N O V E D A D E S
CONTRA-REVOLUCIONARIAS
miércoles, 25 de septiembre de 2019
TIRANA – 26/09/2019
Isabel I de Inglaterra, hija de Enrique VIII, nació como princesa, pero su madre, Ana Bolena, fue ejecutada cuando ella tenía tres años, con lo que Isabel fue declarada hija ilegítima. Sin embargo, tras la muerte de sus hermanos Eduardo y María, asumió el trono hasta el día de su muerte en 1603.
Una de las primeras medidas que tomó fue establecer una iglesia protestante independiente de Roma, que luego evolucionaría en la actual iglesia de Inglaterra, de la que se convirtió en la máxima autoridad.
No podría ser más antipática. Flaca, estirada, con los ojos parecidos a los de su padre. En femenino, es aquel mismo ojito pequeño y cruel, sin expresión de sentimiento, ni de afecto, menos aún de sobrenatural. Gran perseguidora de los católicos, fue el tormento del Papa San Pío V. Mandó matar a su propia prima María Estuardo por ser católica.
En el cuadro da la impresión de una mujer seca, que salió de una lata de conserva vestida de reina. El color es el de un cadáver que de repente hubiera abierto los ojos y pintado los labios. La frente es grande porque era calva teniendo que usar una peluca para sostener la corona.
No parece vieja, pero tiene de la juventud la inmadurez y el enmohecimiento de la vejez. Es el encuentro desfavorable de todas las edades.
Su traje es la expresión exagerada de algo que es bonito. Discutible es esa especie de bufanda que envuelve la barbilla completamente, formando un marco muy extraño para la cara. El manto de armiño que usa es muy bonito, forrado estupendamente. Pero esa especie de chaleco es extraña. La figura de ella es muy desfavorable. No hay quien pueda vestir bien una momia de esas.
La reina sostiene en la mano izquierda un globo, que representa el Poder, pero feo y no proporcionado con la Cruz. En el cetro, algunas piedras preciosas. Representaba la monarquía comercial de Inglaterra, que se estaba expandiendo, y cuya manifestación de riqueza era el principal signo identificador de ella y de su espíritu. El collar recamado de piedras preciosas, a modo de condecoración, hace un bonito efecto sobre la capa.
La duda sobre su sexualidad, de algún tipo de aversión psicológica al sexo opuesto, sobrevoló toda su vida. Esta es la gran tirana que persiguió bárbaramente a los católicos de su tiempo.
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