Zapatero se reencuentra con Chávez después del «¿Por qué no te callas?»
LUIS AYLLÓN/CARMEN DE CARLOS, ENVIADOS ESPECIALES. LIMA.
Seis meses después de que Su Majestad el Rey se viera obligado a lanzar a Hugo Chávez el famoso «¿Por qué no te callas?», para que dejara de interrumpir a José Luis Rodríguez Zapatero, el presidente del Gobierno y el mandatario venezolano volvieron a encontrarse ayer en Lima. Entonces, el escenario fue la Cumbre Iberoamericana de Santiago de Chile; ahora, la que reúne a la Unión Europea y a los países de América Latina y Caribe.
Queda muy poco ya de la sintonía que, en sus primeros años en Moncloa, Zapatero mostraba con Chávez y que éste se ocupaba de airear contraponiéndola a las desavenencias que mantenía con José María Aznar. Ayer, incluso, en el primer momento de saludo se apreció cierta frialdad. Zapatero se hallaba sentado al lado de Evo Morales, y Chávez pasó a su lado, le estrechó la mano, le dio unos golpecitos en el hombro y le dirigió una pocas palabras, mientras el jefe del Ejecutivo español miraba al frente, como pensando en otra cosa.
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Zapatero quiere, al menos desde hace un par de años, cambiar la imagen que dio de cercanía a Chávez y demostrar que su política hacia Iberoamérica pivota sobre las relaciones con otros socios más fiables: Brasil, México, Argentina, Chile o Colombia. Así lo está haciendo ver estos días: se reunió con Luiz Inacio Lula de Silva, en Brasilia, antes de viajar a Lima; ayer se entrevistó con el mexicano Felipe Calderón, para poner en marcha un programa conjunto de lucha contra la malaria; y también habló con la argentina Cristina Fernández de Kirchner; con la chilena, Michelle Bachelet; y con el colombiano Álvaro Uribe.
No obstante, su agenda de contactos también incluyó al presidente electo de Paraguay, Fernando Lugo, de quien se está a la espera de conocer si se orientará en la línea de Lula o de Chávez; y a Evo Morales, con la preocupación por la decisión del Gobierno boliviano de concluir el proceso de nacionalización de Repsol apropiándose de la mayoría de las acciones de Andina, la filial de la petrolera española en el país andino.
En cuanto a Chávez, Zapatero ha intentado restar relevancia a la incontinencia verbal de la que sigue dando muestras el venezolano, quien, en vísperas de la cumbre, renovó sus críticas al Rey, atacó a Uribe sobre el conflicto por las FARC y replicó con dureza a unas manifestaciones de la canciller alemana, Angela Merkel, a la que acusó de ser de la misma derecha que apoyó a Hitler.
Para el presidente del Gobierno, las «palabras gruesas» de Chávez son algo «absolutamente anecdótico» y lo importante es que los gobiernos dediquen tiempo, esfuerzo y trabajo al progreso y al desarrollo de sus pueblos.
Zapatero añadió que los vínculos con todos los países se deben basar en la colaboración y en el respeto a las instituciones del otro país, con independencia de quien lo gobierne. «Desde el respeto -dijo- se recupera y se trabaja con confianza».