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Blog Contra-Revolucionario
martes, 9 de julio de 2019
ELCANO - 10/07/2019
El dictamen de la Real Academia de la Historia hecho público en marzo ha zanjado la polémica con los intentos de algunos revolucionarios portugueses de arrogarse la paternidad de la primera circunnavegación global.
Los documentos y la historiografía han señalado como una empresa plena y exclusivamente española, que partió de Sanlúcar con cinco naves al mando de Fernando de Magallanes y regresó con un único barco, la nave Victoria, con Juan Sebastián Elcano como capitán y tan solo 17 supervivientes más a bordo.
Es únicamente la secuencia de elementos históricos objetivos que determinan y demuestran la españolidad oficial de la mayor gesta marítima y exploradora de la Historia, considerando por tal la expedición que culminó la Primera Vuelta al Mundo.
Los hechos acontecieron así y no son materia opinable. Son históricos, porque hubo testigos y las fuentes están a disposición de quien los quiera verificar, custodiadas en archivos y bibliotecas españolas. Son objetivos, porque pasaron el dictamen de la prueba a cargo de una corporación científica formada por historiadores.
Está claro que el viaje fue una empresa española, de Carlos V, financiada por la Corona y dinero privado. Cuando el rey de Portugal conoció por sus agentes en Sevilla la preparación de la expedición, apostó una escuadra en San Vicente con orden de aniquilarla para que no quedase memoria de ella. De ahí la pérdida de un mes entre la salida de Sevilla y la de Sanlúcar.
No hay duda alguna de que el trascendental viaje intentó ser obstaculizado de todas las maneras posibles por Manuel I de Portugal y sus súbditos, incluso al final, cuando los principios humanitarios deberían haberse impuesto, cuando la agotada “Victoria” hizo su primera escala desde Molucas en la entonces posesión portuguesa de Cabo Verde, con el fin de conseguir provisiones, desesperadamente necesarias, siendo apresados y encarcelados los 13 hombres que fueron a tierra a comprarlas y cuatro naves armadas intentaron dar caza a la nave de Elcano con estrictas órdenes de apresarla, cosa que no lograron. Y eso en un buque que hacía constantemente agua, obligando a sus tripulantes a la ímproba tarea de accionar las bombas para evitar su hundimiento, con el palo trinquete inútil, privando así al buque de casi la mitad de su escuálida dotación.
NACHO ALDAY
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