Mostrando entradas con la etiqueta Gitanos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Gitanos. Mostrar todas las entradas

30 de julio de 2014

La zambra gitana muda de piel

La zambra gitana muda de piel

El 'reggaeton', la salsa y la rumba se han impuesto entre los jóvenes flamencos

Luna del Alba, en el centro de la foto, celebra su 14 cumpleaños, con familiares y amigos, en las afueras de Sevilla. / ALEJANDRO RUESGA
¡Ay! hasta las fiestas gitanas han cambiado de ritmo. El reggaeton, la salsa y la rumba se han impuesto entre los jóvenes flamencos. Aunque se siguen rompiendo la camisa como expresión máxima de alegría —tal y como cantaba Camarón—, se mata un cochino para asarlo a la parrilla, se acompaña de un buen potaje con bacalao, regado con cerveza fresca, resulta que ahora en las celebraciones de bodas, bautizos o cumpleaños ya no se baila por tangos o bulerías hasta que clarea el alba. Si acaso al final, muy al final, se imponen los mayores, pero hasta esa hora viejuna los jóvenes toman la pista y eligen. Suena música en directo, compuesta ex profeso para el evento, con los nombres de los festejados y las cualidades familiares del homenajeado, o se recurre a un dj contratado para el evento pero con la misma banda sonora. Para el recuerdo queda la grabación de la fiesta a elegir en versión digital o analógica.
Luna del Alba, la hija pequeña del guitarrista Raimundo Amador, es la consentida de la casa. Su fiesta de 14 cumpleaños se celebró por todo lo alto, en una casa de campo, cerca del barrio sevillano de Bellavista, en una urbanización conocida como ¡Hermandad del Santísimo!. Pegada a la finca del guitarrista, su vecino de parcela ha levantado una casa diseñada más para el entorno paisajista de los Alpes que el de las marismas del Guadalquivir. Antonia, madre de la homenajeada, controla personalmente el punto de los guisos. Desde bien entrada la mañana, bajo un tórrido sol sevillano, ella y su esposo Raimundo supervisan todo el operativo: de la matanza del cochino se encargan unos especialistas y en camiones fueron llegando los barriles de cerveza y las sillas de tijera para los invitados. Las mesas con mantel blanco quedan alineadas frente a la pista de baile, a la espera de los invitados, pegadas a la mesa de sonido y a los bafles tamaño discoteca.
Manuel Molina le canta a Carmen Amador, mientras su padre Raimundo le acompaña a la guitarra. / NICO SALAS
De las furgonetas, aparcadas en el camino de tierra, bajan los invitados; entre los hombres mandan las camisas negras pero las señoras lucen vistosos trajes ceñidos, de tejidos brillantes, y sin asomo de complejo por el exceso de kilos; las más previsoras portan atuendos de repuesto para cambiarse a medida que avance la juerga. Entre las joyas, algo de quincalla y mucho oro en cadenas, anillos y pendientes. Todo muy lúcido, pero lo mejor estaba por llegar. Se suelen usar coches de caballos y automóviles antiguos pero Luna del Alba viaja en una limusina rosa fucsia con un traje del mismo tono y tacones de vértigo. Llega con sus hermanas mayores y sus 10 sobrinos. Con la barbacoa aromatizando el paisaje, saltan a la pista los niños. Toñi, la mayor con apenas 10 años, baila con una amiga sin parar y a compás mientras el cuerpo aguanta. En la pista mandan las mujeres, da igual que la nueva fusión salsa-flamenca suene como el chunda-chunda de las verbenas populares, ellas lo bailan por tangos o bulerías sin que desentone.
El reggaeton, la salsa y la rumba se han impuesto entre los jóvenes flamencos
