N O V E D A D E S
CONTRA-REVOLUCIONARIAS
jueves, 10 de octubre de 2019
VARIACIONES - 11/10/2019
Hay épocas en las que la opinión pública de una nación sólo se entusiasma con las opiniones extremadas, las afirmaciones o las negaciones estruendosas, las grandes polémicas, los oradores de elocuencia altisonante, los hombres capaces de grandes hechos como el conde de La Rochejaquelein, general del Ejército Católico de la Vandea, héroe de la resistencia contra la Revolución francesa.
Dice el adagio francés tout passe, tout casse, toute lasse et tout se remplace, todo pasa, todo se quiebra, todo cansa y todo se reemplaza.
Este gusto de lo grandioso tiende fácilmente a la exageración. Del heroísmo auténtico se pasa al melodrama, y como nadie puede vivir por mucho tiempo en una atmósfera saturada de rayos y truenos, poco a poco las energías se van gastando, y una sorda nostalgia de la tranquila vida cotidiana, con su despreocupación, con su amenidad, con los placeres vegetativos que proporciona, va minando los corazones.
Los héroes y los heroísmos van pasando de moda. Los espíritus, saturados y hartos de ideal, van dislocando sus preferencias hacia otro polo, hacia las formas de virtud que aseguran la tranquilidad de la vida.
Es la era de los moderados, es decir, de los periodistas que pronostican la inminente solución de todos los problemas, de los pensadores sonrientes que amortiguan con destreza las polémicas encontrando "medios términos" hábiles entre las opiniones extremas, de los artistas que presentan estilos y formas de belleza adecuados a una vida mediana y risueña, etc.
Al cabo de cierto tiempo, los ánimos están rehechos, las energías recuperadas. La vida cotidiana comienza a hartar. El aire parece parado y denso en la modorra de la rutina diaria. El apetito de lo grandioso resurge. Y el ciclo recomienza.
El tiempo que duran estos ciclos es algo muy variable. A veces en la vida de una misma generación estos ciclos se suceden rápidamente. Otras veces, su lentitud es tal que se arrastra lentamente a través de generaciones.
De cualquier forma, este fenómeno existe y marca a fondo toda la vida política, social, cultural y económica. Si Bizancio cayó, fue en gran parte porque los ánimos se encontraban en la fase "moderada" y vegetativa mientras que los acontecimientos exigían heroísmo.
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