28 de marzo de 2017
Un diario oculto de Kennedy apunta que la muerte de Hitler fue un gran engaño nazi
El próximo 26 de abril se subastará el dietario personal del fallecido presidente de los EEUU. En él señaló que no había evidencias de que los restos hallados en los alrededores del búnker fuesen del líder germano
Desde que el historiador Hugh Trevor-Roper fue enviado por Winston Churchill a Berlín para desvelar qué diantres había sucedido en las entrañas del búnker de la Cancillería durante los últimos días del nazismo, la teoría oficial (la que él divulgó) nos dice que Adolf Hitler se suicidó para evitar las represalias de los soviéticos. Esta idea (y la de que sus subordinados quemaron posteriormente sus restos en un intento de que el cadáver no fuera vejado por el Ejército Rojo) ha sido desde entonces replicada por miles de expertos.
Sin embargo, la falta de pruebas fehacientes que corroboren dicha tesis (cuando los rusos llegaron al «Führerbunker» el presunto cadáver había quedado reducido a meros huesos) provocó que, años después, otros investigadores dejasen caer una curiosa posibilidad. La de que, realmente, todo fue un engaño perpetrado por los nazis y que Adolf Hitler logró escapar en secreto de la trampa mortal en la que se había convertido Berlín.
¿Realidad o conspiración? Esta pregunta lleva rondando la cabeza de los investigadores y de los amantes de lo oculto desde el 30 de abril de 1945, la jornada en la -oficialmente- Hitler dejó este mundo junto a Eva Braun. Ahora, en pleno 2017, la teoría de que escapó se ha vuelto a avivar. Aunque, en este caso, el culpable de echar más leña al fuego no ha sido un «conspiranoico», sino el fallecido presidente de los Estados Unidos John Fitzgerald Kennedy.
Y es que, acaba de salir a la luz un diario escrito por el mismo político durante su viaje a Europa -a dónde acudió como reportero de guerra- en el que el señala que no hay evidencias de que los restos que se hallaron en el búnker fueran los del «Führer». Y no solo eso, sino que en el cuaderno (que se subastará el próximo 26 de abril) el futuro presidente escribió además que el dictador estaba «hecho de la pasta de la que están hechas las leyendas».
El diario que ha causado esta controversia fue escrito por John F. Kennedy cuando tenía apenas 28 años. Concretamente, el que posteriormente se convertiría en el líder de los Estados Unidos anotó en él sus pensamientos cuando viajó como periodista de guerra a Alemania cuatro meses después de la caída del Tercer Reich en 1945. JFK fue, de hecho, un testigo de excepción de los últimos lugares de descanso de Adolf Hitler en Europa, pues visitó -en calidad de reportero de los diarios de Hearst- nada menos que la residencia Berghof de Baviera (una de las mansiones favoritas del «Führer») y el «Nido del Águila» (un chalet que sirvió de retiro al líder nazi cuando cumplió el medio siglo de vida).
Hasta ahora, este diario era propiedad de Deirdre Henderson, quien lo recibió de manos del mismísimo John F. Kennedy cuando trabajaba para él como asistente de investigación en los años 50. Sin embargo, esta política americana (que escribió un libro en 1995 usando como base el susodicho texto) acaba de hacer pública su intención de subastar el cuaderno de notas el próximo 26 de abril bajo el auspicio de la empresa «RR Auction» de Boston. Tal y como ha desvelado la estadounidense a la revista «People», recibió este preciado regalo debido a que, con él, su superior quería informarle de «sus puntos de vista sobre cuestiones de seguridad nacional y política exterior».
Tal y como ha afirmado Henderson a «People», desde entonces ha guardado celosamente el diario como un tesoro. Jamás, explica, había pensando en desprenderse de él. Al menos, hasta ahora: «La decisión ha venido lentamente. No quería separarme de él, pero ahora creo que necesita un nuevo hogar. Creo que es mejor que sea conocido por los historiadores y por todo el mundo. Es parte de su legado». Al parecer, por eso ha tomado la decisión de venderlo. «Cada vez que lo leo encuentro más y más información. Quiero subastarlo en honor de la celebración del centenario del nacimiento de JFK el próximo 29 de mayo», completa. A día de hoy, se espera que el objeto pueda alcanzar un precio de unos 200.000 dólares.
