12 de mayo de 2013
Noticias de América en el Vaticano
el pais - LUCIA MAGI Roma 11 MAY 2013 - 00:48 CET15
“Hallé muy muchas islas pobladas con gente sin número. […]Andan todos desnudos, hombres y mujeres, así como sus madres los paren, aunque algunas mujeres se cobijan un solo lugar con una hoja de hierba o una cofia de algodón que para ellos hacen”. Con estas palabras,Cristóbal Colón describió a los Reyes Católicos su impresión de los indígenas del Nuevo Mundo. La carta está fechada el 4 de marzo de 1493: el almirante acababa de volver de su primer viaje a América. Entregó las tres hojas en abril, en Barcelona.
La noticia de tierras floridas que conquistar y poblaciones mansas que evangelizar llegó enseguida al Papa Alejandro V. Entre mayo y septiembre del mismo año firmó cuatro bulas por las que entregaban a la Corona de Castilla buena parte del territorio de Ultramar. El Pontífice español no llevaba entonces ni un año en el cargo y había encargado al pintor Pinturicchio la decoración de seis salones en el palacio vaticano. En uno de estos frescos —terminados a finales de 1494 y recién restaurados— asoma un grupo de hombres desnudos, de tez aceitunada. Algunos parecen bailar, otros casi se esconden. “Podría tratarse de la primera representación figurativa de los nativos americanos”, escribió recientemente Antonio Paolucci, director de los Museos Vaticanos, en L'Osservatore Romano. Y se desató una tormenta en las tranquilas aguas del arte antiguo.
¡La primera imagen del Nuevo Mundo, en el corazón del Viejo!
Fechas y estilo parecen encajar con la hipótesis de Paolucci. “En cuanto Colón vuelve a pisar España, se reúne con los Reyes que le habían financiado”, explica Consuelo Varela, profesora en la Escuela de Estudios Hispano-americanos del CSIC, en Sevilla, “y les entrega la carta que resume su aventura. Los diarios se difunden más adelante. Fernando e Isabel empiezan a intrigar para que el Papa se interese por el asunto”. Una larga relación de favores mutuos vinculaba al papa Borgia con los Reyes Católicos.
“Considero lógico”, prosigue la estudiosa de Colón, “que para seducir al Pontífice para obtener la bula, los soberanos le enviaran enseguida una copia de la carta, cuyo original se perdió. Además, el genovés manejaba su propia propaganda como nadie: anunciaba a bombo y platillo el descubrimiento, enviaba a diestro y siniestro biografías autorizadas y se paseaba la península con los seis indios que trajo de América. Los enseñaba desnudos y maquillados. Los pobres murieron de frío uno tras otro”.
La noticia de la existencia de un mundo virgen y lejano y de sus extraños habitantes era la historia del momento. Empezaron a circular representaciones de escenas exóticas del Nuevo Mundo, como la conservada en la biblioteca Colombina de Sevilla, impresa el 15 de junio de 1493 en Roma. “Casa con el gusto de la época y del propio Pinturicchio incluir elementos de actualidad en los decorados. Por ejemplo, pinta una santa Catalina de Alejandría que es igual a Lucrecia, la hija del Papa”, explica Silvia Danesi Squarzina, catedrática de historia del arte moderno en la Universidad La Sapienza de Roma.
Pinturicchio (1453-1513) ya era célebre en la capital por haber ayudado a su maestro Perugino decorando la parte baja de la Capilla Sixtina, en los años ochenta del siglo XV, dos décadas antes de la irrupción de Miguel Ángel. “Luce un estilo rico y minucioso, sus ciclos pictóricos rebosan de historias y de elementos arquitectónicos. Era la suntuosa traducción iconográfica del florecer económico y cultural de la Corte romana, que se preparaba para la explosión del Renacimiento”, afirma Squarzina.
La Resurrección de Cristo, con Alejandro VI arrodillado, con las manos juntas y la tiara a sus pies, domina el salón de los Misterios. “Detrás del altar apareció el grupo de figuritas de unos 20 centímetros de alto que corresponden a la descripción de Colón”, dice Maurizio De Luca, director del taller de restauración de los museos. “Fue un trabajo largo porque no se trata de un fresco verdadero, sino de una pintura mural en seco, realizada mezclando pigmentos y colas. Una técnica que daba gran libertad de horarios y matices cromáticos al artista, pero que se conserva mal”.
Y la noticia no puede ser más acorde con la actualidad: “Con la llegada del primer Papa americano”, subraya Sandro Magister, prestigioso vaticanista, “el descubrimiento de la primera imagen de los nativos del Nuevo Mundo, pintada en el apartamento de uno de sus predecesores, no podía ser más apropiada”.
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