17 de mayo de 2008
Venezuela, cobijo y retaguardia de ETA
ABC - 17/05/08
Venezuela, cobijo y retaguardia de ETA
D.M./J.P. MADRID.
Hace un mes se celebró en Caracas un nuevo encuentro entre «brigadistas» de Askapena -la «ONG» que maneja el Movimiento de Liberación Nacional Vasco (MLNV) comandado por ETA, para recabar la solidaridad internacional- y representantes de la Coordinadora Simón Bolívar, que ampara Hugo Chávez.
Según ha sabido ABC, el objetivo prioritario de la reunión, que se prolongó durante tres días, fue preparar una nueva campaña dirigida a culpar al Ejecutivo de Zapatero de la ruptura de la tregua -incumplió los compromisos adquiridos- y, de esta forma, justificar una intensificación de los atentados de ETA. Aislada más que nunca en el ámbito internacional, la pretensión de la banda es asegurarse el «santuario» que desde hace casi tres décadas tiene en Venezuela, e incluso aumentar los asentamientos de terroristas en este país.
Mientras que en Cuba la llegada de Raúl Castro al poder abre un futuro incierto, los últimos gestos del régimen de Chávez proporcionan seguridad a las intenciones de ETA para asentar su retaguardia. Recientemente, Caracas estuvo a punto de conceder la nacionalidad venezolana a los etarras Lorenzo Ayestarán, Ángel Aldana, Jesús Urteaga y Eugenio Barrutiabengoa -tres integrantes de la amplia colonia etarra en Venezuela-, pese a que sus historiales suman 40 asesinatos. Y ello como pretexto para evitar su extradición a España. Las protestas del Ejecutivo de Zapatero forzaron momentáneamente al sátrapa a dar marcha atrás. Pero gracias a sus maniobras dilatorias, estos asesinos en serie siguen disfrutando del asilo en tierras de Venezuela.
Además, las autoridades de Caracas decidieron conceder una indemnización de más de 325.000 euros a otros dos etarras, Sebastián Etxaniz y Juan Víctor Galarza, por haber sido entregados a España en 2002, cuando residían «legalmente» en ese país suramericano.
En septiembre de 2006 saltó una colosal polémica al trascender que el etarra Arturo Cubillas, reclamado por la Justicia española por tres asesinatos cometidos como integrante del «comando Oker», trabajaba desde el mes de octubre de 2005 como director adscrito a la Oficina de Administración y Servicios del Ministerio de Agricultura y Tierras de Venezuela. La concesión del privilegio era familiar, ya que su esposa, Goizeder Odriozola, había sido contratada por el presidente venezolano, Hugo Chávez, para trabajar en el Palacio de Miraflores como directora general en el Despacho de la Presidencia de la República.
El tal Cubillas regenta desde hace años en el país suramericano un restaurante al que puso el nombre de «Oker», en un gesto de orgullo de su sanguinario historial. Según un «censo» que en su día fue elaboraron los Servicios de Información sobre la «población» etarra desplegada por tres continentes, más de 60 etarras se habrían desplazado a partir de 2000 desde Francia a Venezuela, sumándose así a la veintena que residía desde años antes legal y plácidamente en ese país.
Vuelta al terror
Lo dramático es que tras un periodo de «excedencia», esos etarras regresan a la primera línea del terror. Es el caso de José Luis Eciolaza Galán, «Dienteputo», reclamado por seis asesinatos, que se ha incorporado a la dirección de la banda criminal. En este contexto, cada vez parece más nítido el siniestro triángulo que forman el régimen Chavista, ETA y los narcoterroristas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
En un documento incautado en su día a la banda, el «responsable del colectivo de etarras de Cuba», José Ángel Urtiaga, proponía a los cabecillas que el entonces miembro de la mesa nacional de Batasuna Jokin Gorostidi «viaje a Colombia para desarrollar relaciones de colaboración con las FARC».
Por su parte, la ministra de Asuntos Exteriores en el segundo Gobierno de Aznar, Ana Palacio, declaró que los servicios de inteligencia habían detectado un vínculo entre ETA y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia en el atentado perpetrado en Colombia contra el club social denominado El Nogal, que arrojó un balance de 36 muertos y 160 heridos.
La amplia documentación encontrada en los ordenadores del cabecilla de las FARC Raúl Reyes, autentificada por las investigaciones de Interpol, aporta nuevas pruebas a estas conexiones. «Adiós y honra», así encabezaba Askapena, la «ONG» del MLNV que comanda ETA, el homenaje que rindió a Raúl Reyes tras morir en un enfrentamiento con el ejército colombiano.