Lo que el presidente escribió sobre Hitler en el diario (que cuenta con 61 páginas y anotaciones sobre todo tipo de políticos famosos de la época) no tiene desperdicio. En sus primeras páginas, JFK afirma que el líder nazi «está hecho de la pasta con la que están hechas las leyendas». Unas palabras que, según Henderson, no deben considerarse como una alabanza. «Él hablaba del misterio que rodeaba a Hitler, no al mal que perpetró contra el mundo. […] En ninguna parte de este diario, ni en ninguno de sus escritos, hay indicio alguno de simpatías por los crímenes de guerra o las causas nazis», explica la todavía propietaria
En este sentido, la norteamericana es partidaria de que las declaraciones de su antiguo jefe no deben ser malinterpretadas, sino que tienen que ser entendidas en su contexto histórico. «Hitler estaba impulsado por la ambición y era una persona muy peligrosa. Kennedy era entonces un joven que tenía pasión por la historia y que, simplemente, trató de entender sus motivaciones. El por qué hizo lo que hizo. No creo que nadie tenga la respuesta a esta pregunta», añade.
Henderson también cree que JFK se limitó a analizar un personaje tan importante para la época como lo fue el líder nazi. «Dijo que era una leyenda. Y Hitler, efectivamente, es una leyenda, pero eso no implica que sea una buena leyenda. No se puede sacar la conclusión de que sentía admiración por él en base a estas palabras», añade.
Pero estas no fueron las únicas palabras que Kennedy dedicó al controvertido Adolf Hitler. Y es que, el que fuera presidente también dejó escrito que «se puede entender fácilmente cómo, dentro de unos años, Hitler superará el odio que le rodea ahora y resurgirá como una de las figuras más significativas que jamás haya vivido». A su vez, JFK también anotó que el «Führer» «tenía una ambición ilimitada para su país que le convertía en una amenaza para la paz mundial», pero que pero «el misterio que rodeó la forma en que vivió y murió va a pervivir y crecerá más allá de su figura».
Con todo, las anotaciones que han causado más controversia no han sido estas, sino unas líneas en las que JFK pone en duda que los restos calcinados hallados en las afueras del búnker de la Cancillería (atribuidos por Trevor-Roper al líder nazi y a su esposa) sean realmente los de Hitler y Eva Braun. Las palabras que han sembrado la discordia son las siguientes: «La habitación donde se supone que Hitler se encontró con su muerte mostró paredes calcinadas y rastros de fuego, [pero] no hay evidencias de que el cuerpo que se encontró fuera el de Hitler». Estas delicadas frases (que en principio fueron pasadas por alto por los medios que desvelaron la noticia de la subasta del diario) son las que han hecho que, en unas pocas horas, de las redes haya salido fuego.
La controversia sobre la posible huida del búnker de la Cancillería de Hitler fue tratada por el investigador Eric Frattini en su libro «¿Murió Hitler en el búnker?» (2015, «Temas de hoy»). En él, el periodista ahonda en la veracidad de las diferentes teorías que afirman que el líder nazi abandonó en secreto Berlín. Una investigación basada en más de 3.000 informes a los que este autor tuvo acceso a lo largo de varios años y cuyas fuentes son servicios de espionaje como el FBI o la CIA.
Según desveló Fratinni en 2015 a este mismo diario, él no es partidario de una u otra teoría, pero sí que considera que la mayoría de los historiadores que afirman que el «Führer» se suicidó se basan en una interpretación (la de Trevor-Roper) interesada y que cae en muchas contradicciones. Por ello, aconseja al público informarse de todas las versiones para formarse una opinión acertada.
