenado la puerta del Ayuntamiento de dibujos con chistes y burlas contra los agentes y la «Ley Mordaza»
La acampada de Cibeles contra la Ley de Seguridad Ciudadana empieza a consolidarse como parte del paisaje madrileño. Entre la ocupación en la Puerta del Sol y la de las últimas semanas a las puertas del Ayuntamiento, suman más de un mes de protesta. Pero la estampa todavía sorprende a las personas que pasan por allí.
Precisamente la Puerta del Sol fue su primer emplazamiento antes de ser desalojados por la Policía el 25 de julio. Días después de instalarse en la puerta del Palacio de Cibeles el concejal de Seguridad, Javier Barbero, ordenaba la retirada del cartel en el que los indignados insultaban a la Policía a través de las siglas A.C.A.B. («Todos los polis son unos bastardos»). El motivo fueron las insistentes denuncias de los agentes de las que se hizo eco ABC.
Pero otras pancartas han aparecido frente a la diosa Cibeles. Los acampados han llevado a cabo una curiosa iniciativa llamada #DibujandoMordaza donde exponen unas serie de dibujos, chistes y burlas relacionadas con esta ley. Tanto en su blog como en la calle pueden verse estos dibujos donde se suceden las mofas a los policías.
Pero aunque sus chistes son explícitos y ofensivos para algunos, muchos transeúntes siguen sin entender muy bien por qué motivo protestan. «Porque se quedó el banco con la plata, ¿no?», preguntaban dos turistas argentinos tras ver un enorme espejo con las palabras «A ti también te roban». Tanto Osvaldo como su pareja, que vienen a pasar unos días a Madrid, piensan que «no es agradable a la vista, pero aquí se hacen ver».
«Nunca he visto algo así»
Desde otras nacionalidades la opinión es más crítica aún. «Nunca he visto algo así», explicó Femke, una turista belga que añadió que ese tipo de protestas en su país no son algo «normal», algo que secundó James, su pareja, originario de Australia.
Para los turistas italianos no es tan raro ver este tipo de actos. Aunque, como la mayoría, no entienden de qué se quejan, la escena les resulta familiar. «En los sitios más turísticos tenemos gente protestando por el gobierno, por la corrupción política, por las leyes... la diferencia es que allí protestan y se van», ha explicado uno de estos jóvenes a las puertas del Consistorio.
«Da una imagen muy mala a la ciudad», aseguró a ABC Teresa, una vecina de Madrid. «Vivimos de los turistas y esto perjudica la imagen de la capital, sobre todo en estas fechas», añadió. Tanto ella como sus amigas, que se encontraban dando un paseo por la ciudad, explicaron con enfado que el problema no es la reivindicación, «eso lo respetamos», dijo Teresa, sino que se permita tener el «camping» en un lugar tan representativo. «Entiendo que aquí hacen más fuerza pero estarían mejor en Sol», zanjó.
Desde el Ayuntamiento hacen la vista gorda, aunque la acampada sea ilegal. De hecho, la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, dijo que se reuniría con ellos, pero al final les recibirá tras las vacaciones. Incluso, un mando policial prohibió levantar la acampada.
Manifiesto «mordaza»
La llamada «acampada mordaza» lleva ya dieciocho días en Cibeles. Cada día suben a su cuenta de Twitter las necesidades que tienen, que son solventadas con la solidaridad de los vecinos. Entre las peticiones de ayer se encuentran «rotuladores, spray, cuadernos, pegamento y voluntarios para hacer reimpresiones de carteles y dibujos».
Entretato, el asentamiento sigue, poco a poco, creciendo. Ya hay muebles, tarros, alfombras, sillas, palés, escobas y hasta un par de perros. Y también tienen colgado su propio manifiesto en el que explican sus reivindicaciones como la «derogación» de la ley, la «libertad sin cargos para las presas políticas encarceladas en las Operaciones Piñata y Pandora», así como la del radical «Alfon».
Mediante el manifiesto proponen «la desobediencia civil activa» y «difundir permanentemente» la acción, algo que, hoy por hoy, hacen a través de las redes sociales.
Mientras, los transeúntes no saben qué pensar. Una española despistada pregunta «qué pasó el 1 de julio», día en el que entró en vigor la ley. Los comerciantes delos alrededores comentan que a los clientes «no les gusta» y la acampada sigue su curso un día más.
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