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Blog Contra-Revolucionario
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martes, 27 de agosto de 2019
HONG KONG – 28/08/2019
El prestigioso historiador francés Diesbach en un trecho de su obraHistoire del’émigration se pregunta: ¿por qué tantos nobles, durante la Revolución Francesa, se dejaron guillotinar sin resistencia y con tan sorprendente pasividad? Describe el estado de espíritu de esas víctimas, la connaturalidad con la pérdida de la vida y de todo para lo que vivían. Esta especie de extinción del propio instinto de conservación o instinto de conservación de su situación, de los bienes, del patrimonio, de aquello que constituye, en el plano terrenal, la alegría de vivir.
Sustenta que es un poder hipnótico, de los verdugos, de los que condenan a muerte, de los que mantienen ese régimen, de los que sostienen el terror, como si su autoridad fuera legítima y como si el crimen en nombre del cual las víctimas son condenadas les fuera imputable. Ellos se doblan ante la palabra del enemigo, fascinados por el tono de autoridad del adversario. Realmente, en la mayoría de la nobleza y del clero revolucionario se notó una sumisión y una entrega increíbles. Qué importa que los revolucionarios saqueen, incendien o maten, si prometen la paz, la libertad y la felicidad, pensarían.
Aquí vemos la analogía con la situación comunista. El mundo entero sabe que el comunismo reduce los pueblos a la miseria. Está probado. Y a pesar de que todo el mundo sabe que no remedian la pobreza, la mentira de que si la remedian produce un cierto efecto hipnótico en las personas.
La propaganda revolucionaria conquistó los espíritus y subyugó los corazones, desarmando así los brazos. La verdadera victoria consiste en la victoria de la guerra revolucionaria psicológica, en la conquista de las inteligencias y de las voluntades. Es una utopía, un mito como el de los budistas cuya filosofía es el vacío y el nirvana. Esa utopía, ese mito entra en la cabeza del individuo y pierde el instinto de conservación.
Gracias a Dios muchos hongkoneses no se dejaron picar por ese mito conservando una mentalidad lo suficientemente sana como para sacudir esa utopía rechazando completamente el proyecto de ley de extradición presentado por las autoridades locales que permitiría la entrega de "sospechosos" a la China comunista, lo que supondría el fin de las garantías judiciales. Un ejemplo a seguir por todos los chinos.
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