Grabándolo todo desde el principio Pedro Molina, conocido como “payo Pedro”. “Antes todo se hacía al ritmo de las palmas y un coro; la novia o la anfitriona sacaba a alguien a bailar y se iban rotando, pero la fiesta cambió cuando hicieron su aparición el piano y la batería”, cuenta el fotógrafo. Lleva 35 años rodando fiestas gitanas y en su archivo guarda más de 6.000 bodas. Su éxito, siendo “castellano” o “gachó”, va asociado a su discreción y respeto por las costumbres ajenas. Por su cámara han pasado hasta tres generaciones; apalabró la boda de Farruquito y la del hijo de Camarón pero después no cuajaron. Sin embargo, hace más de tres décadas filmó la boda de Rafaelillo, hermano de Raimundo y alma de Pata Negra. “Entonces las bodas duraban tres días sin parar, pero la crisis las ha reducido en algunos casos a una jornada”. Sabe lo que significa romperse la camisa de alegría y sentimiento cuando exhiben el pañuelo manchado en sangre como prueba de la virginidad de la novia.
Raimundo Amador rodeado de tres de sus hijas y dos de sus nietos. / PEDRO MOLINA
Sobre la nueva fusión flamenca, payo Pedro no quiere opinar. Tampoco Raimundo: “A ver quién es el guapo que les dice a los jóvenes lo que tienen que escuchar”. Y con razón. A saber lo que pensaba su padre, el guitarrista Luis Amador, cuando vio a su hijo tocando por Jimmy Hendrix o subido a un escenario dándole alblues con BB King. Como descripción de los nuevos ritmos quizás sean suficientemente elocuentes las palabras del cantaor Manuel Molina: “Suena como si reprodujera amplificado el sonido de una tos”. Cosas de mayores.
Para el recuerdo queda la grabación de la fiesta en versión digital o analógica
En esta rumba con toque latino brillan Los Yumay, una banda de la barriada sevillana de las Tres Mil Viviendas. De ellos se cuenta que son los “innovadores”. Su cantante, Horacio Silva, de 37 años, dejó los estudios a los 16 y después de darle muchas vueltas a varias profesiones encontró una salida como cantante y compositor. Con ello mantiene a su familia desde hace más de una década. “No me puedo quejar”, aclara por teléfono desde el estudio donde ensaya con el grupo. Horacio compone las letras. “A los organizadores de la fiesta los cito en el estudio y me cuentan de qué se trata; lo primero son los nombres del anfitrión y luego la historia, con primos y tíos incluidos y, a partir de ahí, ponemos la música”. Enrique Salazar, el guitara de la banda y responsable de la música, añade que lo mismo se van hacia el reggaeton que hacia la salsa o el flamenco. Luego lo cuelgan en Internet. “Muchos lo cogen de ahí y lo van pinchando por España, pero sin pagar derechos de autor”. Naturalmente carecen de sello discográfico y hasta ahora no han salido del ámbito gitano. Para buscar algunas de sus composiciones basta clicar en LakelyRecords donde hasta ahora han subido 78 temas. En una de las letras se escucha: “El Curro es un buen gitano, de los que luchan por su casa para que siga adelante y no se mete con nadie, es un flamenquito bueno. La dueña de su jardín es la Loli…”. Esta última frase sirve como estribillo. Entre los mensajes que dejan los receptores de estos sonidos se lee este firmado por DJ Miguel Te Pone a GoZar: “Bueno primikoooo aki te dejo un comentario pa decirte que suves unos temazosss y todos los que vallas suviendo tu los are yo en remix valeee buenooo primooo nos bemos si llevas msn me gustaria k me lo daras si no es molestia graciasss”. Lo suyo, si hay dinero, es que los temas se interpreten en directo. En ese marco se barajan cifras que oscilan entre los 500 euros por todo el paquete hasta "pagar los gastos que vale el estudio y un regalito". La versión dj resulta más económica.
En los buenos tiempos se contrataba a artistas como Niña Pastori o Parrita, pero la crisis sigue sin tocar fondo. Como la fiesta de Luna del Alba. Los bebés ya duermen arropados en brazos de sus madres y las bailaoras se han desprendido de sus plataformas. Es el momento de arrancarse por bulerías. A la guitarra Raimundo Amador, Manuel Molina al cante y Carmen, hermana de la homenajeada, rasgando la noche. La tradición ha vuelto.

