10 de abril de 2019
Netanyahu se dispone a formar un Gobierno aún más conservador en su quinto mandato
Netanyahu se dispone a formar un Gobierno aún más
conservador en su quinto mandato
El primer ministro
israelí busca dotarse de inmunidad ante las acusaciones de corrupción
EL
PAIS - Jerusalén 10
ABR 2019 - 16:56 BRT
El
primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y su esposa Sara, en la madrugada
del miércoles en Tel Aviv. THOMAS COEX AFP
El Gobierno más conservador en la historia de
Israel se apresta a ser relevado por un Ejecutivo aún más derechista. Benjamín Netanyahu se dispone a continuar previsiblemente
en el poder tras recibir un quinto mandato de las urnas (el cuarto consecutivo
en un decenio), en las legislativas de este martes. El primer ministro, que
busca blindarse con una fórmula legal de inmunidad de las imputaciones por
corrupción que le acechan, precisa del respaldo de fuerzas nacionalistas, de
extrema derecha y ultrarreligiosas para fraguar una coalición viable. Su
promesa de campaña de extender la soberanía israelí a los asentamientos de
Cisjordania se presenta como factor aglutinador de un pacto entre seis
partidos.
La oposición de Israel se ha despertado este
miércoles de la ensoñación de los sondeos, que arrojaban un virtual empate que
frenaba a Netanyahu, con la realidad de los resultados de las legislativas. El
Partido Likud del primer ministro ha quedado en tablas con la alianza centrista
Azul y Blanco del exgeneral Benny Gantz, cada uno con 35 de los 120 escaños de
la Kneset (Asamblea legislativa), con el 97% de los sufragios escrutados. Pero
la aritmética parlamentaria favorece en principio la configuración de una
coalición gubernamental de derechas, con 65 diputados frente a los 55 que suman
el bloque de centroizquierda y los partidos árabes.
El arco conservador de partidos en los que se
sustenta Netanyahu ha perdido parte de su dovela más centrista. La formación
moderada Kulanu, del ministro de Finanzas, Moshe Kahlon, ha pasado de 10
diputados en 2015 a solo cuatro en los últimos comicios. En contrapartida, las
dos fuerzas ultraortodoxas suman 16 escaños, tres más que en la anterior
Kneset.
Los tres parlamentarios que ha perdido la lista
nacionalista religiosa Unión de la Derecha, predominante entre los colonos
judíos en Cisjordania, y el que se ha restado al ultraconservador Israel, Nuestra Casa, han acabado presumiblemente en
las filas del Likud. El partido del jefe del Gobierno ha consolidado su éxito
electoral al aumentar en cinco los 30 diputados que integraban su bancada en la
pasada legislatura, pese al desgaste sufrido después de una década en el poder
y a causa de los escándalos de corrupción que han salpicado a su líder.
“Ha sido un triunfo magnífico, que ha sobrepasado
nuestra imaginación”, se ufanó Netanyahu de madrugada ante sus seguidores en
Tel Aviv, antes de cantar victoria cuando el recuento oficial apenas superaba
el 20% de los votos. Al contrario que su rival centrista —un exjefe de las
Fuerzas Armadas que lleva seis meses en política—, el veterano líder del Likud
supo aguardar el momento en el que las proyecciones se inclinaban a su favor
antes de proclamarse ganador. El aumento de la abstención, cuatro puntos más
que en 2015, parece haber beneficiado al actual mandatario.
La alianza centrista tardó más de 20 horas en
reconocer su derrota, a través de Gantz y del dirigente laico liberal Yair
Lapid, mientras avanzaba el recuento oficial. Para una alianza forjada hace
solo dos meses como Blanco y Azul —coliderada también por otros dos antiguos
jefes del Ejército—, 35 escaños (un 26% de los votos) es toda una hazaña en
Israel, dada la fragmentación política generada por un sistema electoral
ultraproporcional.
El antiguo paracaidista Gantz puede
haber ganado su primera batalla política, pero se ha quedado sin aliados por el
descalabro sufrido en el frente del centroizquierda. La representación del
Partido Laborista, fundador del Estado judío, se ha visto laminada en estas
elecciones, con solo una cuarta parte de los 26 escaños que integraban hasta
ahora su grupo parlamentario, en coalición con los centristas de la exministra
Tzipi Livni. El relevo del laborismo por las fuerzas de centro como alternativa
de Gobierno marca una catástrofe en el partido de Isaac Rabin y Simón Peres.
La publicación de los resultados definitivos está
pendiente del recuento de los votos de militares, diplomáticos y presos, que
previsiblemente no concluirá hasta la noche del jueves, coincidiendo con el
inicio del fin de semana judío. El presidente del Estado de Israel, Reuven
Rivlin, ha anunciado que iniciará las consultas con los partidos a partir del
domingo.
Por primera vez, los encuentros del mandatario con
los jefes de filas de los partidos serán retransmitidos en directo por los
medios de comunicación “en aras de la transparencia”, según informó el gabinete
del presidente. Netanyahu ha expresado su temor de que Rivlin —un exdirigente
del Likud con el que se halla enfrentado— pueda encargar la formación de Gobierno
a otro líder —incluso de su propio partido—, a la vista de las acusaciones por
corrupción que pesan en su contra.
Fraguar un pacto de coalición lleva tiempo en
Israel. Desde que el presidente Rivlin efectúe el encargo, dentro de un plazo
de 15 días, el candidato a la investidura en la Kneset dispone de siete semanas
para negociar con el resto de los partidos. Netanyahu ya ha advertido de que
buscará una coalición conservadora con “aliados naturales”.
El único de los anteriores socios de Gobierno que
aún no le ha confirmado su apoyo es el líder de Israel, Nuestra Casa, Avigdor Lieberman, que dimitió como ministro de
Defensa el pasado noviembre en protesta por la tregua
establecida por el primer ministro con los islamistas de Hamás
en Gaza. Los analistas consideran que Lieberman exigirá un alto precio a cambio
de sus cinco votos en la Kneset, que precisamente son los que proporcionan la
hegemonía del campo de la derecha.
“Los votantes israelíes han elegido una aplastante
mayoría conservadora, xenófoba y antipalestina, que va a cerrar filas para
expandir el apartheid”, señaló tras los
comicios la dirigente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP)
Hanan Ashrawi. Uno de los primeros gobernantes extranjeros en felicitar a
Netanyahu fue el presidente de EE UU, Donald Trump, quien sostuvo que tras la reelección
del primer ministro israelí “habrá una mejor oportunidad para lograr la paz” en
Oriente Próximo. La Casa Blanca tiene previsto desvelar su plan de paz
regional, que ha sido rechazado de entrada por los líderes palestinos, tras los
comicios en Israel.
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