La conversión del expresidente de la Generalitat Jordi Pujol al independentismo fue en su día una victoria para el soberanismo, pero se ha convertido en un lastre
tras su confesión de que mantuvo una fortuna oculta en el extranjero durante 34 años. Pujol representaba el camino que muchos catalanes han hecho, del catalanismo al secesionismo. El propio expresidente explicaba en 2011 que sus intentos por hacer avanzar España desde Cataluña habían fracasado y que en ese momento había que escoger entre dos alternativas: “O ser independientes o ser residuales”.
Con la revelación de su fraude, el mito de Pujol también ha caído para el independentismo. Su destierro no ha sido tan doloroso como en Convergència (al fin y al cabo, los dirigentes del partido son sus hijos políticos, y en el independentismo era un advenedizo), pero sí contundente. El independentismo ha renegado de Pujol para desvincularlo rápidamente del proceso soberanista.
A poco más de tres meses
de la consulta independentista, partidos y entidades se han apresurado a concluir rotundamente que el proceso no se ve afectado por el
caso Pujol.Lo remarcó el presidente de la Generalitat,
Artur Mas: “El país va adelante. Tiene muchas fortalezas y activos y la hoja de ruta está definida, con el consenso y el apoyo de mucha gente”.
El secretario general de Unió,
Josep Antoni Duran, discrepó ayer de Mas: “Se equivoca quien crea que lo que ha ocurrido no afecta lo más mínimo [al proceso]. Yo creo que sí le afecta”, defendió Duran.
El independentismo se ha conjurado para soslayar avisos como el de Duran e insistir en que el proceso no se ve afectado. A la conclusión añade una exigencia a Convergència: que haga limpieza para que los múltiples casos de corrupción que rodean al partido —con la sede embargada por el
caso Palau, el exsecretario general Oriol Pujol dimitido por cohecho y tráfico de influencias y el fundador Jordi Pujol defenestrado por fraude fiscal, entre otros— no enturbien más el camino hacia el referéndum.
“CDC debe hacer limpieza”, proclamó el miércoles el líder de Esquerra, Oriol Junqueras, en una entrevista en la agencia Efe. Junqueras hizo suyo otro de los argumentos que han recorrido el independentismo estos días: el que reza que la secesión también servirá para poner coto a la corrupción, una práctica que definió como “autonomista”. ERC se puso manos a la obra el viernes para asegurarse la defenestración del expresidente de la Generalitat. El partido usó su alianza parlamentaria con CiU para presionar a Mas y asegurarse de que Pujol perdería todas sus prerrogativas. Luego se puso el sombrero de opositor para firmar, junto al resto de formaciones, la petición de comparecencia del expresidente de la Generalitat. ERC, al igual que ICV, PSC, la CUP y Ciutadans, rechaza la comisión de investigación que propone el PP.
El expresidente defiende la independencia desde 2011
El argumento de que con la independencia habrá menos corrupción flota en los discursos. La izquierda independentista lo resume en un lema que David Fernández, de la CUP, lució tras la confesión de Pujol: “Independencia para cambiarlo todo”.
Las entidades independentistas están en sintonía con los políticos. “El fraude de una persona, por mucho que se llame Jordi Pujol, no debe afectar para nada al proceso”, opina Jaume Marfany, vicepresidente de la Asamblea Nacional Catalana. La asociación ha puesto desde el principio tierra de por medio con el expresidente. “Era un símbolo, y cuando los símbolos tienen pies de barro, mal, porque producen decepción. Pero estos sentimientos no son hacia el proceso, sino hacia la persona”, defiende Marfany.
Pese a insistir en que la confesión en nada afecta al proceso soberanista, los partidarios de la independencia consideran que sus contrarios la usarán como arma contra la consulta. “Aquellos que no quieren que votemos la utilizarán en contra del país y en contra de aquellos que pensamos que votar es un derecho”, auguró Marc Mur, secretario de la Asociación de Municipios por la Independencia. Marfany añade: “Hay muchos sectores interesados en usar cualquier elemento negativo para usarlo contra el proceso”.
Pujol ha asistido a las últimas movilizaciones independentistas. Su participación en la cadena humana de 2013 se publicitó, como el símbolo que era en ese momento. A poco más de un mes para la Diada, en plena preparación de una V humana en Barcelona, en la ANC no esperan a Pujol.
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