Música hasta el alba

La fusión de reggaeton, la salsa, la rumba impera en las fiestas flamencas en las que se celebran bodas, bautizoso cumpleaños. La pista es de los más jóvenes y ellos deciden la música.
Con suerte, los mayores lograrán imponerse al alba para bailar por tangos o bulerías, como manda la tradición.
En la rumba con toque latino brillan Los Yumay, una banda de la barriada sevillana de las Tres Mil Viviendas, cuyo cantante es Horacio Silva. De ellos se cuenta que son los “innovadores” del género.
Para las fiestas se realizan composiciones personalizadas con los nombres de los festejados y luego se mete la música. El directo se conjuga con la actuación de dj con la misma banda sonora que se ha compuesto para el evento.
Para buscar algunas de las composiciones del grupo Los Yumay basta clicar EnLakelyRecords donde hasta ahora el grupo ha subido 78 temas.
En la pista mandan las mujeres, aunque la nueva fusión salsa-flamenca suene como el chunda-chunda.


3 de septiembre de 2013

750.000 maneras de ser gitano

750.000 maneras de ser gitano

La población calé encuentra nuevas formas de vivir sus tradiciones culturales, más allá de los tópicos

Jóvenes y mayores apuestan por la formación y defienden a diversidad del colectivo

Las mujeres llevan las riendas de esta transición

Un grupo de niños durante una clase impartida en Sevilla por la Fundación Secretariado Gitano. / JULIAN ROJAS
Antonia Núñez, de 25 años, malagueña de Benarrabás y gitana, recuerda una frase que su madre solía decirle cuando estaba a punto de terminar el instituto: “Si repites Bachillerato no pasa nada. Tú repite”. Pero ella aprobó, se apuntó a un grado superior de Educación Física y cuando lo terminó, dio el salto a la universidad e hizo Trabajo Social. Así se convirtió en el primer miembro de su familia con estudios superiores y en un motivo de orgullo para aquella madre a la que le daba miedo que su hija saliera del nido y se mudara a un piso de estudiantes en Sevilla desde su pueblo de 600 habitantes. “Ahora soy el ojito derecho de mis padres y un referente para mis primos pequeños”, admite.
A Antonia, como a muchas mujeres gitanas, le ha tocado romper barreras y protagonizar una evolución lenta, pero continua, en la que algunos ven semejanzas con la que vivió la mayoría paya durante la Transición española. “El cambio es similar, pero llega más tarde”, cuenta el director general de la Fundación Secretariado Gitano (FSG), Isidro Rodríguez. Es ahora cuando más se está visualizando esta transformación de la sociedad gitana y, en especial de la mujer, pero Rodríguez asegura que el proceso empezó hace años. “La sociedad gitana española ha cambiado mucho. Pero la sociedad general no se ha enterado”, apunta.
Casi la mitad de los españoles de etnia gitana tiene menos de 25 años
Aunque no hay un censo de la población calé en España, el último estudio de la Fundación Secretariado Gitano, de 2011, lo cifra en alrededor de 750.000, de los que casi la mitad (el 48,8%) tiene menos de 25 años. La edad promedio ronda los 28, frente a los 41,3 de la población general. Es por tanto una población joven que ha crecido con el Estado de bienestar y ha tenido la oportunidad de engancharse al sistema educativo, clave para explicar la evolución de los gitanos en los últimos años. “A mediados de la década de los ochenta prácticamente no había gitanos en las escuelas. Hoy, casi el 100% de los niños acaba primaria”, cuenta el director de la fundación. Los datos empeoran en la adolescencia y el 80% de las chicas y chicos gitanos que comienza la secundaria la abandona antes de terminar. “Ahí nos hemos dormido todos en los laureles. Es una de nuestras preocupaciones”, admite Rodríguez.
Los datos demuestran también que las mujeres siguen encontrando más obstáculos para acceder a la Educación Secundaria y ya en primero de ESO el porcentaje de chicos gitanos escolarizados (60,77%) es muy superior al de las chicas (39,3%). “Hay que ir rompiendo barreras poco a poco”, cuenta Antonia Núñez, la trabajadora social que llegó a Sevilla desde un minúsculo pueblo de Málaga. A ella le costó meses convencer a sus padres de que quería seguir estudiando, irse a una gran ciudad y que no se iba a casar pronto ni con su primer novio.
