¡Menudo lío el del ministro…!
EL PAIS - Por: Antonio Lorca | 08 de febrero de 2012
El Ministro Wert en su escaño. Foto: Uly Martín
Cuando todavía no está nada claro -porque no lo está- el compromiso del Partido Popular con la tauromaquia, el ministro de Cultura se ha metido en un berenjenal del que no le va a ser fácil salir airoso.
Acudió al Congreso de los Diputados para desgranar las líneas maestras de su departamento, y quien lo quiso escuchar quedó enterado que tiene sobre la mesa del despacho una retahíla de asuntos importantes que da miedo. Y habló de toros, es verdad, y se atrevió a decir tres o cuatro generalidades que suenan bien al oído y que, se supone, recogen las buenas intenciones del Ministerio sobre los toros. Hasta ahí, perfecto.
Pero hete aquí que al mundo del toro le ha dado un patatús de alegre emoción: toreros, ganaderos, aficionados, periodistas… no encuentran palabras para agradecer al señor Wert su compromiso verbal, y son muchos los que ya han pedido orejas y rabo para quien solo ha hecho el paseíllo.
Es normal, por otra parte, que así sea, pues el sector se siente tan desamparado, tan solo ante un escenario generalmente hostil, que se agarra con desesperación a la tabla que ha tenido a bien enseñar el señor ministro.
Dice José Ignacio Wert que pondrá en valor la tauromaquia. Habrá que verlo. Que se unirá a cuentas iniciativas se emprendan para declararla patrimonio inmaterial de la humanidad. Muy bien. Que convocará a la Comisión Consultiva Nacional de Asuntos Taurinos. De acuerdo.
Pero que nadie se engañe. El Ministerio de Cultura no va a salvar la fiesta de los grandes males que la aquejan. De ninguna manera. No le va a devolver la emoción perdida, ni el toro bravo y encastado, ni el torero heroico. El Ministerio no va a llenar las plazas, ni va a resolver los problemas de imagen de las figuras.
Sin pretenderlo, el señor Wert se ha convertido en la gran esperanza blanca. Craso error. Primero, porque en el PP no hay unanimidad sobre la conveniencia de defender la fiesta; y segundo, porque la fiesta se tiene que defender a sí misma.
Menos felicitaciones, por tanto, a quien solo puede expresar buenas intenciones, y más actuaciones de quienes son, en realidad, los verdaderos responsables.
Mientras tanto, el ministro en el laberinto. ¡Menudo lío…!
Quienes lo ensalzan con tan desmedido entusiasmo olvidan que el presente y el futuro no dependerán nunca de Cultura. Ésa será la guinda. El problema de hoy es que no hay pastel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario