31 de julio de 2013

Los «500 desaparecidos» de Torre del Bierzo

HEMEROTECA

Los «500 desaparecidos» de Torre del Bierzo

Día 31/07/2013 - 11.27h

Ocultado por el Franquismo en 1944, nadie supo jamás cuántos muertos hubo en el peor accidente de tren de la historia de España: algunas fuentes los cifran en medio millar, estudios recienten en 250 y las cifras oficiales en 78

«Como consecuencia del choque se incendiaron dentro del túnel los seis primeros vagones. Hasta el momento han sido extraídos 26 cadáveres de las unidades que quedaron más cerca de la boca del túnel, y se supone que dentro del mismo se encontrarán aún más», contaba ABC el 4 de enero de 1944, un día después de que se produjera, en Torre del Bierzo, el peor accidente de tren de la historia de España. No fue aquel ni mucho menos el número real de muertos que se produjeron en esta tragedia, cuya cifra final jamás llegó a establecerse con certeza por la férrea censura impuesta por el Franquismo, que minimizó las cifras para no dar muestras de debilidad, para no producir el menor impacto en la sociedad ni para despertar las críticas hacia el nuevo régimen.
Los periódicos de la posguerra, que no volvieron a publicar nada después de aquellas primeras informaciones, redujeron el número de muertos a unos 50, mientras que los datos oficiales publicados por Renfe elevaron después la cifra hasta los 78. El juzgado de Ponferrada contó 58 cadáveres, mientras que en la sentencia del juicio al maquinista se establecieron 83 muertos y 64 heridos. El personal ferroviario y los propios habitantes de Torre del Bierzo, que participaron en el rescate, hablaban de al menos 350 las personas que perdieron la vida en el funesto túnel número 20 de la línea Madrid-La Coruña. En 1999, en el 55 aniversario de la tragedia, el secretario provincial del sindicato ferroviario de UGT, José Manuel Vidal, aseguraba a EFE que existían datos suficientes «para pensar que se produjeron entre 500 y 800 muertes». Un número que también aparece, entre interrogantes, en elLibro Guinness de los Récords, encuadrado entre las mayores tragedias ferroviarias de la historia universal. Según los estudios más recientes, murieron entre 200 y 250 personas.
Este baile de cifras consiguió sepultar el siniestro durante décadas, hasta que en los últimos años, gracias al testimonio de algunos supervivientes y a la documentación recogida de manera fragmentaria, y a pesar de que algunos de los archivos de RENFE referentes al caso desaparecieran hace años, se ha podido reconstruir el suceso. Era «vox populi» que salieron del túnel muchos más cadáveres de los que oficialmente se declararon en enero del 44.
Los «500 desaparecidos» de Torre del Bierzo
ABC
Los restos del tren siniestrado en Torre del Bierzo, en 1944
Al igual que el Alvia que descarriló el pasado 24 de julio en Santiago de Compostela provocando la muerte de 79 pasajeros, el Correo-expreso 421 hacía la ruta Madrid-Galicia. El 3 de enero de 1.944, a su paso porBrañuelas, uno de los maquinistas decidió desenganchar una de las dos locomotoras con las que el tren iba remolcado por presentar problemas con los frenos. Era la locomotora 240-2423, conocida como «la Renfe», que había sido añadida para mejorar la tracción. Aquella fue la primera de las decisiones que intervinieron en el fatal accidente que se produciría una hora después.
El viaje se reanudó solo con la locomotora principal, la número 4532, que correspondía a la antigua compañía del Norte. Al enfilar la pronunciada bajada que hay después de Brañuelas, el tren ganó pronto mucha velocidad. Para cuando el maquinista se percató de que tenía que comenzar a parar la máquina para efectuar la parada reglamentaria en Albares, se dio cuenta de que no podía. Era demasiado tarde.
El Correo pasó a toda velocidad por Albares ante el estupor del jefe de la estación, que corrió a telefonear al jefe de Torre del Bierzo. Éste salió de su despacho haciendo gestos con las manos y gritando a los operarios que pusiesen traviesas en la vía con la intención de detenerlo, pero el tren continuó desbocado en su descenso hacia la tragedia.

