13 de mayo de 2013

La cueva de Alí Babá del hachís


La cueva de Alí Babá del hachís

Córdoba emerge como parada en la distribución de la droga hacia Europa

Acapara dos incautaciones de 52.000 y 10.000 kilos, un récord histórico

Varios policías custodian el pasado lunes las 52 toneladas de hachís en el almacén de Córdoba donde fueron halladas. / AFP
Dos hombres maniatados. Otros dos golpeándoles. Es viernes 3 de mayo por la mañana, polígono de la Amargacena, Córdoba. Un trabajador acaba de entrar en una nave industrial en busca de una carretilla mecánica y se topa con esa escena. No es la que esperaba. El lugar, vacío, solo está ocupado por esas cuatro personas, los golpes y los gritos. Uno de los amordazados sangra por una ceja. Los dos agresores se abalanzan sobre el recién llegado. Lo reducen y lo atan. Más gritos. Más golpes. Y, de repente, nada. Los dos asaltantes desaparecen. El trabajador llama a la policía y denuncia el hecho. Los otros dos agredidos también escapan.
No será la primera alerta que reciba la comisaría de Córdoba esa mañana. Casi al unísono, otra llamada avisa de un intento de robo en otra nave cercana. Allí, los agentes harán un descubrimiento histórico: el mayor alijo de hachís incautado nunca en España, 52,6 toneladas de droga. De inmediato la policía ata cabos y se da cuenta de que ambos hechos están relacionados. Comienza entonces una operación para desmantelar dos importantes redes de narcotraficantes, con base en Sevilla, que sigue abierta. Ya hay cuatro detenidos que el juez ha enviado a prisión, pero se espera que las detenciones se sucedan. El Juzgado de Instrucción 1 de Córdoba dirige el caso.
En una semana han sido incautadas 95 toneladas en Córdoba y Algeciras
El descubrimiento de este insólito alijo, incautado solo un día después de que la Guardia Civil batiera el récord anterior de droga incautada en España con una aprehensión de 32 toneladas de hachís en el puerto de Algeciras y además descubriera 13.000 plantas de marihuana en Málaga, ha destapado un perfil de Córdoba como base de operaciones para la exportación de la droga hacia Europa, desconocido hasta ahora. Seis días después del descomunal alijo, florecieron en esta ciudad otros 291 kilos de hachís en una tercera nave industrial. Y un día más tarde, otras 10 toneladas repartidas en dos camiones en una cuarta nave. Como referencia, en toda España se incautaron 325 toneladas de hachís a lo largo de 2012.
“Va en contra de la lógica del traficante acumular tanta droga en un mismo sitio. Lo tengo el menor tiempo posible y lo largo. Para esto hay que tener muy poquita cabeza”, ejemplifican fuentes policiales sobre este caso, inusual en la tradicional entrada de hachís a Europa a través de Andalucía. Tal acopio de narcóticos pudo deberse a un inesperado problema de distribución de la banda, compuesta por dos familias sevillanas. Una de ellas es vieja conocida de la policía, ya que poseía una empresa de transportes y hace años ya les fue incautado un alijo de una tonelada de droga en la frontera hacia Francia.
Ahora Córdoba era su base logística para repartir la droga de origen marroquí hacia el norte de Europa, especialmente Alemania y Holanda. El incesante tráfico de camiones desde Marruecos tenía escalas habitualmente en Sevilla, pero esta banda optó por mudar su gran infraestructura a Córdoba, un centro menos sospechoso que la capital andaluza. El polígono de la Amargacena no puede estar mejor ubicado. Junto a la A-4, con línea directa a Málaga, Sevilla, Cádiz y Huelva, por el Sur, y Madrid y el resto del país, por el Norte. El trajín diario de camiones y furgonetas de todos los tamaños que entran y salen del polígono completa la tapadera perfecta.
“Las tres naves estaban alquiladas a distintos propietarios”, señalan fuentes policiales. Los datos recogidos en los contratos de arrendamiento han servido para proceder, al menos, a una de las detenciones. Todos los sospechosos proceden de Sevilla (aunque dos de ellos fueron detenidos en Almonte, Huelva). ¿Qué papel jugaban estas naves? Las hipótesis siguen abiertas, pero la policía baraja la posibilidad de que la primera de ellas, la misma en la que el trabajador encontró a los dos maniatados, servía de tienda para un menudeo de droga a media escala. La segunda nave, donde se halló el alijo, sería el almacén general.
Esa nave, con dos camiones de medio tonelaje dentro y hasta arriba de hachís, era la que buscaban los dos agresores, sospechan los investigadores. “Podría tratarse de un intento de robo entre dos bandas”, detallan dichas fuentes. Según esta línea, tras arrancar la información a los dos amordazados de dónde se encontraba el almacén, los atacantes se montaron en sus coches —algunos testigos apuntan que podrían ser dos—, fueron hasta allí y trataron de reventar la puerta de metal empotrándose contra ella en una especie de alunizaje, pero sin éxito.
“Va en contra de la lógica del traficante acumular tanta droga en un sitio”
Entonces los acontecimientos se precipitan. El trabajador que había visto la agresión logra liberarse de la cinta de embalar con la que lo habían atado y avisa a la policía. “El Grupo V, dedicado a Patrimonio, se da cuenta de que aquello parece algo más que un atraco”, relatan las fuentes. Había restos de embalajes por el suelo similares a los que se usan para almacenar droga, restos de sangre. Así que se da también aviso al Grupo de Estupefacientes.
Mientras tanto, otro trabajador del polígono pasa por delante de la segunda nave que acaba de intentar ser reventada. Allí ya no queda nadie. Uno de los socios del propietario se acerca al lugar, comprueba los destrozos y llama a la policía. Los episodios guardan vínculos y los agentes llegan a la segunda nave. Lo que encontrarán dentro dejará a todos boquiabiertos.
Nadie sospechaba nada en el polígono. “Nunca vi movimiento ni nada extraño”, comenta un trabajador de una chatarrería cercana a la nave donde se encontró el gran botín. La Amargacena es uno de los polígonos con mayor actividad de Córdoba. Hay cientos de empresas grandes y pequeñas, junto a talleres y almacenes. Y su disposición irregular, con numerosos callejones y traseras para carga y descarga, complica la visibilidad del conjunto. En una de esas traseras, disimulada entre toda una hilera de almacenes idénticos y al abrigo de curiosos, se encontraba el mayor alijo de hachís de la historia de España.
El caso sigue abierto y las pesquisas dando frutos. Localizada la banda que distribuía la droga incautada, la identificación de los que supuestamente intentaron robarles la droga y sus cómplices será un trabajo arduo. La imagen de los mandos policiales, satisfechos por un golpe de suerte que les ha dado la mayor alegría en la cada vez más compleja lucha antidroga, es muy gráfica: aparecen todos en un estrecho pasillo rodeados de contenedores de madera repletos hasta los topes de fardos de hachís en una nave de 650 metros cuadrados con nueve metros de altura. Las cantidades son tan grandes que los agentes investigan ahora cómo se blanqueaba todo ese dinero que en el mercado podía alcanzar los 80 millones de euros.

