17 de septiembre de 2009
Una viuda de Paracuellos
ABC.es - Noticias de España y del mundo
Opinión
Firmas
Una viuda de Paracuellos
ANTONIO BURGOS
Miércoles, 16-09-09
MAÑANA tarde, en la Asociación de la Prensa de Madrid, Javier Alonso Osborne, director adjunto de «Hola», presenta un libro estrictamente histórico y memorial. ¿No queréis memoria histórica? Pues, ea, hijos míos: ahí la tenéis. El libro de Javier Osborne lo escribió su madre, en la guerra. Es el diario de su madre, María Teresa Osborne Tosar, que Javier guardó durante setenta años y que ahora ha transcrito y publica con un título gracias a Dios políticamente incorrectísimo: «A mi marido lo asesinaron en Paracuellos».
He tenido el honor de poner epílogo a este testimonio histórico, que prologa Alfonso Ussía, lo que me ha permitido conocer en manuscrito la inmensa capacidad narradora de María Teresa Osborne. ¡Qué bien cuenta las cosas esta señora! Es como un diario de Ana Frank con acento andaluz del Puerto. Qué inmensa capacidad para transmitirnos su dolor. Su soledad. Su angustia. Su amor. Su miedo. En el terrible Madrid de la guerra, cuando le acaban de fusilar a su marido, funcionario del Patrimonio Real en El Escorial, y está embarazada de un niño, que habrá de ser nuestro Javier Osborne cuando nazca en aquel infierno rojo.
Y qué maravilla de ciudad el muy literario Puerto de Santa María, que produce estos prodigios de escritura como el largo testimonio, el arrebatador alegato de María Teresa Osborne. La admirable burguesía comercial del Puerto en el primer tercio del siglo XX, la ciudad de Muñoz Seca y de Alberti, produce también personajes tan delicados y refinados, tan cultos como María Teresa Osborne. La autora de este expresionista relato del dolor, el amor y la muerte no era una escritora. No tenía vocación literaria, ni formación humanística. Era una señorita bien del Puerto. Nada más y nada menos que una señorita bien del Puerto, a la que la capacidad narradora, no sé, quizá le viniera de su antepasada Fernán Caballero, a la sombra de las jacarandas en flor del patio de la bodega de Mister Thomas Osborne, sombra morada del martirio familiar, morada de la franja usurpadora colocada a la bandera de España.
Qué temple tenía aquella señorita bien del Puerto de Santa María que escribía como los ángeles. De este libro me ha impresionado la capacidad de tirar para adelante de esta mujer admirable. En las peores circunstancias. Sola de toda soledad en el ojo del huracán de la mayor tragedia de España que vieron los siglos. En un Madrid hostil, sin familia, con los suyos en zona nacional, con el marido asesinado por los rojos y con un hijo en su vientre. Bendito fruto de tu vientre, María Teresa Osborne, que ha guardado este rito de fidelidad a la memoria de su madre y ha podido, ha sabido y ha querido rescatar los papeles escritos con su letra picuda de entereza de señorita bien del Puerto que siguiendo el destino de un amor se tuvo que convertir, a la fuerza, en mujer fuerte en el Madrid rojo, bombardeado, hambriento, oscuro, sucio, donde nadie conocía a nadie ni quería conocerlo, no fuera que lo delatase. Qué cercano nos hace el terror María Teresa Osborne, cómo consigue que lo sintamos con ella, sola, con un niño en brazos, en una España partida en dos, con la familia inmensamente lejos. Tan lejos como la mar de la bahía.
Gracias, Javier Osborne, por este homenaje a tu madre en forma del libro de su memoria triste, que te honra. Muchas gracias, Javier, porque nunca la masacre de Paracuellos, que es nuestro Auswich en el genocidio que ahora silencian, fue contada con tan hondas, sentidas, certeras, precisas palabras por una joven viuda española a la que le asesinaron el marido. Era una señorita bien del Puerto de Santa María que en la espera y la esperanza de un hijo se creció ante la injusticia del destino, ante la locura colectiva, y nos dejó la reciedumbre en letra picuda e inglesa de este impresionante testimonio de una mujer fuerte en una España martirizada.
