martes, 9 de junio de 2020
DESTRUCTOR - 10/06/2020
En 2017 la portada de la revista alemana Die Weltwoche, Semana del mundo, representa a Bergoglio como un demoledor de la Iglesia Católica montando una enorme bola de metal utilizada para demoler edificios de la Iglesia que ya están medio destruidos. La caricatura ilustra un artículo de Matthias Matussek analizando su obra demoledora: Sus muchas innovaciones, las palabrotas que utiliza en sus discursos, las contradicciones en sus declaraciones, las ofensas personales a la curia, la persecución de sus enemigos como Burke y Sarah, su política de tolerancia con sacerdotes pedófilos, su preocupación por las encuestas de opinión en lugar de defender el dogma, la forma descuidada e imprudente con que se ocupa de la moral como las críticas que hizo a las familias numerosas que "se multiplican como conejos", su invitación a la conocida abortista Ehrlich para dar una conferencia en el Vaticano, su acercamiento a la homosexualidad, etc. y haciéndose eco del periódico inglés Espectator se preguntaba si se habría vuelto loco. Pero Matussek concluye que no es un loco, sino que tiene una agenda y esa agenda es demoler la Una, Sancta, Catholica Ecclesia siguiendo el plan del Vaticano II.
En las Obras del Seráfico Padre San Francisco de Asís, editado por Washbourne en 1882, cuenta que poco antes de morir San Francisco advirtió a sus seguidores de que vendrían grandes pruebas y tribulaciones, la malicia de los impíos se incrementará, los demonios tendrán un poder inusual.
Durante esa tribulación un hombre elegido no canónicamente se elevará al pontificado y con su astucia se esforzará por llevar a muchos al error y a la muerte.
Los escándalos se multiplicarán, nuestra Orden se dividirá y muchas otras serán destruidas totalmente porque aceptarán el error en lugar de oponerse a él.
Habrá tal diversidad de opiniones y cismas que si esos días no se acortasen hasta los escogidos serían inducidos a error en medio de tan gran confusión.
Aquellos que perseveren en su fervor y se adhieran a la virtud con amor y celo por la verdad sufrirán injurias y persecuciones, serán considerados rebeldes y cismáticos, pero los elegidos preferirán obedecer a Dios antes que a los hombres.
Algunos predicadores mantendrán silencio sobre la verdad y otros la pisarán bajo sus pies y la negarán pues Nuestro Señor Jesucristo no les enviará un verdadero Pastor sino un destructor.
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