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Blog Contra-Revolucionario
jueves, 15 de agosto de 2019
SAMURÁIS – 16/08/2019
En Japón floreció un régimen feudal bastante desarrollado. Una de las glorias de esa nación es haber intuido los principios de sabiduría que fueron los fundamentos del feudalismo medieval. Y de haberlo hecho de tal manera que cotejándose ambos regímenes se constatan trazos de semejanza.
Una de las características inherentes al régimen feudal es una cierta noción patriarcal de grandeza del señor feudal, como padre y como protector de sus vasallos. En la concepción feudal los términos padre y señor son análogos. El padre es señor de sus hijos. El señor es padre de sus vasallos. El señor asume la plena protección de sus vasallos y los defiende contra los enemigos externos. Tal defensa de los vasallos incumbe más al señor que al rey. De donde se deriva que algunas características en las construcciones feudales de la Edad Media son factores de seguridad, solidez y estabilidad. Pero, simultáneamente, tales características reflejan cierta altanería, cierto desafío, cierto arrojo apropiado de un poder que está continuamente en guerra. Guerra llevada, no raras veces, a la exageración, incluso en contra el poder real, que llegó a ser muy debilitado en Japón por el feudalismo, exactamente como lo fue a cierta altura de la Edad Media en Francia.
Aunque los daimios, que eran los grandes señores feudales japoneses, hayan sido hombres muy guerreros, las pinturas y porcelanas los representan como hombres terribles en el combate, fue sobre todo la nobleza inferior de los samuráis la que se hizo legendaria por un coraje extraordinario. El término samurái, se refiere propiamente al guerrero.
Hay, sin embargo, una nota distintiva del samurái en relación al guerrero europeo medieval. Este continuaba siendo guerrero hasta la médula de los huesos incluso cuando descansaba. El japonés, evidentemente, combatía en la guerra como un león, pero a la hora del descanso la lucha la dejaba a un lado y su mente tomaba otro rumbo.
Existe otro aspecto que hace difícil para los occidentales el comprender la mentalidad de los poderosos soberanos feudales que en el Japón de hoy se transformaron en directores de empresas. Un occidental que estuvo en ese país, entró en una oficina por cuestión de negocios y quedó impresionado al ver la consideración con que era tratado el director de la empresa. Cuando los secretarios u otros empleados entraban en su despacho, hacían grandes reverencias. Extrañado, preguntó cuál era la razón de ese comportamiento y le dijeron que, en general, los directores de empresa pertenecen a la alta nobleza y, aún hoy, son tratados con toda la deferencia con la que el plebeyo se relacionaba con la nobleza en la época feudal. De modo que mientras la alta nobleza occidental, con honrosas excepciones, perdió su estatus en la sociedad actual, en Japón la nobleza no perdió su rango y continúa dirigiendo el mundo empresarial, lo cual es un factor importante en la propulsión económica del país.
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