La tensión entre israelíes y palestinos alcanzó en la madrugada de este viernes cotas de alto riesgo con el atentado incendiario contra la tumba de José, un santuario judío situado en Nablús, ciudad de Cisjordania bajo control de la Autoridad Palestina. Cientos de jóvenes atacaron con cócteles molotov el recinto, donde según la tradición hebrea reposan los restos de patriarca bíblico. Las fuerzas de seguridad palestinas dispararon al aire para expulsar a los agresores antes de que los bomberos de Nablús apagaran las llamas, que afectaron sobre todo al lugar reservado para la oración de las mujeres.
Un portavoz de las Fuerzas Armadas de Israel afirmó que los autores del incendio del santuario de peregrinación judío serán localizados y arrestados por violar la libertad de culto. El ministro de Agricultura, Uri Ariel, miembro del partido ultranacionalista Hogar Judío, responsabilizó a los dirigentes palestinos de haber instigado los ataques. “Los palestinos mienten sobre la situación en el Monte del Templo [nombre dado por los judíos a la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén] mientras queman lugares santos de Israel. No olvidaremos”, dijo Ariel, cuyo partido representa a los colonos en Jerusalén Este y Cisjordania, al
diario Haaretz.
La tumba de José, situada en el monte Gerizim de Nablús, dejó de ser un enclave judío en Cisjordania desde la segunda Intifada (2000-2005), cuando Israel retiró sus fuerzas de santuario ante las dificultades para defenderlo. Desde entonces se han producido varios incidentes graves, como la muerte de cuatro israelíes tiroteados por la policía palestina cuando acudieron a rezar en 2011 fuera de las fechas pactadas por el Ejército israelí y las autoridades palestinas.
El atentado contra el santuario del patriarca bíblico, célebre en la tradición judeo-cristiana por haber interpretado los sueños del faraón y predecir las plagas de Egipto, echa más leña al fuego en la
peor escalada de ataques conocida en una década en Tierra Santa, donde los símbolos son profundamente reverenciados por las tres religiones del libro, y a menudo representan la chispa que puede prender una espiral de violencia descontrolada, como la visita del líder israelí Ariel Sharon a la Explanada de las Mezquitas, que hace ahora 15 años desencadenó la segunda Intifada.
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