¿Quiere el Valle de Arán romper con España? No. Pero tampoco quiere separarse de Cataluña. Los 10.000 habitantes de la pequeña comunidad aranesa, con un régimen especial dentro de la autonomía catalana, están bien como están. Como parte de Cataluña se ven, sin embargo, implicados en el proceso independentista. Viven del turismo, no quieren enfrentamientos ni con Barcelona ni con Madrid y procuran sobrellevar discretamente la situación, con la esperanza de que, al final, no se produzca ninguna ruptura.
Hay que tener en cuenta unas cuantas cosas para entender la peculiar situación aranesa. Su renta per cápita está por encima de la media catalana, el desempleo no llega al 10%, tiene un sistema educativo plurilingüe (aranés, catalán, castellano, francés e inglés) ajeno a la inmersión lingüística vigente en el resto de la comunidad autónoma y, sobre todo, se sienten araneses antes que catalanes. Eso lo admite Xavier Pocino, gestor de patrimonios, uno de los fundadores de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), que cuenta con 62 miembros en el valle.
La ANC asume que la mayoría de los araneses no está por la independencia. «Esperamos que en la consulta simbólica del 9 de noviembre participe el 30% del censo», dice Pocino. «Creemos que la independencia sería positiva para Cataluña», añade, «y que nosotros no deberíamos quedarnos en España, porque si Barcelona está lejos, Madrid aún lo está más. Podríamos estar bien dentro de una Cataluña independiente que garantizara nuestra autonomía».
Más cerca del País Vasco que de Cataluña
En Arán nunca ha habido manifestaciones el 11 de septiembre(aunque en la última Diada, la ANC aranesa envió dos autocares a Barcelona) porque la fiesta nacional, por llamarla de alguna forma, se celebra el 17 de junio, fecha de las primeras elecciones al Consejo General en 1991. El 11 de septiembre lo que se celebra es la fiesta mayor de Viella. «Diría que social y culturalmente, por nuestra condición pirenaica, estamos más cerca del País Vasco que de Cataluña: las cuadrillas de amigos duran toda la vida, hay costumbre de potear, abundan los nombres geográficos acabados en orri e, incluso, la denominación Arán viene del euskera», indica Iñaki Laurens, uno de los pocos periodistas araneses, autor de varios trabajos sobre el folclore local.
Más del 70% de la población vive directamente del turismo. Y la hostelería no quiere oír hablar de independencia. «Sólo nos faltaba eso, ahora que nos meten a los clientes en la cárcel», bromea María del Mar Fernández Aunós, del hostal Casa Perú, en Bagergue, la localidad habitada más alta de Arán. La broma de los clientes encarcelados se refiere a Luis Bárcenas, que era un habitual. Por Casa Perú también han pasado Juan Carlos I, Felipe VI y muchos políticos. «No queremos la independencia, nos haría mucho daño», insiste Fernández Aunós.
Muy cerca del hostal vive el octogenario Felipe Moga, una de las celebridades del valle. Fue campeón de España de esquí, durante cinco años ejerció como instructor de esquí del entonces príncipe Juan Carlos, ha tenido a Juan Carlos I invitado en casa y posee una extraordinaria colección de aperos antiguos. La historia del valle, de cuando era una zona pobre, aislada y durísima, se acumula en sus establos. Muestra su vieja moto de trial y una fotografía de su hijo tras participar en la maratón de Nueva York «con la bandera española, faltaría más».
El túnel de Viella
El Valle de Arán permaneció encerrado en sí mismo, con un alto nivel de endogamia y una economía de subsistencia hasta que en 1948 se abrió el túnel de Viella. La construcción del túnel lo cambió todo. Primero, porque marcó el inicio del turismo. Segundo, porque dio un vuelco a la composición social y a los usos lingüísticos. «Con una población local que quizá no llegaba a las 5.000 personas, recibimos a más de 4.000 trabajadores castellanoparlantes, mayoritariamente gallegos, que se encargaron de perforar la montaña y en gran parte se quedaron aquí», explica Carlos Barrera, síndico del Consejo General (un cargo equivalente al presidente) y miembro de Convergencia Democrática Aranesa, partido hermanado con Convergència Democrática de Catalunya. «Ahora estamos abiertos a todas las lenguas y a todas las culturas», declara.