El túnel número 20

El Correo penetró en el ya desaparecido túnel número 20 que se encontraba poco después de la estación. Era uno de los muchos que se encontraban en el difícil trazado que discurría por la ladera de la montaña, en cuyo interior se encontraba otra locomotora con tres vagones que intentaba alejarse a toda velocidad para evitar el impacto del tren que se acercaba sin frenos.
No le dio tiempo. El Correo embistió a la locomotora en el interior del túnel. El choque fue tremendo. Seis de los vagones descarrilaron y formaron en el interior de aquel agujero negro sin ventilación un amasijo de hierros y maderas que pronto comenzó a arder. Las escenas tuvieron que ser dantescas. Cientos de pasajeros atrapados en el interior del túnel sin poder huir y otros tantos vecinos sin posibilidades de acceder para rescatarlos.
A este cúmulo de desdichas se sumó la de otro tren con 27 vagones cargados de carbón que se dirigía, sin tener noticias de la tragedia, al interior del túnel. Los cables que movían la señal de «aviso de parada» habían quedado inutilizados por el accidente y los maquinistas del mercancías continuaron sin detenerse. Cuando se percataron de que algo ocurría en el interior del túnel, sus más de 600 toneladas de carbón le impidieron detener la locomotora de inmediato. El segundo impacto fue también brutal.

Un rescate imposible

De los 12 coches que componían el Correo 421, cinco quedaron dentro del túnel y fueron devorados por el fuego. Fue allí donde se produjo la mayoría de las muertes. Tratando de sofocar las llamas se rompieron las tuberías de los depósitos de agua que se encontraban encima del túnel, pero no fue suficiente y el fuego continuó tres días más. El desfile de heridos y la recogida de restos humanos de entre los vagones calcinados duraron más de una semana, y la identificación de la mayoría de los cadáveres fue prácticamente imposible debido a la calcinación de los cuerpos, los documentos y las prendas de las víctimas.
Nunca podrán conocerse con exactitud ni las causas ni los responsables últimos de éste accidente, el peor de la historia ferroviaria de España. Todo parece apuntar a mal estado de las vías y los trenes en una época de reconstrucción de España tras la Guerra Civil, donde su mantenimiento y revisión eran prácticamente nulos. «El desgraciado accidente parece ser debido a una extraordinaria coincidencia de causas, entre las cuales debe considerarse en su justo valor el largo uso del material móvil», aseguraba ABC seis días después.
«Es inútil querer encerrar los recuerdos, no hay cerraduras, ni paredes, ni mazmorras de las que no se escapen. Los recuerdos son como el humo, siempre salen», eran las últimas palabras de la protagonista del cortometraje «Túnel número 20», dirigido por Ramón de la Fontecha, que ganó el Goya en 2003.

31/07/2013 -Fiesta de San Ignacio de Loyola

31/07/2013 - Festa de Santo Inácio de Loyola
http://www.pliniocorreadeoliveira.info/Plinio_TVCapital.jpg 
Santo Inácio, genuflexo, ante o Papa Paulo III, o qual confirmou sua Ordem religiosa com a bula pontifícia Regimini militantis ecclesiae (27-9-1540)
Especial: 

El Gobierno firma con médicos y enfermeros un pacto por una sanidad sostenible

SOCIEDAD

El Gobierno firma con médicos y enfermeros un pacto por una sanidad sostenible

Día 30/07/2013 - 17.38h

Rajoy asegura que con este acuerdo firmado en Moncloa «los pilares de la Sanidad se han visto fortalecidos»

La ministra de Sanidad, Ana Mato, ha firmado este martes el Pacto por la Sostenibilidad y la Calidad del Sistema Nacional de Salud con el Foro de la Profesión Médica y con la profesión enfermera (Consejo General de Enfermería y Sindicatos de Enfermería, SATSE), que engloba a 500.000 profesionales sanitarios en España.
El acuerdo se ha firmado en un acto solemne celebrado en el Palacio de la Moncloa al que ha asistido el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. El jefe del Ejecutivo ha asegurado tras este acuerdo que «los pilares de la Sanidad se han visto fortalecidos».
El presidente del Gobierno considera que se trata de «un compromiso y una responsabilidad en pro de la sostenibilidad». Además, ha defendido el impulso del sistema de formación sanitaria que van a llevar a cabo, la mejora de la gestión clínica y los procesos de atención. Asimismo, ha vuelto a recordar la calidad del personal sanitario: «son el mejor patrimonio de la sanidad española»
Citando datos del CIS, el presidente ha destacado que 3 de cada 4 españoles consideran «bueno» o «muy bueno» el Sistema Nacional de Salud. Para el Presidente, «garantizar la salud es de importancia capital». Ha señalado que si bien hay problemas que la ciudadanía demanda deben ser resueltos por el Gobierno y que «por ello hacemos todos los esfuerzos necesarios», este objetivo no sería posible sin médicos y enfermeros «que son el mayor patrimonio de la sanidad española». Ha asegurado que la mejora de las prestaciones del Estado de bienestar es fruto de su gestión eficiente y de una política reformista y eficaz. «Sin una economía orientada al crecimiento y al empleo, términos como viabilidad o sostenibilidad acaban siendo una quimera, y de ahí la importancia de perseverar en la genética reformista de nuestra política económica».

