23 de septiembre de 2009
El campo español corre peligro
elmundo.es| España
Líder mundial en español
Miércoles 23/09/2009. Actualizado 15:01h.
ESTUDIO | Uno de cada cinco habitantes tiene más de 70 años
El campo español corre peligro
* La población rural suma 10 millones y supone una quinta parte del total
* Por cada 100 hombres que viven en zonas rurales, hay 80 mujeres
* Uno de cada cinco habitantes en el campo tiene más de 70 años
Alfonso Mateos Cadenas | Madrid
El mundo rural es cada vez más hombre, más viejo y más dependiente. Mal augurio de futuro: aunque haya una parte de población que apuesta por recuperarlo, no es suficiente y no podrá cambiar la dinámica de abandono de los pueblos por sí misma, en gran medida porque las importantes desigualdades van más allá y entroncan directamente con un problema estructural y cultural. Es el vaticinio que se deriva del estudio 'La población rural de España. De los desequilibrios a la sostenibilidad social', editado por la Obra Social La Caixa y que se ha presentado en Madrid.
En comparación con Europa, la situación del campo español se agrava porque, según ha señalado Luis Camarero, coordinador del estudio, el envejecimiento de la población es más elevado y, además, la esperanza de vida también es más alta en España, especialmente en el ámbito rural. La conclusión de Camarero es contundente: "Tenemos problemas más intensos y modos de gestión más anclados en la estructura familiar que en el resto de Europa".
Los datos que arroja el estudio son bastante gráficos. La población rural, que suma 10 millones de personas y supone una quinta parte del total de españoles, ha venido sufriendo desequilibrios demográficos derivados de tendencias iniciadas en el siglo pasado -principalmente la rápida migración urbana- y ha resultado en una masculinización de la población.
Además, como consecuencia de la salida de cohortes generacionales completas hacia las ciudades en la segunda mitad del siglo XX, la población rural ha sufrido un continuo envejecimiento. Esto ha provocado que los habitantes rurales de entre 30 y 49 años, bautizados como generación soporte por los autores del estudio, deban asumir todo el esfuerzo productivo, reproductivo y de gestión de la dependencia, al tiempo que asumen funciones propias de grupos más jóvenes como la dinamización de las áreas rurales.
El estudio de esa generación soporte rural arroja una clara masculinización, en gran medida debido a una mayor inmigración multicausal femenina. Esto se traduce en que, por cada 100 hombres, hay 80 mujeres, pero también guarda relación con otras consecuencias como que a los 30 años, un tercio de los hombres aún vive con sus padres, lo que implica que uno de cada seis hogares esté compuesto por un hombre de edad media y sus progenitores.
Desigualdad de género
Esta masculinización del campo, explica Camarero, entronca directamente con las desigualdades de género que si bien no son mayores en el medio rural, sí encuentran una mayor amplificación que en ámbitos urbanos y que se traduce en la subordinación del mundo femenino al masculino por el escaso mercado laboral, la dificultad de movilidad y la mayor inserción en unidades familiares en las que resulta difícil diferenciar entre actividades domésticas y productivas.
En cuanto al envejecimiento de la población, el estudio recoge que uno de cada cinco habitantes tiene más de 70 años, aunque el coordinador del estudio ha incidido en que en algunas zonas, como el interior de Galicia, el porcentaje de mayores de 70 supera el 25% e incluso alcanza el 30%.
Este perfil poblacional tan anciano entronca directamente con otro de los lastres de la sociedad rural: los altos índices de dependencia. En el estudio se señala que hay 750.000 personas en situación de fuerte dependencia en el mundo rural, personas que no pueden moverse por sí mismas y/o necesitan atención continua. La consecuencia inmediata de esto es que la mitad de los habitantes rurales de 30 a 49 años tiene a un dependiente a su cargo, bien en su mismo hogar, bien en la localidad en la que residen.
