3 de marzo de 2012

En nombre de la productividad

En nombre de la productividad

El abaratamiento del despido permite a las empresas ser más competitivas a costa de los salarios

Numerosas personas hacen cola en una oficina de Lanbide-Inem en Bilbao. / EFE
Las facilidades para utilizar el despido más barato y rebajar salarios en tiempos de crisis, la prioridad dada a los convenios de empresa, incluso las medidas para limitar las bajas médicas o el nuevo esquema de formación. Las principales propuestas de la reforma laboral del Gobierno están cosidas por el mismo hilo invisible, la ganancia de productividad, hacer a la economía más competitiva. La cuestión que queda abierta es si esta es la mejor vía o la única, si el precio a pagar no es excesivo o contraproducente.
Aumentar la productividad, generar más valor añadido y renta con los factores productivos disponibles, es un deseo (casi) unánime entre los expertos. Que la economía española se ha quedado rezagada respecto a la zona euro en los últimos años, es un análisis compartido. Como lo es que eso empuja a graves desequilibrios. Que todo eso se deba al alza excesiva de los salarios, no lo es tanto.
La reforma laboral descansa en la idea de que la rigidez a la baja de los salarios es lo que lleva al despido masivo en tiempo de crisis, pese a que eso suponga perder mano de obra formada. También en que es la alta indemnización por despido lo que explica el abuso de los contratos temporales. Y esa rotación acaba dificultando planificar mejoras organizativas, introducir cambios tecnológicos.
Luis Garicano, de la London School of Economics, comparte el análisis, pero no toda la respuesta que da la reforma. “Creo que habrá mejoras en la productividad, será un mercado más dinámico y más flexible, con menos paro de larga duración. Pero no se hace lo suficiente para acabar con la dualidad entre contratación estable y temporal”, matiza el investigador de la fundación Fedea.
La rebaja del coste del despido centra el análisis de Hipólito Simón, profesor de Economía de la Universidad de Alicante. “Es posible que se dé una mayor contratación estable, debido al significativo acercamiento de los costes de rescisión de los trabajadores temporales e indefinidos y también a los potenciales efectos del nuevo contrato indefinido para pymes y autónomos”, opina. Además de la eventual “reducción de la segmentación en el mercado de trabajo”, Simón también considera positivo para la productividad que la reforma obligue a las empresas “a proporcionar cierta formación a sus trabajadores”.
Otros expertos, como Miguel Ángel García, director del gabinete económico de CC OO, consideran que es en la negociación colectiva donde la reforma tendrá un impacto mayor. “La reforma está apoyada en atribuir al empresario una racionalidad absoluta, de forma que retribuirá los factores de producción de manera eficiente y dedicará la parte necesaria del excedente a la reinversión en su empresa”, explica García, antes de acotar: “La realidad no se ajusta a esa conducta porque buena parte del empresariado español se decanta por proyectos coyunturales apoyados en rápidos beneficios y altos precios, tal y como se ha comprobado en la última etapa expansiva”.
Para el profesor de la Universidad Rey Juan Carlos “la suma de medidas implica una aplicación asimétrica de la flexibilidad interna, con mucha facilidad para rebajar las condiciones en los momentos malos del ciclo y muy difícil de aplicar en los buenos, cuando los trabajadores deberían acceder en sus retribuciones a los beneficios logrados mediante la mejora de la productividad”. El balance final es, a juicio de de Miguel Ángel García, muy negativo.
"La opción elegida debilita seriamente la posibilidad de implicación de los trabajadores en el proyecto empresarial a la vez que, perjudica a los empresarios más innovadores que sufrirán la competencia desleal de todos aquellos que expriman sus prerrogativas mediante la depauperación de las condiciones de los trabajadores", concluye.
Hasta las normas para limitar las bajas médicas se leen en esta clave
Fernando Luengo, de la Universidad Complutense emplea argumentos similares: “Considerar que al rebajar costes salariales se es más competitivo y más productivo porque el beneficio se reinvierte luego en mejorar la calidad del tejido productivo es el cuento de la lechera en el que llevamos tres décadas, buena parte de los beneficios se han destinado a usos improductivos o especulativos”, indica Luengo, también miembro del colectivo EconoNuestra. “No hay debate sobre la calidad del crecimiento, la competitividad de las empresas es algo muy complejo, pero aquí solo se sigue el camino de presionar a los costes laborales”, lamenta.
Hasta las nuevas disposiciones para limitar las bajas médicas se leen en esta clave. La reforma ha generalizado las condiciones para que las bajas justificadas (salvo en el caso de maternidad, incapacidad temporal superior a 20 días o ejercicio de derechos sindicales) puedan llegar a ser causa de despido si son numerosas e intermitentes (por ejemplo, dos bajas que sumen al menos nueve días en dos meses). “Si se aplican bien las nuevas normas, sobre el absentismo, ahí puede haber muchísimo ahorro para la empresa y ganancias de productividad”, interpreta Joaquín Trigo, director del Instituto de Estudio Económicos, vinculado a la patronal.

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