Venezuela, cobijo y retaguardia de ETA
D.M./J.P. MADRID.
Hace un mes se celebró en Caracas un nuevo encuentro entre «brigadistas» de Askapena -la «ONG» que maneja el Movimiento de Liberación Nacional Vasco (MLNV) comandado por ETA, para recabar la solidaridad internacional- y representantes de la Coordinadora Simón Bolívar, que ampara Hugo Chávez.
Según ha sabido ABC, el objetivo prioritario de la reunión, que se prolongó durante tres días, fue preparar una nueva campaña dirigida a culpar al Ejecutivo de Zapatero de la ruptura de la tregua -incumplió los compromisos adquiridos- y, de esta forma, justificar una intensificación de los atentados de ETA. Aislada más que nunca en el ámbito internacional, la pretensión de la banda es asegurarse el «santuario» que desde hace casi tres décadas tiene en Venezuela, e incluso aumentar los asentamientos de terroristas en este país.
Mientras que en Cuba la llegada de Raúl Castro al poder abre un futuro incierto, los últimos gestos del régimen de Chávez proporcionan seguridad a las intenciones de ETA para asentar su retaguardia. Recientemente, Caracas estuvo a punto de conceder la nacionalidad venezolana a los etarras Lorenzo Ayestarán, Ángel Aldana, Jesús Urteaga y Eugenio Barrutiabengoa -tres integrantes de la amplia colonia etarra en Venezuela-, pese a que sus historiales suman 40 asesinatos. Y ello como pretexto para evitar su extradición a España. Las protestas del Ejecutivo de Zapatero forzaron momentáneamente al sátrapa a dar marcha atrás. Pero gracias a sus maniobras dilatorias, estos asesinos en serie siguen disfrutando del asilo en tierras de Venezuela.
Además, las autoridades de Caracas decidieron conceder una indemnización de más de 325.000 euros a otros dos etarras, Sebastián Etxaniz y Juan Víctor Galarza, por haber sido entregados a España en 2002, cuando residían «legalmente» en ese país suramericano.
En septiembre de 2006 saltó una colosal polémica al trascender que el etarra Arturo Cubillas, reclamado por la Justicia española por tres asesinatos cometidos como integrante del «comando Oker», trabajaba desde el mes de octubre de 2005 como director adscrito a la Oficina de Administración y Servicios del Ministerio de Agricultura y Tierras de Venezuela. La concesión del privilegio era familiar, ya que su esposa, Goizeder Odriozola, había sido contratada por el presidente venezolano, Hugo Chávez, para trabajar en el Palacio de Miraflores como directora general en el Despacho de la Presidencia de la República.
El tal Cubillas regenta desde hace años en el país suramericano un restaurante al que puso el nombre de «Oker», en un gesto de orgullo de su sanguinario historial. Según un «censo» que en su día fue elaboraron los Servicios de Información sobre la «población» etarra desplegada por tres continentes, más de 60 etarras se habrían desplazado a partir de 2000 desde Francia a Venezuela, sumándose así a la veintena que residía desde años antes legal y plácidamente en ese país.
Vuelta al terror
Lo dramático es que tras un periodo de «excedencia», esos etarras regresan a la primera línea del terror. Es el caso de José Luis Eciolaza Galán, «Dienteputo», reclamado por seis asesinatos, que se ha incorporado a la dirección de la banda criminal. En este contexto, cada vez parece más nítido el siniestro triángulo que forman el régimen Chavista, ETA y los narcoterroristas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
En un documento incautado en su día a la banda, el «responsable del colectivo de etarras de Cuba», José Ángel Urtiaga, proponía a los cabecillas que el entonces miembro de la mesa nacional de Batasuna Jokin Gorostidi «viaje a Colombia para desarrollar relaciones de colaboración con las FARC».
Por su parte, la ministra de Asuntos Exteriores en el segundo Gobierno de Aznar, Ana Palacio, declaró que los servicios de inteligencia habían detectado un vínculo entre ETA y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia en el atentado perpetrado en Colombia contra el club social denominado El Nogal, que arrojó un balance de 36 muertos y 160 heridos.
La amplia documentación encontrada en los ordenadores del cabecilla de las FARC Raúl Reyes, autentificada por las investigaciones de Interpol, aporta nuevas pruebas a estas conexiones. «Adiós y honra», así encabezaba Askapena, la «ONG» del MLNV que comanda ETA, el homenaje que rindió a Raúl Reyes tras morir en un enfrentamiento con el ejército colombiano.