Por esa tarea pasó también hace más de 10 años Tamara Amador, aunque a ella le había allanado el camino su hermana mayor, con la que se lleva 14 años. La sacaron muy pronto del colegio para que se encargara de la casa, pero sin que la familia lo supiera se apuntó por la tarde a hacer FP de administrativo. El padre acabó enterándose y decidió dejarla terminar. “Eso lo cambió todo. Él estaba muy cerrado a los estudios y más en una mujer. Pero al final era el que estuvo encima de mí para que yo, que era muy mala estudiante, acabara”, cuenta Tamara, de 31 años, que recuerda que sus padres, dedicados a la venta ambulante, pasaban de vez en cuando con la furgoneta por la puerta del instituto para controlar que ella estuviera en clase.
Hay temor a que la escuela ‘apaye’, pero es al revés”, sostiene Joaquín Bustamante
Antonia y Tamara comparten hoy piso y trabajo en la federación andaluza de mujeres gitanas, Fakali. Son solteras y aseguran no sentir presión para casarse. “Supongo que hay la misma que podría tener una chica paya. Te preguntan si tienes novio, pero poco más”, apunta Tamara. Y en su trabajo comprueban cada día que muchas de esas mujeres casi de su edad que hace 15 años se casaron siendo adolescentes hoy son madres que quieren que sus hijas vayan más despacio. “La mayoría de las madres que nosotros atendemos son muy jóvenes. Ya han vivido lo que es casarse pronto y que eso les corte la vida. Son ellas las que le dicen a sus hijas que no se casen. Muchas veces las adolescentes son más antiguas que sus madres, que se desesperan cuando la niña les dice que se quiere casar. Pero hay niñas a las que les gusta ir de mayor y, si ven que su amiga de 20 años se casa, ellas también quieren hacerlo”, cuenta Tamara.
Frente a los tópicos que perviven cuando se habla de los gitanos, los datos y testimonios demuestran que la población gitana española es muy heterogénea. Y la tendencia es que cada vez lo sea más. “En España no hay un millón de gitanos, hay un millón de españoles que somos gitanos. Es un matiz importante”, advierte Joaquín Bustamante, director de la publicación Cuadernos Gitanos y del magacín Gitanos, arte y cultura romaní que se emite en Radio Exterior de España. La diversidad es pura lógica: una comunidad tan numerosa no puede ser homogénea, apunta Bustamante. “Hay diferentes creencias, religiones, ideologías, profesiones, formación”, sostiene.
Lo que sí hay, según coinciden las personas consultadas, es una conciencia muy arraigada de pertenencia al pueblo gitano. Y un orgullo de serlo. “Eso no se pierde. Al contrario”, señala el director de Cuadernos Gitanos. “El temor que existía de que la escuela pudiera apayar a la población es al revés: la educación da más herramientas intelectuales para entender mejor tu historia y tu cultura. Y para reivindicarlas”.
En 1978, el 75% de estas familias vivía en infraviviendas. El dato ronda hoy el 16%
La evolución de la población gitana en los últimos 30 años ha traído nuevas formas de entender la gitanidad, un cambio cultural que ha llegado en gran medida de la mejora de las condiciones de vida. “En España ha habido un modelo de inclusión que ha funcionado”, afirma Isidro Rodríguez, el director de FSG. “El Estado de bienestar llegó a España más tarde, pero abarcó a todos. Cuando llegó la enseñanza o la sanidad universales llegó también para los gitanos. Y la vivienda social y las pensiones no contributivas...”. En 1978, el 75% de las familias gitanas habitaba en infravivienda. Hoy solo un 4% vive en chabolas y un 12% en infravivienda. “Eso supone convivir con los no gitanos, tener acceso a recursos y a empleos más diversos”, afirma Rodríguez.
Hay retos pendientes. Y el director de la FSG sitúa a la cabeza de estos la incorporación de los gitanos al trabajo por cuenta ajena: mientras que más del 85% de la población española ocupada es asalariada, solo un 36% de los gitanos trabaja por cuenta ajena. Además, la tasa de temporalidad de la población gitana asalariada duplica a la del conjunto del mercado de trabajo español: un 53,4% frente al 25,5%, según un estudio de la FSG elaborado tomando como base la EPA del segundo trimestre de 2011.

