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CONTRA-REVOLUCIONARIAS
lunes, 17 de febrero de 2020
INFLUENCIAS – 18/02/2020
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Este profundo pensamiento que debería ser la idea rectora de toda enseñanza de Historia Medieval, Moderna y Contemporánea verdaderamente católica de nivel medio y universitario, aclara lo que es más esencial en la gran crisis de nuestros días.
Entre las características de la doctrina católica y de la civilización cristiana tal y como esta se realizó durante la Edad Media, señalemos que la concepción católica de Dios y de la creación es esencial y profundamente jerárquica.
Dios es un ser personal y trascendente, el Ser por excelencia, que posee en sí mismo toda la vida y todas las perfecciones. Los otros seres fueron creados por Dios de la nada, y volverían a la nada si continuamente Dios no mantuviese su existencia. Sus cualidades no son sino un reflejo de las perfecciones de Dios. Su único fin es servir y dar gloria a Dios. Por lo tanto, entre Dios y las criaturas existe la más profunda desigualdad imaginable.
Las criaturas a su vez son desiguales entre sí. Los ángeles son puros espíritus. Abajo de ellos están los hombres, al mismo tiempo espirituales y materiales. Enseguida vienen, en orden descendente, animales, vegetales y minerales. En cada una de estas categorías, todavía hay numerosas jerarquías. Hablando de seres inteligentes, los ángeles se dividen en nueve coros jerárquicos y desiguales entre sí.
Los hombres reunidos en el seno de la Santa Iglesia, que nada tiene que ver con la secta de los bergoglianos, fueron creados por Dios para diferentes grados de santidad y, de acuerdo con su correspondencia a este plan divino, ocupan posiciones desiguales a los ojos de Dios en las filas de la Iglesia gloriosa, purgante o militante. Estas desigualdades se traducen en el culto. El hombre presta culto de latría a Dios y de dulía a los ángeles y santos.
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