32 toneladas camufladas entre melones

J. M-A.
Las incautaciones de droga en el puerto de Algeciras (Cádiz) son habituales. Pero la aparición de 32 toneladas de hachís en un camión que transportaba melones desde Marruecos a Francia la semana pasada, dejó perplejos a los agentes de la Guardia Civil. Tras los melones estaban almacenados nada menos que 32.000 kilos de hachís. El conductor fue detenido y pocos días después las autoridades marroquíes detuvieron a tres personas en el puerto de Tánger Med, de donde había salido el cargamento con destino a Perpignan. Entre los detenidos figuraban un policía y un agente de aduanas, informó Efe.
Durante el segundo semestre de 2012 las estadísticas habían marcado un descenso en las incautaciones en camiones, aunque se mantenían estables las realizadas en coches y personas con kilos de droga adosados al cuerpo. Identificados los perfiles de riesgo junto a los agentes de la Aduana, la Guardia Civil intensificó las inspecciones en ciertos camiones hasta que saltó el bingo en la Operación Melonar.
Cada día atraviesan el puerto de Algeciras una media de 400 camiones, y de ellos la mitad pueden ser objeto de una inspección visual de los agentes con los perros rastreadores, cuyo olfato busca romper la barrera del plástico que rodea los fardos de hachís. La décima parte de los camiones puede tener la mercancía escaneada.
Durante las inspecciones es vital el estudio del comportamiento del conductor, la disposición de las cajas y cualquier detalle sospechoso: desde la empresa transportadora hasta las ciudades de origen y destino, así como la frecuencia de transporte. Los fardos siempre van ocultos tras unas pantallas. “Importa hasta la agilidad para abrir las cajas”, ilustran fuentes del Instituto Armado.

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