Jóvenes y cada vez más formados

No hay censo de la población gitana española, pero la Fundación del Secretariado Gitano calcula que en 2011 eran unos 750.000. Casi la mitad (el 48,8%) tiene entre 0 y 24 años. La edad promedio de la población gitana es de 28,1 años y la de la población general, de 41,3.
El 70% de las personas gitanas mayores de 16 años son analfabetas absolutas o funcionales. Pero según el estudio Evaluación de la normalización educativa del alumnado gitano en Educación Primaria, de 2010, el 93,2% de los niños en edad de recibir educación primaria (de 3 a 12 años) está hoy escolarizado. Los datos son peores en Secundaria, donde la tasa de abandono es del 80%.
En 2011, un 77,5% del alumnado gitano no faltó a clase por largos periodos de tiempo, frente al 43% de 1994.
Según la EPA del segundo trimestre de 2011, el 36,4% de los gitanos estaba en paro, frente al 20% de la población en general.
En 1978 el 75% de las familias gitanas vivía en infravivienda. Hoy este porcentaje ha bajado al 12%. Un 4% vive en chabolas.
En la mayoría de las familias los cambios de los últimos años han supuesto hacer frente a “contradicciones”, un proceso similar, aunque con matices, al que vivió la mayoría paya española hace ahora tres décadas. “En general la situación es parecida a la que se vivió entonces, pero hay que hacer un análisis más riguroso”, afirma Joaquín Bustamante. El reto del que no quieren apartarse ni los jóvenes ni los mayores es adaptar los valores tradicionales de la cultura gitana a la sociedad actual. “Los valores tradicionales son buenos y son la base de la gitanidad: solidaridad, respeto a los mayores, ayuda mutua. Eso no podemos perderlo”, dice Bustamante.
Pero ha sido el miedo a que esos valores se contaminen lo que ha condicionado en gran medida la evolución de la cultura gitana. “Es un temor que ha existido, pero va desapareciendo”, asegura Isidro Rodríguez. “En España se ha demostrado que se puede hacer compatible. Las costumbres y tradiciones van cambiando para amoldarse a los tiempos. Uno no pierde su identidad de gitano porque haya tradiciones que seguían sus padres y él no”, añade el director de FSG, que recuerda que hace décadas “no era gitano” ir a la universidad o que las chicas trabajaran. Ahora sí.
Sara Giménez, abogada de Huesca y responsable del área de igualdad de la FSG, vivió en su casa ese temor de los padres a que el contacto de su hija con el resto de la sociedad en la universidad la apartara de sus raíces. “Yo tenía en mi casa dos discursos: la sociedad mayoritaria y mis profesores, que me decían que me formara; y mi familia, que tenía miedo, algo así como ‘a ver si estudia y va a dejar de ser gitana”, cuenta la letrada, de 35 años, tercera de cuatro hermanos y la única con título universitario en su familia. “A todos nos dieron las mismas oportunidades, pero yo fui la que las cogió al vuelo”, dice.
Esta abogada se convirtió en el año 2000 en la primera gitana de Aragón licenciada en Derecho y está convencida de que la mujer es la que está propiciando “el gran avance” del pueblo gitano, a pesar de que sigue enfrentándose a una “discriminación múltiple”. “La sociedad gitana es muy patriarcal y en la sociedad mayoritaria chocamos con la dificultad añadida de ser gitanos. Las dificultades son enormes, pero la mujer gitana está demostrando más ganas y es la que saca fuerzas para toda la familia”, asegura.
Además de una paulatina incorporación a la formación y al trabajo, se está retrasando, como en el resto de la sociedad española, la edad de matrimonio y las mujeres cada vez tienen menos hijos. “Son realidades superadas en las que la educación ha sido clave”, señala Joaquín Bustamante. “La población gitana es muy joven, por lo que tenemos futuro. Lo que hay que hacer es preparar a esos niños y niñas para competir”.
Los gitanos menos tradicionales se sienten invisibles ante la sociedad
Eso es lo que quieren para sus hijos María Sánchez, Pedro Nieves y Domingo Jiménez, vecinos del Polígono Sur de Sevilla, una de las zonas más desfavorecidas de la ciudad y con una alta proporción de población gitana. Los tres llevaron a sus niños el curso pasado al aula del programa Promociona, un proyecto de la FSG que trabaja con chicos de 5º y 6º de primaria y de ESO para que no abandonen los estudios. Les ayudan en las materias en las que necesitan más refuerzo, les orientan sobre qué estudios pueden seguir cuando acaben la etapa obligatoria y, sobre todo, les muestran que tienen a su alcance muchos más caminos de los que ven en su entorno más cercano.
“Se trata de crearles referentes positivos. Eso es importantísimo”, cuenta Fátima Narbona, técnica de acción social y una de las trabajadoras de la FSG que atiende a los niños en estas aulas. Son chicos que quieren estudiar, cuyos padres quieren que estudien y que a diario van al colegio o al instituto. “Cogemos a niños de contextos difíciles y apostamos por ellos para que terminen los estudios. El 80% de los chicos que tenemos lo consigue. Hay familias en las que estos son los primeros niños que emprenden un camino de educación reglada y aspiran a ir a la universidad. Es básico motivarles y que sientan que estudiar no significa perder su identidad”, cuenta.
Antonia Núñez y Tamara Amador, las dos compañeras de piso y de trabajo en la asociación Fakali, saben que para sus familiares más jóvenes son ese referente. Y lo viven con orgullo y como una responsabilidad. “Mis primos al enterarse de que me iba a Sevilla pensaban que me había casado. No se les ocurrió que me fuera del pueblo para estudiar. Pero ahora ven que no paro y, los más pequeños dicen que quieren hacer como yo”, cuenta Antonia.
Rocío Delgado, gitana de 38 años, técnica de acción social y mediadora intercultural en la FSG intenta ejercer esa misma influencia en su propia casa. Ella se casó con 15 años, se separó hace una década y es para sus tres hijos el referente positivo que a ella le faltó. El mayor, de 18 años, estudia peluquería y los pequeños, mellizos de 11, han terminado 5º de primaria. “A mis niños les hablo de mi experiencia para que aprendan. No quiero que se casen tan jóvenes, prefiero que sigan estudiando, vivan y luchen”, dice Rocío, que se considera parte de esa gran mayoría que ella llama “los gitanos invisibilizados”. “Solo se habla de los que siguen las tradiciones más antiguas. O de los flamencos. Pero en medio estamos el resto, que cada vez somos más”.
Entre esa mayoría invisible causó este año indignación el programa Palabra de gitano, una serie documental estrenada en Cuatro en febrero pasado que, según sus críticos, solo mostró la cara más tópica de los gitanos españoles. Los padres del Polígono Sur de Sevilla que llevan a sus hijos a las aulas del programa Promociona están acostumbrados, y también cansados, de que su barrio solo sea noticia por sucesos o para ilustrar la imagen más simple y tópica de los gitanos. “Aquí cuando vienen a hacer un reportaje graban las candelas y la gente bailando alrededor. Nadie viene a las siete de la mañana cuando están las paradas de autobús llenas de gente que va a trabajar”, lamenta Pedro Nieves. “De los gitanos siempre se buscan los tópicos, no la verdad”.

