PERISCOPIO
Blog Contra-Revolucionario
lunes, 21 de enero de 2019
ENEMISTAD - 22/01/2019
No nos hagamos ilusiones. En esta tierra de exilio, las carencias, las disensiones, las catástrofes son inevitables. Y una visión cristiana de la vida lleva, al mismo tiempo, a circunscribirlas cuanto sea posible, y a resignarse a ellas porque son inevitables.
Esta dura lección, tan ingrata al neopaganismo de nuestros días, la recuerda en un texto áureo San Luis María Griñón de Montfort, el incomparable apóstol de la devoción a la Santísima Virgen.
Disertando sobre la eterna lucha entre la Virgen y la serpiente, nos muestra la vida de los pueblos antes que nada como una grandiosa, trágica e incesante guerra entre la verdad y el error, el bien y el mal, lo bello y lo feo. Batalla ésta sin la cual la existencia terrena del hombre, es despojada de su significado sobrenatural, perdería su dignidad.
Comentando las palabras del Génesis: Pondré enemistades entre ti y la mujer, y entre tu descendencia y la descendencia de ella. Ella te pisará la cabeza, y tu pondrás acechanzas contra su talón, observa con profundidad el gran santo que una única enemistad Dios promovió y estableció, enemistad irreconciliable, que no sólo ha de durar, sino aumentar hasta el fin, la enemistad entre María, su digna Madre, y el demonio, entre los hijos y servidores de la Santísima Virgen y los hijos y secuaces de Lucifer, de modo que María es la enemiga más terrible que Dios estableció contra el demonio.
Y pasa en seguida a describir la gran guerra que divide al hombre inexorablemente hasta el fin de la Historia.
Esa guerra no es sino un prolongamiento de la oposición entre la Virgen y la serpiente, entre la progenitura espiritual de aquélla, y la progenitura espiritual de ésta: Ya desde el paraíso le inspiró tanto odio contra ese maldito enemigo de Dios, le dio tanta sagacidad para descubrir la malicia de esa antigua serpiente y tanta fuerza para vencer, abatir y aplastar a ese orgulloso impío, que el temor que María inspira al demonio es mayor que el que le inspiran todos los ángeles y hombres y, en cierto sentido, el propio Dios.
Excertos de comentarios del Prof. Plinio Corrêa de Oliveira sin revisión del autor.
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