Pero existe otra dependencia ligada a, en palabras de Camarero, "la crianza". Las características sociolaborales y la dispersión que impera en gran parte del ámbito rural se refleja en el hecho de que tan sólo uno de cada cuatro niños acude a guarderías.
Los autores del estudio han detectado que incluso en aquellas zonas donde la oferta de este tipo de centros es suficiente, la mayoría de habitantes opta por contratar a una persona que cuide a los niños ante las características de estos centros educativos, cuya rigidez de horarios y localización no casan bien con la flexibilidad que impone la vida rural.
Nuevo flujo migratorio hacia el campo
A pesar de todo, existe un nuevo flujo migratorio hacia el campo -una sexta parte del total de residentes rurales- compuesto por dos grupos principales: extranjeros (8%) y personas de media edad que salen de la urbe en busca de una vida diferente en el ámbito rural.
En cuanto a los extranjeros, los autores del estudio afirman que se trata, principalmente, de una población estacional que asume su estancia en el campo como una etapa transitoria y que tienden a establecerse en zonas de influencia metropolitana y a nudos de comunicación en busca de una potencial movilidad.
Eso en lo que respecta a aquella población extranjera que se traslada con un interés laboral, pues no hay que olvidar que existe un grupo poblacional, originario principalmente de Centroeuropa y de avanzada edad, que busca una calidad de vida en zonas principalmente del litoral.
En cuanto al segundo grupo, el de esa población urbana que decide salir al campo -llamados 'neorrurales' en el estudio-, aparentemente contrarresta la despoblación, pero no contribuye al cuidado de los mayores ya que sus familias no viven en el entorno, tienen unos niveles de formación superiores y actividades laborales ajenas al campo.
Esto lleva a los autores del estudio a afirmar que "contrarrestan, sólo en apariencia" la pérdida de población en el campo. Una despoblación que, según ha explicado Camarero, es más intensa cuanto más interior y más al norte de la península. Concretamente, ha dibujado un mapa en el que el centro sería el área de Zamora y, mediante círculos concéntricos, podría señalarse el impacto de la despoblación, "no tanto por número, sino porque han sido migraciones muy selectivas".
Líder mundial en español
Miércoles 23/09/2009. Actualizado 15:01h.
ESTUDIO | Uno de cada cinco habitantes tiene más de 70 años
El campo español corre peligro
* La población rural suma 10 millones y supone una quinta parte del total
* Por cada 100 hombres que viven en zonas rurales, hay 80 mujeres
* Uno de cada cinco habitantes en el campo tiene más de 70 años
Alfonso Mateos Cadenas | Madrid
El mundo rural es cada vez más hombre, más viejo y más dependiente. Mal augurio de futuro: aunque haya una parte de población que apuesta por recuperarlo, no es suficiente y no podrá cambiar la dinámica de abandono de los pueblos por sí misma, en gran medida porque las importantes desigualdades van más allá y entroncan directamente con un problema estructural y cultural. Es el vaticinio que se deriva del estudio 'La población rural de España. De los desequilibrios a la sostenibilidad social', editado por la Obra Social La Caixa y que se ha presentado en Madrid.
En comparación con Europa, la situación del campo español se agrava porque, según ha señalado Luis Camarero, coordinador del estudio, el envejecimiento de la población es más elevado y, además, la esperanza de vida también es más alta en España, especialmente en el ámbito rural. La conclusión de Camarero es contundente: "Tenemos problemas más intensos y modos de gestión más anclados en la estructura familiar que en el resto de Europa".
Los datos que arroja el estudio son bastante gráficos. La población rural, que suma 10 millones de personas y supone una quinta parte del total de españoles, ha venido sufriendo desequilibrios demográficos derivados de tendencias iniciadas en el siglo pasado -principalmente la rápida migración urbana- y ha resultado en una masculinización de la población.
Además, como consecuencia de la salida de cohortes generacionales completas hacia las ciudades en la segunda mitad del siglo XX, la población rural ha sufrido un continuo envejecimiento. Esto ha provocado que los habitantes rurales de entre 30 y 49 años, bautizados como generación soporte por los autores del estudio, deban asumir todo el esfuerzo productivo, reproductivo y de gestión de la dependencia, al tiempo que asumen funciones propias de grupos más jóvenes como la dinamización de las áreas rurales.