Opinión
Firmas
Una viuda de Paracuellos
ANTONIO BURGOS
Miércoles, 16-09-09
MAÑANA tarde, en la Asociación de la Prensa de Madrid, Javier Alonso Osborne, director adjunto de «Hola», presenta un libro estrictamente histórico y memorial. ¿No queréis memoria histórica? Pues, ea, hijos míos: ahí la tenéis. El libro de Javier Osborne lo escribió su madre, en la guerra. Es el diario de su madre, María Teresa Osborne Tosar, que Javier guardó durante setenta años y que ahora ha transcrito y publica con un título gracias a Dios políticamente incorrectísimo: «A mi marido lo asesinaron en Paracuellos».
He tenido el honor de poner epílogo a este testimonio histórico, que prologa Alfonso Ussía, lo que me ha permitido conocer en manuscrito la inmensa capacidad narradora de María Teresa Osborne. ¡Qué bien cuenta las cosas esta señora! Es como un diario de Ana Frank con acento andaluz del Puerto. Qué inmensa capacidad para transmitirnos su dolor. Su soledad. Su angustia. Su amor. Su miedo. En el terrible Madrid de la guerra, cuando le acaban de fusilar a su marido, funcionario del Patrimonio Real en El Escorial, y está embarazada de un niño, que habrá de ser nuestro Javier Osborne cuando nazca en aquel infierno rojo.
Y qué maravilla de ciudad el muy literario Puerto de Santa María, que produce estos prodigios de escritura como el largo testimonio, el arrebatador alegato de María Teresa Osborne. La admirable burguesía comercial del Puerto en el primer tercio del siglo XX, la ciudad de Muñoz Seca y de Alberti, produce también personajes tan delicados y refinados, tan cultos como María Teresa Osborne. La autora de este expresionista relato del dolor, el amor y la muerte no era una escritora. No tenía vocación literaria, ni formación humanística. Era una señorita bien del Puerto. Nada más y nada menos que una señorita bien del Puerto, a la que la capacidad narradora, no sé, quizá le viniera de su antepasada Fernán Caballero, a la sombra de las jacarandas en flor del patio de la bodega de Mister Thomas Osborne, sombra morada del martirio familiar, morada de la franja usurpadora colocada a la bandera de España.
Qué temple tenía aquella señorita bien del Puerto de Santa María que escribía como los ángeles. De este libro me ha impresionado la capacidad de tirar para adelante de esta mujer admirable. En las peores circunstancias. Sola de toda soledad en el ojo del huracán de la mayor tragedia de España que vieron los siglos. En un Madrid hostil, sin familia, con los suyos en zona nacional, con el marido asesinado por los rojos y con un hijo en su vientre. Bendito fruto de tu vientre, María Teresa Osborne, que ha guardado este rito de fidelidad a la memoria de su madre y ha podido, ha sabido y ha querido rescatar los papeles escritos con su letra picuda de entereza de señorita bien del Puerto que siguiendo el destino de un amor se tuvo que convertir, a la fuerza, en mujer fuerte en el Madrid rojo, bombardeado, hambriento, oscuro, sucio, donde nadie conocía a nadie ni quería conocerlo, no fuera que lo delatase. Qué cercano nos hace el terror María Teresa Osborne, cómo consigue que lo sintamos con ella, sola, con un niño en brazos, en una España partida en dos, con la familia inmensamente lejos. Tan lejos como la mar de la bahía.
Gracias, Javier Osborne, por este homenaje a tu madre en forma del libro de su memoria triste, que te honra. Muchas gracias, Javier, porque nunca la masacre de Paracuellos, que es nuestro Auswich en el genocidio que ahora silencian, fue contada con tan hondas, sentidas, certeras, precisas palabras por una joven viuda española a la que le asesinaron el marido. Era una señorita bien del Puerto de Santa María que en la espera y la esperanza de un hijo se creció ante la injusticia del destino, ante la locura colectiva, y nos dejó la reciedumbre en letra picuda e inglesa de este impresionante testimonio de una mujer fuerte en una España martirizada.