(Portaluz) Profesor de filosofía y psicología en París, Anatrella es también Consultor del Pontificio Consejo para la Familia, del Consejo Pontificio para la Salud y ha publicado numerosas investigaciones sobre la materia como La teoria del gender e l’origine dell’omosessualità (San Paolo 2012) y Il regno di Narciso (San Paolo 2014).
Profesor Anatrella, desde hace algún tiempo usted denuncia a la teoría de género como una ideología totalitaria y ha escrito que, como el marxismo en el siglo pasado, el género sería el campo de batalla en este siglo. ¿No es excesivo?
Dejemos claro lo siguiente: no debemos confundir los estudios de género que analizan la relación entre hombres y mujeres en la sociedad, en diferentes ámbitos culturales, con el fin de lograr un mayor respeto a su dignidad, igualdad y la respectiva vocación, con la teoría de género, inspirada en diferentes corrientes de pensamiento… Es cierto que a similares habilidades o competencias, un hombre y una mujer podrían ejercer las mismas responsabilidades, pero el problema aquí es que con ello se quiere hacer creer que psicológicamente y socialmente el hombre y la mujer son iguales.
Sin embargo, los hombres y las mujeres no pueden hacer sistemáticamente las mismas tareas o sostener la misma representación simbólica, empezando por la maternidad y la paternidad. Esta perspectiva igualitarista ha distorsionado y complicado las relaciones entre los dos sexos y explica en parte -aunque no es la única razón- el por qué las relaciones de pareja se han vuelto difíciles y por qué muchos no quieren casarse o tienen miedo del matrimonio. La sociología constata un fenómeno siempre recurrente en la historia: Cuando las mujeres entran en masa en un sector de actividad, los hombres desaparecen. Pero la ideología de género va más allá, afirmando que la sexualidad biológica no es importante en el desarrollo psicológico. En realidad, la psicología de cada uno de nosotros se desarrolla en la medida en que ocurre la internalización de la propia corporeidad sexual.
Los distintos autores que proponen la ideología de género también argumentan que tenemos que pensar de manera diferente la sexualidad y la organización de la sociedad. Ya no definen la sexualidad a partir de sólo dos identidades sexuales existentes, hombre y mujer, porque según ellos esto es injusto, sino a partir de la libre orientación-opción sexual… heterosexualidad, homosexualidad, bisexualidad, transexualidad, etc. De esta manera todo el mundo estaría en condiciones de igualdad, mientras que si sólo se afirma la identidad del hombre y de la mujer se excluiría a otras formas de la sexualidad. ¿Cómo no ver que este punto de vista es contrario al dato de la realidad?
¿Es utópico plantear la igualdad?
Lo real es que la identidad sexual refiere al ser de la persona, mientras que la orientación sexual se relaciona con los impulsos sexuales. …Durante setenta años, la sociedad estuvo dominada por la ceguera ante una ideología basada en una pseudo-igualdad y en la creencia de que el ser humano es el producto de una cultura… Lo mismo que ahora la teoría de género sostiene a su vez sobre la identidad sexual. Pero si la persona fuese simplemente el producto de una cultura, se convierte en un autómata y su singularidad desaparece. El género es totalitario en la medida que en occidente se busca reorganizar políticamente la sociedad desde el punto de vista poco realista de la orientación sexual, como en el caso del matrimonio entre personas del mismo sexo.
Ello pues la homosexualidad no puede estar en el origen de la pareja conyugal, ni de la familia, ya que esta forma de sexualidad entre dos personas del mismo sexo no tiene -en el plano psicológico, corpóreo y fisiológico- las mismas características de aquella fundada en la alteridad sexual, que es posible sólo en la relación hombre-mujer. Y puesto que en el sentido estricto la llamada pareja y familia homosexual no existe, podemos entender que se trata de un artificio y una corrupción del lenguaje. Con la palabra siempre es fácil engañar, dando nombres a la realidad más en función de los propios fantasmas que de lo real. Pero aún así, la homosexualidad se ha convertido en un asunto político para reorganizar la sociedad a partir de ella.
Progresivamente en muchos países europeos se consolida un sistema represivo, incluso desde el ámbito judicial, para imponer este nuevo principio. Lo que está en cuestión no son las personas gay, que deben ser respetadas como ciudadanos, sino una voluntad militante y política para hacer de la homosexualidad una regla que forme parte del orden de la pareja y la familia. Los propios militantes que están luchando por esta causa dicen claramente que es necesario abrir el matrimonio a todos para mejor destruirlo, con el fin de lograr la igualdad de todas las diferentes formas de relación (lésbico, gay, heterosexual, transexual, transgénero, etcétera). Encontramos la misma idea (absolutista destructora) en el inicio de la aplicación del marxismo en los países comunistas.
Usted ha manifestado que es un error aceptar leyes de compromiso como las uniones civiles ¿Por qué?
Son hipócritas y un error en el sentido de que es un matrimonio de serie B con la mayor parte de los beneficios del matrimonio. La opinión pública ha sido moldeada para aceptar las uniones civiles como un mal menor, cuando en realidad es una plataforma para permitir luego el matrimonio entre personas del mismo sexo. Por el contrario, uno habría esperado una ley, un contrato de asociación de los bienes, abierto a todos los ciudadanos sin distinción, con ciertas ventajas fiscales; especialmente con respecto a la posesión de la propiedad y la herencia.
Pero las leyes de uniones civiles han comenzado a desdibujar la realidad del matrimonio, lo que nos ha traído hoy a la confusión y la devaluación del matrimonio basado en la diferencia de los sexos. Estas leyes son hechas a la medida de la inestabilidad de las relaciones y la inmadurez afectiva de la época actual. Es posible suponer además que desde el momento en que el matrimonio está abierto a las personas homosexuales, corre el riesgo de que la gente ya no desee casarse porque la imagen del matrimonio se torna confusa y contradictoria. Por otra parte, es interesante observar que en la mayoría de los países que han permitido el matrimonio entre personas del mismo sexo, estos matrimonios disminuyeron año tras año, hasta que se vuelven inexistentes.
En otras palabras, hemos conmocionado el código civil… pervirtiendo el matrimonio a los intereses de una pequeña minoría de personas y aquí en este campo de ruinas de lo que fue la hermosa realidad del matrimonio, la confusión de sentimientos e identidades tienen un impacto en la vida emocional y sexual de las jóvenes generaciones…. Las leyes de uniones civiles y el matrimonio entre personas del mismo sexo tienen un impacto en la representación social de la sexualidad.
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