miércoles, 3 de abril de 2019
FADIL – 04/04/2019
La “modelo” marroquí Fadil, en el 2011, con poco más de 25 años, fue a 8 cenas en Villa San Martino, cerca de Milán, residencia habitual de Silvio Berlusconi, entonces primer ministro. Pronto se convirtió en testigo clave del proceso contra “il cavaliere” por prostitución de menores.
Ya en el 2012, al terminar de testificar en el juicio comentó a los periodistas que se sentía en peligro. En el mismo año contó que un emisario sirio, por encargo de Berlusconi, habría intentado comprar su silencio. A su abogado también le había dicho que temía por su vida.
En una entrevista al periódico Il Fatto, el año pasado, contó detalles sobre las noches de orgías, que Silvio definía como “cenas elegantes”. Después de la cena bajaban a una estancia subterránea obscura con una piscina donde había un burdel con decenas de jóvenes que practicaban ritos satánicos con invocaciones al diablo como si de una secta se tratase. Allí vio presencias extrañas e inquietantes del diablo. Confesó que estaba escribiendo un libro, en el que pensaba contar todo.
El pasado mes de enero estaba buscando una editorial que se atreviese a publicar su libro titulado “Conocí al diablo”, que ya tenía listo. El día 29 llegó en graves condiciones al hospital repitiendo que temía haber sido envenenada y después de un mes de tormentosa agonía falleció el 1 de marzo. Sus temores se confirmaron. La fiscalía de Milán tras una serie de exámenes toxicológicos, concluye que murió envenenada por una mezcla de sustancias radioactivas. Las habría ingerido con un cóctel o en la comida.
Los médicos tardaron en descubrir que la causa de sus fuertes dolores y progresivo deterioro de los órganos era un envenenamiento. El hospital no activó el protocolo correspondiente, no comunicó nada a la magistratura, ni siquiera el día de su muerte, algo que sorprende, pues los hospitales italianos están acostumbrados a notificar cualquier anomalía, aunque se trate de un rasguño.
El borrador del libro ha sido secuestrado en la casa donde vivía por el fiscal “para realizar una investigación a fondo”.
NACHO ALDAY
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