14 de marzo de 2019

ANGEL

jueves, 14 de marzo de 2019


ÁNGEL – 14/03/2019

El Ángel de la guarda no es menos inteligente que el demonio, en cambio, él que es inteligentísimo, fuerte y majestuoso, es presentado como un ser insípido y sin valor.

¿Cómo son las representaciones que cierta iconografía muy corriente hace de los Ángeles buenos? Nos los muestran como seres manifiestamente bien intencionados, felices, cándidos, y todo esto está de acuerdo con la santidad, la bienaventuranza, la pureza que poseen en grado eminente.

Pero estas representaciones son exageradas y, queriendo acentuar la bondad y la pureza de los Ángeles fieles, y no sabiendo cómo expresar al mismo tiempo su inteligencia, su fortaleza, su admirable majestad, los representan como seres insípidos y sin valor. El Ángel de la guarda, es representado como un ser bueno, pero sin brío.

La fotografía muestra a una niña cruzando un riachuelo, sobre una tabla. Su Ángel de la guarda la protege. El cuadro, siendo popular y sin pretensiones, no deja de despertar simpatías legítimas, pues evoca de modo agradable un panorama campestre, teniendo al fondo el campanario de la aldea que impregna la vida en los campos de inocencia, donde ésta más fácilmente se puede conservar. Por otro lado, es conmovedora la idea de un niño que anda despreocupado por el camino protegido por un Príncipe celeste, que le ampara cariñosamente.

Pero este Príncipe, si observamos su cara, ¿no parece totalmente carente de aquella fuerza, de aquella inteligencia, de aquella penetración, de aquella sutileza propia de la naturaleza angélica, con la cual se representa siempre a Satanás?

Observemos el cuerpo que se atribuye al Ángel bueno: actitud mole, despreocupada, sin inteligencia. Comparémoslo con la figura esbelta, ágil, con el porte expresivo de Mefistófeles que veíamos ayer, ¿puede haber mayor diferencia?

Representando siempre, como lo hace cierta iconografía azucarada, a los Ángeles buenos como seres moles, inexpresivos, casi tontos, ¿qué impresión se crea en el alma popular? La impresión de que la virtud produce seres sin coraje y bobos. Este es un aspecto de la acción edulcorante que el romanticismo ejerció tan profundamente, y que aún continúa ejerciendo en muchos medios.

EXCERTOS DE COMENTARIOS DEL PROF. PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA SIN REVISION DEL AUTOR.

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