Según desveló Fratinni a ABC, su libro explica ampliamente los fallos con los que cuenta la versión oficial y que enseñan, a día de hoy, los libros de historia. «Para empezar, Trevor-Roper explicó que había entrevistado a varios supervivientes que habían estado en el búnker y decían haber oído lo sucedido. Luego, en cambio, se descubrió que no se había visto con la mayoría de ellos, sino que había adquirido sus declaraciones en base a interrogatorios de las fuerzas aliadas», explicaba el autor a este diario.
A su vez, el autor señaló a ABC que Trevor-Roper afirmó que accedió al búnker de la Cancillería en septiembre de 1945 para ver el escenario del suicidio. Algo imposible, pues el 21 de julio los soviéticos lo habían inundado. Por otro lado, Frattini también criticó que se de -a día de hoy- una credibilidad total a una teoría avalada por un hombre que certificó que unos supuestos diarios de Hitler hallados hace varias décadas eran verdaderos cuando, como se demostró posteriormente, eran una estafa.
Entre las teorías más populares, destaca la que afirma que Adolf Hitler pudo escapar de Berlín con la ayuda de Hanna Reitsch, una conocida piloto de pruebas de la «Luftwaffe». Hallar el origen de esta tesis requiere retrotraerse en el tiempo hasta abril de 1945. Fue entonces cuando (con los soviéticos a las puertas de la ciudad) el líder germano hizo un llamamiento a sus pilotos más afamados para que acudieran a la capital del Reich, Una de las que viajó hasta la zona fue esta aviadora quien -tras evitar a las baterías antiaéreas del Ejército Rojo- logró aterrizar en las cercanías del último refugio del del «Führer».
Tras llegar por aire a Berlín, Reitsch mantuvo una reunión con el mismísimo Adolf Hitler. Un encuentro totalmente secreto cuyo contenido se desconoce a día de hoy. La versión oficial afirma que la piloto se fue posteriormente del búnker en solitario. Sin embargo, existen otras teorías que explican que el dictador se marchó en secreto con ella.
Frattini publicó en su libro un documento elaborado por la inteligencia soviética en el que, tras llevar a cabo un interrogatorio a la aviadora, los agentes de Stalin sugirieron la idea de que el dictador pudo marcharse junto a Reitsch en un avión de pasajeros. Y es que, aunque la piloto señaló en varias partes de la entrevista que el «Führer» había fallecido («¡Hitler está muerto! El hombre al que vi en el búnker no podía vivir», según dijo) también hizo una declaración en los años posteriores que desconcertó a los servicios secretos de todo el mundo: «¿Acaso no sería posible que llevara a Hitler a un lejano escondite? Aún hoy muchos siguen haciéndome esa misma preguntas, pero yo prefiero mantener la boca cerrada».
La misma teoría afirma también que Reitsch pudo transportar a Adolf Hitler y a Eva Braun hasta Magdeburgo. Desde allí, algunas fuentes determinaron que la pareja subió a otro aeroplano junto a un experimentado miembro de la «Luftwaffe». El aviador, según Frattini, fue Erich Baumgart, quien afirmó tras la guerra que les había llevado hasta Dinamarca. Dicha hipótesis fue corroborada por un alto oficial de las «SS» llamado Fiedrich von Angelotty-Mackensen quien, durante un interrogatorio, admitió haber estrechado la mano al «Führer» en aquella región después de que este hubiera dado un discurso a los presentes y antes de que se subiera a otro avión de carga junto a su mujer.
A partir de este punto, las teorías sobre qué país sirvió de último refugio a Hitler son muchas. Algunos le sitúan incluso en España. Algo que no parece extraño, pues por nuestras fronteras pasaron multitud de germanos en su camino hacia Latinoamérica tras la Segunda Guerra Mundial.
Entre las más curiosas, destaca una según la cual el líder nazi aterrizó en Barcelona, donde modificó su aspecto físico para poder escapar sin levantar sospechas. «En los años 60, J. Edgar Hoover, el director del FBI, ordenó a la inteligencia militar investigar una extraña historia que afirmaba que un médico en España había tenido a Hitler como paciente y le había hecho una operación de cirugía estética. La hipótesis está documentada porque hay informes de ello, pero no está probada posteriormente», señaló Frattini a ABC.
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