NOVEDADES
CONTRA-REVOLUCIONARIAS
miércoles, 6 de noviembre de 2019
AIKO – 07/11/2019
La japonesa Tanaka que con 116 años ostenta el récord mundial de longevidad ha sido testigo de la entronización de cuatro emperadores desde la de Taisho en 1912 hasta la reciente de Naruhito, pero solo los libros de historia recuerdan la de una emperatriz. Desde los tiempos de Sakuramachi, emperatriz de Japón entre 1762 y 1771, ninguna mujer se ha sentado en el Trono del Crisantemo, al que por ley solo pueden ascender los descendientes varones del emperador. Es posible, no obstante, que las nuevas generaciones de japoneses tengan algún día una emperatriz.
Una semana después de la entronización del emperador Naruhito, la agencia japonesa Kyodo News ha publicado una encuesta sobre la posibilidad de que una mujer sea emperatriz. Los resultados ofrecen pocas dudas: de las más de mil de personas encuestadas, el 82% es partidario de que reine una emperatriz, mientras que solo un 13% se opone. Todo un espaldarazo para la reforma de la actual ley de sucesión al trono que piden muchos japoneses y que recientemente el portavoz gobierno prometió que se estudiará una vez concluidos los fastos por la entronización del nuevo emperador.
La normal actual excluye de la línea de sucesión a la única hija del emperador, la princesa Aiko de 17 años, en la foto con sus padres, y de ahí la depresión que sufrió su madre, la emperatriz Masako, por la presión de no concebir un heredero varón. De momento los tres posibles sucesores son el príncipe Fumihito, que como hermano pequeño de Naruhito es el primero en la línea de sucesión al trono, el príncipe Hisahito, hijo de Fumihito y el príncipe Masahito, hermano del anterior emperador Akihito.
Las mujeres de la familia imperial, por otro lado, pierden su condición de princesas en caso de casarse con un plebeyo, una norma que el año pasado apartó de su papel oficial a la princesa Ayako y que el año que viene apartará de la misma manera a la princesa Mako. Además, los hijos varones de las princesas no son tenidos en cuenta para la sucesión al trono, lo que unido a la escasez de príncipes varones y a la tendencia de las princesas a desposarse con un plebeyo, han provocado una importante mengua en la casa imperial.
De ahí la oportunidad y conveniencia de una reforma que equipare los derechos de las princesas al de los príncipes, por mucho que los sectores reticentes de la política y de la casa imperial sigan oponiéndose. No es cuestión de feminismo sino más bien de supervivencia.
https://www.revistavanityfair.es/realeza/articulos/los-japoneses-quieren-que-la-hija-de-masako-pueda-ser-emperatriz/41442
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