24 de enero de 2019

COMEDOR

miércoles, 23 de enero de 2019


COMEDOR – 24/01/2019

Una sala con proporciones calculadas con inteligencia, bastante alta y bastante ancha como para dar al mismo tiempo las impresiones armónicamente contrarias de intimidad y desahogo. En ella caben holgadamente los muebles, los cuadros, la lámpara, las personas, con espacios con suficiente amplitud para que estas se muevan despreocupadamente, sin tropezar en alguna cosa o en alguien. Los muebles no son lujosos. Sólidos, decentes, cómodos, apacibles a la vista se prestan ellos también holgadamente al uso humano. Buena mesa espaciosa en la que puede sentarse una familia numerosa, y sobre la cual pueden acumularse sin problema los manjares saludables y modestos, servidos en un almuerzo de aniversario de una familia situada entre la pequeña y la mediana burguesía. Sillas bien torneadas, de líneas amenas, suficientemente fuertes para durar indefinidamente. Gran alfombra, sin lujo y de fabricación comercial, se ve que da cierto calor a la sala. Las ropas están en perfecta coherencia con el ambiente. De buen tejido, confortables y con un corte al cual no le falta una cierta distinción burguesa. La criada, vestida más modestamente, pero con decencia y confort. Por la ventana, protegida por persiana y cortina, entra una luz agradable, suficientemente intensa para toda la sala, aunque graduada para no herir los ojos y para conservar una claridad serena y calida en el ambiente. Calma, templanza, amenidad, son las notas dominantes del cuadro. Los trajes sumamente recatados dan un aspecto de pureza a esta vida de familia, que explica a su vez la cordialidad de su convivencia. En una familia en que haya entrado el gusano roedor de la impureza, las almas no tienen salud ni frescor para deleitarse en afectos castos como los del hogar. Todos se sienten felices y distendidos en ese ambiente en que cada uno sabe que es estimado, apoyado y considerado según merece. Nótese la situación del anciano matrimonio. Lo que la familia tiene de más afectivo se vuelve hacia ellos. Las dos hijas rodean a la madre, llenas de respetuoso afecto. La niña se siente feliz y honrada en ofrecer una bebida al abuelo, bajo la mirada atenta y simpática del hombre de edad madura. Para la alegría de los niños hay también lugar en esta reunión. Dos niños conversan risueños, otra niña está siendo cariñosamente servida por su madre. Más allá otro niño, de índole tranquila, goza en paz su sosiego. Entretanto la pequeña homenajeada, feliz y grave como una reina bajo su arco de flores, acaba de saborear un manjar, y su mirada vaga por el comedor, a la vez despreocupada y atenta. Pero siendo amplio el protagonismo de los niños, no son ellos los que dominan la sala. Si se viese alguna imagen o una nota sobrenatural trascendente, daría más elevación a este interior doméstico tan tradicional fruto de la auténtica civilización cristiana. En suma, ambiente favorable a la salud del alma y del cuerpo, que dispone admirablemente los espíritus para la virtud sólida, seria, equilibrada y estable.

Excertos de comentarios del Prof. Plinio Corrêa de Oliveira aparecidos en la sección Ambientes, Costumes e Civilizaçôes da revista: "Catolicismo".

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