25 de octubre de 2014
El PSOE defiende el uso del término ‘socialista’ a pesar de las ideas de Valls
el pais - ANABEL DÍEZ Madrid 25 OCT 2014 - 12:09 CEST3
El primer ministro francés, Manuel Valls, de origen español, agita de nuevo a los partidos socialistas y socialdemócratas al proclamar que “hay que acabar con la izquierda anticuada, que se aferra a un pasado superado y nostálgico”. Es más, considera que habría que prescindir de la denominación socialista para ir hacia una fuerza política “pragmática, reformista y republicana”. De entrada, todos los postulados del primer ministro francés chirrían en el PSOE español. Este partido no se reconoce en las apelaciones a terminar con “tótems pasados”. El partido que lidera Pedro Sánchez emprende la elaboración de un proyecto “de mayorías”, sin dejar de llamarse socialista.
“La socialdemocracia no tiene un problema ideológico, sino político”, replica el portavoz del Grupo Parlamentario socialista, Antonio Hernando. El PSOE “no tiene que buscar su identidad como hacen los compañeros franceses porque el reformismo está en su historia”, añade el coordinador de las fundaciones del PSOE, Rafael Simancas.
El secretario general socialista rechaza “la tensión que le empuja a la derecha liberal, y la tensión que le empuja al populismo estéril”, sintetiza Simancas, que pone voz a las disquisiciones de Sánchez con su equipo.
El máximo dirigente socialista ha puesto al frente de la secretaría de Estudios y Programas del PSOE a la diputada del PSC Meritxel Batet, profesora de Derecho Constitucional y experta en política internacional. “La socialdemocracia tiene un reto esencial y no es su nombre lo más importante. Tiene pendiente el desafío de ser una alternativa creíble frente a la política conservadora que está gobernando la crisis económica solo con austeridad y solo dirigida a la reducción del déficit”, dice Batet.
Conectar con “amplias mayorías” para volver al Gobierno de España y al de las comunidades autónomas de donde fueron desalojados es el motor que mueve a los dirigentes territoriales del PSOE; a los que gobiernan y a los que aspiran a ello.
La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, se muestra convencida de que “prescindir del término socialista no aporta nada en sí mismo y resta porque difumina nuestras raíces que son nobles y profundas”, señala. “Cambiar el nombre no garantiza la necesaria puesta al día del socialismo o de la socialdemocracia que, por supuesto, tiene que hacer un esfuerzo para renovarse y volver a conectar con las amplias mayorías que siempre han apoyado nuestro proyecto en España y en buena parte de Europa”.
No pueden obviar los socialistas la existencia de Podemos. “Incluso ahora mismo estamos asistiendo al nacimiento de nuevos grupos con nombres también nuevos que reproducen bajo camuflaje los viejos vicios de la vieja política”, dice Díaz. Su partido tiene la tarea de ponerse al día sin desprenderse de los valores de libertad, justicia e igualdad, reseña.
Al ataque contra quienes quieren desprenderse de la denominación de socialismo entra el alcalde de Toledo, Emiliano García-Page, miembro de la Ejecutiva Federal del PSOE, que aspira a gobernar a partir del mes de mayo la comunidad de Castilla-La Mancha. Considerado en su partido como un pragmático, pregunta retóricamente al primer ministro francés, Manuel Valls cómo se define. “Dice que no quiere llamarse socialista, pero no dice qué es”, agrega.
García-Page asegura que el PSOE ha vuelto a hacer con Pedro Sánchez lo que ya hizo en otras etapas de su historia: un punto y aparte.
Los socialistas españoles no viven desde hace años la actual convulsión de sus compañeros franceses, que están en plena discusión ideológica. El debate asomó en la carrera por la secretaría general del PSOE entre la posición de Izquierda Socialista representada por José Antonio Pérez Tapias y las opciones mayoritarias de Eduardo Madina y el que resultara ganador, Pedro Sánchez. Ese ala izquierda sumó un 15% de la militancia.
El reformismo está en la “idiosincrasia del PSOE” desde tiempos de Felipe González y su rechazo al marxismo, según rememoran todos los consultados. La socialdemocracia tiene un problema serio de apoyo electoral, pero para los socialistas españoles la solución no está en crear un “frente progresista” en el que se diluyan los partidos socialistas, recalca Hernando, que defiende la “vocación de proyecto autónomo” del socialismo español.
El diputado Simancas afirma: “Reformismo sí, pero no transformismo”. Y agrega: “El PSOE trabaja en adaptar su reformismo a los nuevos retos, pero eso no significa que la solución esté en convertirlo en un partido de derechas”.
El socialismo democrático se distancia del Estado mínimo, “y del libre mercado absoluto sin límites ni reglas”, recalca Simancas, patrono de las Fundaciones Pablo Iglesias y Sistema. Tanto Simancas como Meritxel Batet alertan de que el socialismo o la socialdemocracia tienen que hacerse globales o no serán eficaces. “Los programas, las organizaciones y los liderazgos socialistas ya no pueden ser nacionales”, añade.
Los socialistas, además, sienten la presión por el ascenso que le dan las encuestas a Podemos. Sin embargo, desde el PSOE se atribuye a este partido “no tener un proyecto realista”.
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