Al ver las Torres Blancas de Madrid o el edificio Walden 7 de Barcelona, lo habitual es alzar la mirada, fascinado, y gritar: “¡Satán es mi señor!”. Al menos es lo habitual para José Ramón Lorenzo, que en 2009 publicó
cuatro textos sobre la arquitectura brutalista en su blog Vicisitud y sordidez, iniciando la crítica más despiadada (y graciosa) a los delirios de cemento y pilares que forman polígonos y ciudades jardín.
Parking de Trinity Square, del estudio de arquitectos DLG, en Nottingham, Reino Unido (Getty Images)
Estos post (y los que siguieron) aglutinaron una comunidad de adoradores de Satán que acabó creando una
página en Facebook que, con más de 5.300 miembros, "actualmente tiene más seguidores que el blog -nos explica Lorenzo en una entrevista-. A la gente le gusta el rollo humorístico e incluso ha creado una terminología propia",
con palabras como adifisio y horrotonda. "La página también me ha llevado a descubrir webs que no conocía de nada, gracias sobre todo a muchos arquitectos con sentido del humor" (no: Lorenzo no es arquitecto).
De ahí se pasó a una web,
Satán es mi señor, en la que se hace “un trabajo muy importante: dar contenido, enlaces y geolocalización”, además de “permanencia y catalogación a todas las sugerencias, información y fotos que surgen de la página de Facebook”. El objetivo es que no se pierda nada y que se difunda esta fascinación feísta (y humorística) por el brutalismo.
Con ánimo de sumar nuevos adeptos al satanismo, ofrecemos un breve recorrido introductorio por los hitos de este movimiento arquitectónico, por supuesto de la mano de Lorenzo.
1. La Unidad Habitacional de Marsella. Le Corbusier es la bestia negra de Lorenzo y del movimiento satanista. De hecho, el arquitecto suizo, junto con el finlandés Eero Saarinen, es el inspirador de la arquitectura brutalista, que tuvo su auge entre las décadas de los 50 y los 70. El nombre, que suena muy apropiado, tiene su origen en el término francés béton brut (hormigón crudo), que era como Le Corbusier describía su material de construcción favorito.
Unidad Habitacional de Marsella, de Le Corbusier (Getty Images).
Lorenzo añade que estas construcciones comienzan cuando "se piensa, con la mejor intención, que las ciudades están mal y surge la idea de la ciudad jardín. A partir de ahí, Le Corbusier crea la fórmula urbanística perfecta para el mal", es decir, las unidades habitacionales.
"No sólo
la de Marsella, sino cualquiera, porque él planteaba hacer algo aplicable a cualquier sitio. Es la madre del cordero de toda la arquitectura moderna. Animo a la gente a que vaya a las unidades de habitación de Nantes o de Berlín, y se ponga de rodillas junto a los pilotes". Lorenzo añade que en el caso de Marsella "se ha gastado una millonada en su restauración y protección para que sea mínimamente viable".
2. El recorrido sigue con Alison y Peter Smithson, que acuñan el término
"streets in the sky", calles en el cielo. Su obra principal son los
Robin Hood Gardens, en Londres, una de las favoritas (según se mire) de Lorenzo: "Como dijimos en el blog:
'¡Habéis inventado la corrala!' Es una idea de bombero: meter a un montón de gente que podría estar en la calle, segregarla e intentar convertir un pasillo que da a los apartamentos en una forma de crear vida en comunidad, cuando eso se hace en la calle. Pero claro, abajo hay unos pilotes de hormigón. Es demencial".
Los Robin Hood Gardens (completados en 1972) con la torre Balfron al fondo. (Getty Images).
3. Muy cerca está la
Balfron Tower (1963), de Ernö Goldfinger, completando una ruta que en
Vicisitud y sordidez se catalogó como "
El gran derby londinense". Lorenzo pudo ver las grandes obras brutalistas de Londres cuando visitó a su hermana y a su cuñado, que vivían en la ciudad y quienes cometieron el error de preguntarle qué le apetecía conocer. "Les hice un recorrido por Satanás y mi cuñado me acabó diciendo: 'Esto no tiene pies ni cabeza'".
4. No es de extrañar que Lorenzo dude acerca de si esta fascinación sigue siendo irónica o ya se ha convertido en sincera. Actualmente vive en el Reino Unido y en una ocasión hizo
un viaje de cuatro horas de ida y cuatro de vuelta para visitar "el edificio de viviendas públicas más grande del país,
Park Hill", un complejo que cuenta con un millar de apartamentos y que se completó en 1960.
Park Hill, en Sheffield (Getty Images).
5. Pasamos ahora a París, concretamente al
Mairie d'Ivry, que es "una orgía de ángulos agudos de hormigón -nos explica Lorenzo-. Para bajar las escaleras hay que ir de lado, como si fueras Norma Duval. Pero como no tienes el arte de Duval, te caes". Diseñado por Jean Renaudie, estas viviendas se edificaron entre 1969 y 1975, y visitarlas es la idea de escapada romántica para el autor del blog, según
narra en esta entrada.
6.
El Ruedo (Moratalaz, Madrid), de Francisco Javier Sáenz de Oiza, "es un invento maravilloso desde su concepción, ya que nace con la idea de segregación social y racial -nota: Lorenzo está siendo irónico-. Además, como los muros para aislar del ruido apenas tienen unos agujeros muy pequeños, lo llaman la cárcel de la M-30". Este edificio, calificado en
Satán es mi señor como "
el más satánico de la capital de España", se construyó entre 1986 y 1990.
Recibió el premio de Arquitectura y Urbanismo del Ayuntamiento de Madrid otorgado por el COAM poco después de su construcción. "El interior es autista -añade Lorenzo-. Es un universo propio perfecto para el trapicheo"
7. Otro clásico de Sáenz de Oiza son las
Torres Blancas, de Madrid, que Lorenzo nos describe como "lujo de hormigón". En honor al arquitecto, hay que decir que vivió en el edificio desde el término de las obras en 1968 hasta su muerte en el año 2000.
Las Torres Blancas. O grises. (Getty Images).
Como cuenta Lorenzo, el brutalismo nace en gran medida como solución urbanística para clases populares, por lo que las Torres Blancas fueron una de las traslaciones del modelo al alto standing, a pesar de que "a las clases altas les gusta el chalet. Huyen del tejido urbano como signo de estatus".
8. En cambio, la Unidad Vecinal de Absorción (UVA) de Hortaleza es uno de los exponentes de la necesidad de construir mucho y en poco tiempo, urgencia que se plantea en Europa tras la Segunda Guerra Mundial y que llega a España cuando comienza el éxodo del campo a las ciudades, "ya sea porque las empresas atraen a trabajadores o porque se demolen las chabolas". En ese momento "surge la necesidad de construir muy rápido muchísimas viviendas para reubicar a toda esa gente, logrando soluciones de ingeniería muy curiosas".
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