PERISCOPIO
Blog Contra-Revolucionario
jueves, 9 de mayo de 2019
FELIPÓN – 10/05/2019
El rey Felipe II refleja las cualidades del pueblo español. El pintor Claudio Coello refleja esta idea en el retrato que le hizo. El rey español se encuentra en una aislamiento sacral y místico, con una mirada que comunica movimiento, vida, amor y temor reverencial a sus súbditos. Estos, encantados y a distancia, admiran a un rey, tan rey y tan caballero. Un rey que se conduce rectamente, cercado de un protocolo, de una etiqueta, de una racionalidad.
Un rey que, después haber puesto orden en Castilla la Vieja, en Castilla la Nueva, en Andalucía, Galicia y otros lugares, piensa en grandes conquistas, en ciudades nuevas, en mandar un ejército para combatir a los protestantes. En resumen, dentro de un orden acompasado y solemne, piensa en grandes proezas como construir El Escorial que es símbolodel genio y de la grandeza del alma española.
La fachada de ese palacio es larga, enorme, con motivos que se repiten. Pero hay una nota de simplicidad, de sobriedad y de serenidad. Es un edificio pensativo que convida a la concentración y a pensamientos de la grandeza del cielo.
Los torreones tienen unos techos esbeltos que apuntan arriba, con unas esferas encima que dan la impresión que algo cogió la tierra, la puso en un gancho y la levantó. La tierra es ensartada y conquistada en función del cielo.
Hay algo de un poco monótono en las fachadas. En una de ellas sólo hay ventanas que se repiten, no hay una ornamentación, no hay una consolación para el alma dentro de la monotonía invariable de las ventanas. Pero cuando se sabe analizar, se nota algo de la grandeza española.
Es cierta forma de austeridad, de seguridad en sí mismo, sin adorno. Hay cierta pertinacia en la monotonía, como quien dice: “Soy yo. Soy así y así está bien. ¡Yo desafío!” Y hay alguna forma de grandeza del gentilhombre combatiente que es necesario saber interpretar para entender el sabor de ese palacio.
EXTRACTOS DE COMENTARIOS DEL PROF. PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA AUTORIA DE NACHO ALDAY SIN REVISION DEL AUTOR.
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