Con un 6,5% de desempleo y un crecimiento estimado para este año del 3,8%, no puede decirse que Israel sufra las complicaciones económicas que lastran a Europa. Aun así, ante el creciente peso de la deuda pública, el otrora flamante nuevo ministro de Finanzas, Yair Lapid, ha acometido una de las más ambiciosas campañas de recortes y austeridad fiscal en la historia del Estado, cayendo en desgracia ante los ojos de una opinión pública que hasta hace sólo unas semanas le veía como un futuro Primer Ministro y sufriendo en sus propias carnes el recientemente popular fenómeno del escrache.
El partido de Lapid, Yesh Atid, quedó en un inesperado segundo puesto en las elecciones legislativas de enero. Benjamín Netanyahu, el ganador, se vio obligado a incluirle en su coalición. Aspiró a la cartera de Exteriores, la de mayor perfil en el Gobierno, pero el Primer Ministro le forzó a conformarse con Finanzas.
El desempleo en Israel es del 6,5%. El crecimiento en 2013 será del 3,8%. Pero Yair Lapid quiere recortar 24.500 millones de shékels en los próximos dos años
A pesar del crecimiento y bajo desempleo, a Israel le lastra el gasto público, carga resultante de generosos subsidios y exenciones a grupos religiosos y minorías, además de la manutención de un formidable aparato de seguridad nacional. El domingo, Lapid consiguió que el Consejo de Ministros aceptara aumentar el techo de endeudamiento público hasta el 4.65% del Producto Interior Bruto anual, frente al 4.2% del año pasado. En un principio, el nuevo Gobierno de Netanyahu se había comprometido a reducirlo, al 3%.
En la campaña electoral Lapid se erigió como el paladín de las clases medias, un popular presentador televisivo ajeno a maquinaciones políticas. Con la cartera ya en mano, se topó con la realidad: era nuevo ministro de Finanzas bajo un primer ministro en segundo mandato y responsable del desaguisado que ahora él debía reparar.
No toleraré que Israel se convierta en Grecia”
Yair Lapid, ministro de Finanzas de Israel
Entonces dijo darse cuenta de lo insostenible del gasto público en el país. En marzo, lanzó algún globo sonda, como el de aumentar la edad de jubilación de los hombres, de 67 a 70 años, y de las mujeres, de 62 a 65. Desistió, pero avanzó sus promesas electorales de acabar con los subsidios y la exención del servicio militar de los que gozan los judíos ultraortodoxos que se dedican a estudiar religión.
El martes presentó su nuevo presupuesto, que debe aprobar el consejo de ministros. El recorte total que busca el ministro es de 24.500 millones de shékels (5.200 millones de euros) en 2013 y 2014. Netanyahu, en visita oficial a China, dijo que lo apoya, pero que se reserva la prerrogativa de vetar recortes en defensa, zancadilla magistral. La seguridad es intocable. Lapid, de otra generación, no lo cree, y ha pedido rebajar ese gasto en 855 millones de euros.
Es más fácil, si llevas la concentración a su casa, que el político te vea y te oiga, y que acceda a dialogar contigo"
Daphni Leef, organizadora de las protestas
Entre sus propuestas principales: aumentar el IVA del 17 al 18% y el impuesto sobre la renta en un 1,5% a todos los contribuyentes. Se aplicará un tributo sobre bienes de lujo y se acabará con subsidios diversos a las compras de viviendas. El resultado: un 42% de los israelíes consultados por Shiluv Millward Brown Research Group cree que Lapid es un mal ministro de Finanzas. Un 50% considera su nombramiento un error.
“Lapid es un corredor de fondo, no un corredor de distancias cortas”, opina Yehuda Ben Meir, exlegislador y analista en el Instituto Nacional de Seguridad de Israel. “Lapid ha sido ministro un mes y medio. Y él mismo ha pedido un par de años para tratar de reparar la economía y que cree que tras esos dos años veremos resultados claros. Ni siquiera hay elecciones ahora o en dos años, por lo que es aun pronto para saber si este presupuesto le va a efectuar daño político alguno”, añade.
Lapid se ha defendido. El miércoles dio una rueda de prensa en la que dijo: “No toleraré que Israel se convierta en Grecia”. Por si acaso, grupos ciudadanos que en 2011 ya ocuparon las calles contra la desigualdad económica y social acudieron esta noche a protestar en su casa.
“La gente tiene que recurrir a estas cosas para hacerse oír”, dijo a este diario Daphni Leef, una de las líderes de ese movimiento de indignados, que ayudó a organizar la protesta de este jueves. “Es más fácil, si llevas la concentración a su casa, que el político te vea y te oiga, y que acceda a dialogar contigo. Es una forma de conseguir una conexión inmediata con él”. Llega así a Israel la costumbre de protestar ante los hogares de los políticos responsables de los rigores presupuestarios, que en España tanta polémica han generado.
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