Crear un sistema educativo para un número de escolares relativamente elevado (casi 1.000 niños, el 10% de la población local, cursan primaria), de múltiples procedencias y con mucha movilidad no ha sido un trabajo fácil. Y ha recaído en los propios maestros. «En este centro tenemos unos 500 alumnos, de los que por origen 32 son magrebíes, 28 son suramericanos, 25 son rumanos, una es australiana... Por la estacionalidad de la hostelería debemos adaptarnos a frecuentes altas y bajas a mitad de curso», explica Julia Pérez, directora de la escuela Garona. Julia Pérez, ilerdense, llegó al valle en 1975. «Entonces todo se hacía en castellano, no sabía ni que existiera el aranés».
Panorámica del Valle de Arán. ALBERTO DI LOLLI
El aranés, una lengua occitana, es ahora la lengua vehicular en los primeros cursos, aunque con sesiones en castellano y catalán. Luego se introduce el francés. A partir del tercer curso se añade el inglés y cada asignatura se imparte en una lengua. Las matemáticas, por ejemplo, se enseñan en castellano, y la plástica, en francés. «Posiblemente somos la única escuela pública en el mundo con clases en cinco idiomas. Formamos personas que trabajarán en el sector de servicios y sobre todo en la hostelería, y el plurilingüismo es básico, además de natural en este país», comenta la directora. «El plurilingüismo contribuye a la agilidad mental, prueba de ello es que superamos la media de notas catalana en todas las asignaturas», concluye.
La escuela está bien dotada. Los docentes se reciclan periódicamente y hay personal suficiente como para proporcionar apoyo individualizado a los niños. Cada alumno dispone de un ordenador personal y en cada aula existe una pizarra electrónica en la que se proyectan audiovisuales en aranés, doblados a la lengua local por los maestros y los propios alumnos. «Los niños suelen ser tímidos cuando tienen que hablar en una lengua que no les es propia, pero la timidez se les pasa en cuanto les pones un micrófono delante», dice María José Fernández Anglada, maestra de aranés.
'Bachibac'
Junto a la escuela Garona se alza el único instituto del valle, el lugar por el que pasan todos los adolescentes araneses. En la actualidad, el instituto proporciona a sus alumnos algo muy interesante que llaman 'bachibac': un título que incluye tanto el Bachillerato español como el Baccalauréat francés, útil si el chico decide cursar estudios superiores en la cercana Toulouse o en cualquier otra ciudad francesa.
Resulta lógico que no se quiera poner todo esto en peligro. «La autonomía dentro de Cataluña no nos ha ido nada mal, pero ahora se nos propone volver al aislamiento y la pobreza. ¿Cómo va a interesarnos la independencia? Arán ni siquiera es catalanista», dice Javier Rivas, informático, militante de Ciutadans y uno de los creadores de Societat Civil Aranesa, variante local de Societat Civil Catalana, la organización no partidista que se opone al proceso hacia la independencia de Cataluña. «Si se habla de balanzas fiscales, es muy posible que Arán, por su elevada renta per cápita, pague a Barcelona más de lo que recibe. Creo que si Cataluña se declarara independiente, nosotros deberíamos hacer nuestro propio referéndum para depender de Aragón, como durante muchos siglos, o acomodarnos como sea, pero quedándonos en España». Rivas hace una confidencia: su hijo, odontólogo, simpatiza con la ANC y con la independencia catalana. «Como nos llevamos muy bien, procuramos no hablar de política», comenta.
La idea de romper con Cataluña no es mayoritaria. Tampoco lo es la idea de romper con España. Pero el Consejo General, tanto la mayoría de Convergència como la oposición de Unidad de Arán, vinculada al PSC, ha acordado descartar la opción de separarse de Cataluña, pase lo que pase. «Si en Madrid hubieran mejorado la financiación catalana no estaríamos en esta situación», suspira, casi se lamenta, el síndico Carlos Barrera.
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