El estudio de esa generación soporte rural arroja una clara masculinización, en gran medida debido a una mayor inmigración multicausal femenina. Esto se traduce en que, por cada 100 hombres, hay 80 mujeres, pero también guarda relación con otras consecuencias como que a los 30 años, un tercio de los hombres aún vive con sus padres, lo que implica que uno de cada seis hogares esté compuesto por un hombre de edad media y sus progenitores.
Desigualdad de género
Esta masculinización del campo, explica Camarero, entronca directamente con las desigualdades de género que si bien no son mayores en el medio rural, sí encuentran una mayor amplificación que en ámbitos urbanos y que se traduce en la subordinación del mundo femenino al masculino por el escaso mercado laboral, la dificultad de movilidad y la mayor inserción en unidades familiares en las que resulta difícil diferenciar entre actividades domésticas y productivas.
En cuanto al envejecimiento de la población, el estudio recoge que uno de cada cinco habitantes tiene más de 70 años, aunque el coordinador del estudio ha incidido en que en algunas zonas, como el interior de Galicia, el porcentaje de mayores de 70 supera el 25% e incluso alcanza el 30%.
Este perfil poblacional tan anciano entronca directamente con otro de los lastres de la sociedad rural: los altos índices de dependencia. En el estudio se señala que hay 750.000 personas en situación de fuerte dependencia en el mundo rural, personas que no pueden moverse por sí mismas y/o necesitan atención continua. La consecuencia inmediata de esto es que la mitad de los habitantes rurales de 30 a 49 años tiene a un dependiente a su cargo, bien en su mismo hogar, bien en la localidad en la que residen.
Pero existe otra dependencia ligada a, en palabras de Camarero, "la crianza". Las características sociolaborales y la dispersión que impera en gran parte del ámbito rural se refleja en el hecho de que tan sólo uno de cada cuatro niños acude a guarderías.
Los autores del estudio han detectado que incluso en aquellas zonas donde la oferta de este tipo de centros es suficiente, la mayoría de habitantes opta por contratar a una persona que cuide a los niños ante las características de estos centros educativos, cuya rigidez de horarios y localización no casan bien con la flexibilidad que impone la vida rural.
Nuevo flujo migratorio hacia el campo
A pesar de todo, existe un nuevo flujo migratorio hacia el campo -una sexta parte del total de residentes rurales- compuesto por dos grupos principales: extranjeros (8%) y personas de media edad que salen de la urbe en busca de una vida diferente en el ámbito rural.
En cuanto a los extranjeros, los autores del estudio afirman que se trata, principalmente, de una población estacional que asume su estancia en el campo como una etapa transitoria y que tienden a establecerse en zonas de influencia metropolitana y a nudos de comunicación en busca de una potencial movilidad.
Eso en lo que respecta a aquella población extranjera que se traslada con un interés laboral, pues no hay que olvidar que existe un grupo poblacional, originario principalmente de Centroeuropa y de avanzada edad, que busca una calidad de vida en zonas principalmente del litoral.
En cuanto al segundo grupo, el de esa población urbana que decide salir al campo -llamados 'neorrurales' en el estudio-, aparentemente contrarresta la despoblación, pero no contribuye al cuidado de los mayores ya que sus familias no viven en el entorno, tienen unos niveles de formación superiores y actividades laborales ajenas al campo.
Esto lleva a los autores del estudio a afirmar que "contrarrestan, sólo en apariencia" la pérdida de población en el campo. Una despoblación que, según ha explicado Camarero, es más intensa cuanto más interior y más al norte de la península. Concretamente, ha dibujado un mapa en el que el centro sería el área de Zamora y, mediante círculos concéntricos, podría señalarse el impacto de la despoblación, "no tanto por número, sino porque han sido migraciones muy selectivas".