16 de julio de 2019

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P E R I S C O P I O

Blog Contra-Revolucionario

lunes, 15 de julio de 2019


ARCA – 16/07/2019

Así como no se conoce realmente a Cristo mientras no se conoce su Corazón, el Corazón de Jesús es la mejor perspectiva del Salvador, es la clave del enigma de todas sus misericordias, así también María Santísima sólo será conocida, amada y reinará plenamente en las almas, cuando íntimamente se conozca su Corazón Inmaculado. Él es también la mejor perspectiva de María. A la luz de su Corazón se iluminan las más suaves y deslumbrantes tonalidades de su virginidad sin par, su incomparable dignidad de Madre de Dios, de Esposa del Espíritu Santo, de Hija Predilecta del Altísimo, su tierna solicitud de Madre de los hombres, de Reina de Cielos y Tierra.

Su Corazón es el imán misterioso que nos arrebata los corazones, lo que llevó a San Bernardo a denominarla raptrix cordium, arrebatadora de los corazones. Pero si es por el Corazón que Ella nos conquista a nosotros, es también el arma con que la conquistamos: tocarle en el Corazón es vencerla. ¡Y, misterio profundo, no es otro el cetro con que María impera junto al Altísimo! Mostrar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo su Corazón de Hija, Esposa y Madre es conquistar a Dios, es inclinar a su favor toda la Santísima Trinidad.

De aquí viene que todo lo que se afirma de María Santísima en su misión y misericordia con los individuos, la humanidad y la Iglesia en particular, se debe afirmar con mayor razón de su Corazón Inmaculado.

Por lo tanto, no conoce a María quien no conoce su Corazón y quien conoce ese Corazón posee el mejor conocimiento de María.

No ama a María quien no ama su Corazón y amar el Corazón de María es amarle del mejor modo que Ella desea ser amada. Es en su Corazón que está la razón de todas sus bondades hacia los hombres, es esa la fuerza que nos atrae, cuando a ella acudimos y el bálsamo que nos conforta cuando la imploramos con la certeza de ser socorridos.

Es porque en el pecho de María palpitaba un Corazón tan semejante al suyo, que el Corazón de Jesús a la hora de la muerte en el Calvario nos la dio por Madre: ecce mater y a Ella nos entregó por hijos: ecce filius tuus.

Con toda razón, por tanto, en las horas difíciles en que hoy vivimos, todas nuestras esperanzas de salvación, de triunfos y de paz están colocadas en este Arca de salvación: la Señora de todos los Pueblos.

 NACHO ALDAY  

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