27 de octubre de 2014
El búnker de Mussolini
EL PAÍS Madrid 27 OCT 2014 - 11:24 CET
Mantener viva la memoria. Es la razón que el alcalde de Roma, Ignacio Marino, dio a los periodistas de todo el mundo que no han querido perderse la apertura al público del búnker que Benito Mussolini hizo construir en su residencia deVilla Torlonia, en el centro de la capital italiana. Un pequeño espacio, de unos ochenta metros cuadrados, bajo el lago de lo que el dictador llamaba "la Palazzina" y el resto de romanos "el Palazzo". El espacio ya existía y era la bodega de la residencia de estilio neoclásico que en el siglo XIX ordenó construir la familia de banqueros y en los años 20, cuando llegó al poder, el líder facista alquiló por una lira al año para convertirlo en su residencia.
A diferencia de otros búnkeres construídos para la seguridad de los grandes políticos de la Segunda Guerra Mundial, este refugio es modesto. La resistencia contra las bombas la proporcionaban una capa de un metro veinte de grosor de cemento armado con que se revistieron techos y paredes y gruesas puertas metálicas aseguraban el aislamiento ante posibles ataques con gases.
El espacio, reservado para uso exclusivo de Mussolini y su familia, es accesible ahora para todos los que quieran recordar la Italia en blanco y negro, la cartilla de racionamiento y los desfiles militares a mayor gloria del Duce.
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