7 de diciembre de 2012

El ADN sitúa el origen del éxodo gitano en India hace 1.500 años


El ADN sitúa el origen del éxodo gitano en India hace 1.500 años

Un estudio genético confirma lo que ya había adelantado la lingüística

El éxodo gitano –la gran marcha que llevó a este pueblo hasta Europa- comenzó hace 1.500 años y tuvo como origen un lugar del norte o noroeste de India. Así lo concluye un estudio del ADN de 13 poblaciones de gitanos en Europa que han elaborado David Comas, de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, y Manfred Kayser, de la Erasmus MC de Rotterdam (Holanda). El trabajo lo publica Cell.
El trabajo ha consistido en una comparación del material genético de individuos de la mayor minoría de Europa: los 11 millones de gitanos. Al compararlo con los habitantes de las zonas de India de donde se cree que proceden y ver qué mutaciones se han producido, se obtiene una especie de reloj biológico que permite datar el momento en que ambos grupos se diversificaron.
Más aún: al ver las diferencias entre los gitanos de distintas partes de Europa se determinó que la expansión en el continente empezó desde los Balcanes hace 900 años.
Las conclusiones son coherentes con las obtenidas estudiando el romaní, y sirve para rellenar los huecos de la historia de los gitanos, ya que este pueblo ha carecido de registros escritos, ha dicho Comas.
“Desde el punto de vista del genoma, los gitanos comparten una historia común única que consiste de dos elementos: las raíces en el noroeste de India y las mezclas con población no gitana de Europa, durante la que han acumulado diferentes mutaciones durante su emigración desde India”, ha dicho Kayser. “Nuestro estudio ilustra que comprender el legado genético de los gitanos es necesario para comprender las características genéticas de los europeos en su conjunto”.