29 de octubre de 2012
Cáritas: «Si esto no cambia, parte de la población se quedará al margen para siempre»
ABC - Día 29/10/2012 - 12.21h
Jorge Nuño es un español poco común: nacido en Colonia en 1966 de padre español y madre alemana, criado en Madrid, está casado con una polaca y vive en Bruselas desde que fue nombrado secretario general de Caritas Europa. Hace más de 20 años que se dedica a la asistencia social y afirma que la situación que ha generado esta crisis está llevando «al límite» la cohesión social en toda Europa.
–Varias organizaciones europeas, entre ellas Caritas, han pedido a Europa que no se olviden de los pobres en los presupuestos. El comisario Lazslo Andor ha presentado un programa de apenas 2,5 millones. ¿La UE se preocupa mucho de los bancos y poco de los pobres?
–No es siempre cosa de Bruselas, casi siempre son los estados miembros los que toman las principales decisiones y luego culpan a Bruselas. En todas partes han olvidado a los pobres. Tuvimos que hacer grandes esfuerzos para que en la estrategia 2020 que está llena de objetivos medioambientales, macroeconómicos etc. apareciera como uno de los retos europeos el sacar a 20 millones de personas de la pobreza. Vemos que hay pocos esfuerzos para ello y muchos para el rescate a las entidades financieras.
–En 2020 habrá incluso más pobres que ahora si la crisis sigue así.
–Efectivamente, el número de pobres aumenta, en España por ejemplo, a pesar de que se produzca la paradoja estadística de que cuando baja la renta general del país, comparativamente hay menos pobres, sencillamente porque la media de riqueza de la población ha descendido. Eso sucede sobre todo en Grecia, Portugal, Irlanda, España e Italia, pero empieza a pasar también en Francia y en los países bálticos. No se libra nadie, hasta los índices apuntan que eso sucederá en Alemania.
–¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
–Desde los 80 Europa ha vivido un crecimiento que se ha aprovechado para expandir el estado del bienestar, y desde los 90 y hasta 2008 eso se ha hecho endeudando el presupuesto público, sin ver que con la riqueza crecían las desigualdades y sin poner los medios para invertir en las personas y asentar una economía sostenible, sobre todo en educación. En cuanto han llegado las medidas de ajuste, los más perjudicados han sido los más débiles.
–¿Hay alternativas?
–Entiendo que debe haber un equilibrio presupuestario, pero los recortes que se han hecho hasta ahora afectan solo a los más débiles. No solo no ayudan a los pobres, sino que aumentan la desigualdad. El resultado es que hay más pobres, ricos más ricos y las clases medias son cada vez más vulnerables. En nuestro último informe sobre España se constata que Caritas asiste a más de un millón de personas, cuando en 2007 eran trescientas mil y pico. ¿Qué nos dice eso? Pues que se ha triplicado el número de personas que ya no son atendidas por los servicios públicos y que ya no tienen ni siquiera la red de apoyo familiar, que también se está agotando. La mayoría de la gente que viene a Caritas es porque no tienen adónde ir. Y lo que nos piden es lo más básico: comida, ayuda para vivienda y empleo.
–La noticia de la donación de Amancio Ortega levanta la moral
–Que la persona con más riqueza de España quiera contribuir y ayudar merece ser celebrado y agradecido. No es la primera vez que nos apoya y tengo que decir que hay muchos otros empresarios que tienen beneficios y que quieren contribuir con Caritas, hay un sector importante del empresariado que tiene un reflejo de solidaridad que en estos tiempos no se da por supuesto.
–¿Cree que las sociedades europeas pueden seguir soportando por mucho tiempo esta situación?
–Estamos muy cerca del límite. La situación de Grecia, por ejemplo, en cuanto a violencia en las calles, o las protestas en España o Portugal demuestran que si se siguen aplicando las recetas de austeridad se resiente la cohesión social. Además, estamos haciendo las cosas de manera que los recortes de hoy no serán fáciles de recuperar después. En Islandia, por ejemplo, tomaron la decisión de proteger primero a los más débiles y de repartir después el sufrimiento hacia arriba y esa decisión estratégica no se ha tomado todavía en Europa. Aquí podemos terminar con una población con un 25 por ciento de pobres y otra proporción similar de gentes que tienen miedo de salir perdiendo y al final la mitad de la población empieza a dudar de que alguien esté gestionando el bien común. Si esto no se cambia, en el mejor de los casos habrá una parte de la población que se quedará al margen para siempre.
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