Los extraños silencios de un Papa tan locuaz
por Sandro Magister
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ROMA, 1 de agosto de 2014 – En el día de santa Ana, patrona de Caserta, el papa Francisco visitó esta ciudad. ¿Todo normal? No. Porque apenas dos días después Jorge Mario Bergoglio volvió a Caserta en visita privada, para encontrar a su amigo italiano conocido en Buenos Aires, Giovanni Traettino, pastor de una local Iglesia evangélica.
Más aún, en un principio el propósito de Francisco era ir a encontrar solamente a este amigo suyo, con el obispo de Caserta dejado totalmente a oscuras, y se quiso convencer al Papa que duplicara el programa para no descuidar a las ovejas de su redil.
En Francisco, la colegialidad de gobierno es más invocada que practicada. El estilo es el de un general de los jesuitas que al final decide todo por sí solo. Se lo entiende por sus gestos, por sus palabras y por sus silencios.
Por ejemplo, hay semanas en las que detrás de los bastidores Bergoglio cultiva relaciones con los líderes de las poderosas comunidades "evangélicas" de Estados Unidos. En la residencia de Santa Marta ha pasado horas y horas en su compañía. Los ha invitado a almorzar. En uno de esos momentos de convivencia se ha hecho inmortalizar chocando los “cinco” a manos abiertas, entre grandes risas, con el pastor James Robinson, uno de los tele-evangelistas americanos de mayor éxito.
Cuando todavía nadie sabía nada, ha sido Francisco quien les anticipó su propósito de ir a encontrar a Caserta a su colega italiano y a explicar el motivo: "ofrecer las disculpas de la Iglesia Católica por los daños que les ha ocasionado al obstaculizar el crecimiento de sus comunidades".
Argentino como es, Bergoglio conoce en directo la arrolladora expansión de las comunidades evangélicas y pentecostales en América latina, que siguen arrebatando a la Iglesia Católica ingentes masas de fieles. Sin embargo, ha decidido no combatir a sus líderes, sino hacerse amigo de ellos.
Es la misma línea que adoptó con el mundo musulmán: oración, invocación de paz, condenas generales de lo que se está haciendo mal, pero muy atento a mantenerse lejos de los casos específicos respecto a personas precisas, sean víctimas o verdugos.
Francisco tampoco abandona esta actitud reservada cuando el mundo entero se moviliza en defensa de determinadas víctimas y todos esperarían de él un pronunciamiento.
No ha gastado una sola palabra cuando la joven madre sudanesa Meriam estaba en la cárcel con los hijitos, condenada a muerte sólo porque es cristiana, pero la recibió una vez liberada gracias a las presiones internacionales.
No ha dicho nada por las cientos de estudiantes nigerianas raptadas por Boko Haram, a pesar de la campaña promovida también por Michelle Obama con el lema: "Bring back our girls" [Devuelvan a nuestras niñas].
Calla sobre la suerte de Asia Bibi, la madre pakistaní en la cárcel desde hace cinco años, en espera de la apelación contra la sentencia que la ha condenado a muerte, acusada de haber ofendido al Islam.
También la campaña por la liberación de Asia Bibi ve por todos lados comprometido al mundo católico y se hizo pública al comienzo de este año una dolorosa carta escrita por ella al Papa, que no le ha respondido.
Son silencios que causan mucha más impresión en tanto son practicados por un Papa de quien se conoce su generosísima disponibilidad para escribir, para telefonear, para llevar ayuda, para abrir las puertas a cualquier persona que le toca el timbre, no importa si es pobre o rico, bueno o malo.
Por ejemplo, había levantado algunas críticas su demora en encontrarse con las víctimas de los abusos sexuales cometidos por representantes del clero. Pero el pasado 7 de julio remedió esto, dedicando toda una jornada a seis de estas víctimas, llamadas a Roma desde tres países europeos.
En esos mismos días avanzó la reorganización de las finanzas vaticanas, con algunos recambios en los cargos máximos y el despido del inocente presidente del IOR, el alemán Ernst von Freyberg.
Inexplicablemente, en dieciséis meses de pontificado, este funcionario jamás logró obtener una audiencia con el Papa.
Pero todavía más inexplicable es la "damnatio" que golpeó a su predecesor, Ettore Gotti Tedeschi, echado en mayo del 2012 justamente por haber llevado adelante la obra de limpieza, echado precisamente por los mayores culpables del de la mala administración.
Sus pedidos al papa Francisco para ser recibido y escuchado jamás recibieron respuesta.
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Esta nota ha sido publicada en "L'Espresso" n. 31 del 2014, en los kioscos a partir del 1 de agosto, en la página de opinión titulada "Settimo cielo" confiada a Sandro Magister.
He aquí el índice de todas las notas precedentes:
> "L'Espresso" al séptimo cielo
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En la foto, el papa Francisco en su estudio privado, en la residencia de Santa Marta.
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Traducción en español de José Arturo Quarracino, Buenos Aires, Argentina.
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