13 de octubre de 2019

PONDERACION

viernes, 11 de octubre de 2019



PONDERACIÓN - 12/10/2019

La caída de Napoleón fue muy favorecida porque los franceses estaban cansados del clima de grandeza un tanto melodramática del Imperio, desde el mariscal Ney hasta el último de los pequeños burgueses. Si Alemania pudo invadir tan fácilmente a Francia en 1940, fue en parte porque encontró delante de sí un pueblo embriagado de espíritu pacifista y "moderado", mientras que los nazis estaban en el cenit de su fase "heroica".

Las marcas de estos diversos estados de espíritu son tan profundas en todos los campos, que incluso invaden inesperadamente dominios como el de la moda y del humor. En los períodos "heroicos" los tipos femeninos que logran más éxito son los imponentes, grandiosos, fatales, cleopátricos.

En los períodos "moderados" la admiración recae más fácilmente sobre lo gracioso, lo leve, lo gentil. En los períodos "heroicos", el humor tiene apetito de anécdotas o diseños que provoquen grandes carcajadas. En los períodos "moderados" se desea un humor discreto, sobrio, que simplemente haga sonreír. El estilo Biedermeier del cuadro tuvo gran auge en el periodo posterior a las guerras de Napoleón.

Evidentemente, un hombre sujeto a las grandes variaciones mentales de la opinión pública, que acabamos de describir, sería un intemperante típico.

Efectivamente, mutaciones de estas existen en el hombre virtuoso, pero de modo equilibrado. Hay momentos en que el espíritu temperante está dispuesto a la acción, y otros al reposo, momentos en que su alma aspira a las cúspides austeras y otros a los valles risueños. Pero, porque es equilibrado, sabe que su vida fue hecha para los horizontes sublimes y gravísimos que la fe le revela, de la alternativa entre las glorias regias del Cielo y la tragedia eterna del infierno, poniendo en juego a cada instante la Sangre de Cristo. Sabe que la vida tiene momentos de placer y horas de lucha, momentos de reposo y momentos de trabajo, de dolor y de alegría, de intimidad y de solemnidad.

El hombre equilibrado no ignora que tener un alma saludable pide estas alternancias. Y por esto no querrá pasar toda su vida sólo en uno de estos climas, en el "heroico" o en el "moderado". Aún más, sus estados de espíritu no quedarán a merced de los vientos indecisos de su sensibilidad.

El hombre ponderado sabe portarse a la altura de las circunstancias, no mostrando una grandilocuencia ridícula en las ocasiones triviales, ni una trivialidad torpe en las grandes situaciones.

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