Uno de los mejores sistemas sanitarios

A su juicio, España sigue disfrutando de unos de los mejores sistemas sanitarios del mundo tras tomar decisiones difíciles pero también «responsables y comprometidas».
Por su parte, la ministra de Sanidad, Servicios Sociales e IgualdadAna Mato, ha asegurado que con el pacto suscrito se pretende garantizar que, al margen de las diferencias legítimas, «la sanidad quedeprotegida del debate partidista, garantizar su sostenibilidad, recuperar la senda del desarrollo profesional, afrontar la necesaria coordinación sociosanitaria, promover el ahorro y las economías de escala, ganar en cohesión territorial y, sobre todo, garantizar la equidad en todo el territorio nacional», ha asegurado Mato.
La ministra también ha expresado el compromiso de todo el Gobierno con los profesionales sanitarios y con su desarrollo profesional, consciente de su contribución decisiva en la mejora asistencial y en la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud. En este sentido, ha destacado su reciente actuación ante la «terrible tragedia que hemos vivido en Galicia», en la que «se ha vuelto a demostrar la excelencia y la categoría humana de todos los sanitarios».

La sanidad, pilar básico

El Pacto firmado este martes se produce como consecuencia del trabajo del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad y los representantes de los profesionales sanitarios. Ya a principios de año, Mato había firmado sendos Acuerdos Marco con las dos profesiones para avanzar en el Pacto de Sanidad, en la nueva política de recursos humanos y las estrategias para impulsar la gestión clínica.
Como resultado de la labor de los grupos de trabajo creados en virtud de estos acuerdos, el Ministerio ha consensuado con ambas profesiones dos documentos que son la base de este Pacto por la Sostenibilidad y la Calidad del Sistema Nacional de Salud. En el área del Pacto por la Sanidad se ha alcanzado un acuerdo unánime sobre la necesidad deevitar que la Sanidad sea objeto de confrontación partidaria, y que sea defendida como uno de los pilares básicos del Estado del Bienestar. En el área profesional, está encaminado a establecer lacolaboración necesaria en aspectos como la reorganización de losservicios asistenciales y la implantación de la gestión clínica en los servicios de salud.
Asimismo, se ha acordado profundizar en un nuevo modelo formativo hacia la excelencia, impulsando la formación sanitaria especializada troncal como eje fundamental y de gran valor estratégico para el Sistema Nacional de Salud. Para ello, será necesario promover un modelo de desarrollo profesional como proceso al que se compromete el médico para mantener y mejorar la competencia profesional, obteniendo por ello el reconocimiento de la propia profesión, de la sociedad y de las instituciones. También se mejorará la relación jurídica del médico y del enfermero con el Sistema Nacional de Salud y se flexibilizará la planificación de las necesidades futuras de recursos humanos.

«Gran pacto de Estado»

Respecto al acuerdo, el presidente de la Organización Médica Colegial,Juan José Rodríguez Sendín ha señalado la importancia de «recomponer el proceso sanitario; mantener a toda costa un modelo que se considera de éxito y que es marca España; y además, cuidar a los profesionales».
Máximo González Jurado, presidente del Consejo General de Enfermería, agradeció a la Administración por el cumplimiento de todos los compromisos y manifestó su deseo de que este acuerdo «sirva como ejemplo para un gran pacto de Estado».
En el caso del acuerdo firmado con la Enfermería, se ha acordado el borrador de proyecto normativo por el que se regula la indicación, uso y dispensación de medicamentos y productos sanitarios por parte de los enfermeros. Además, se ha alcanzado un acuerdo en cuanto a las bases para la implantación efectiva de las especialidades de enfermería y acuerdos en materia de certificaciones. Todo ello, encaminado a reforzar la confianza de los ciudadanos en la excelencia de los profesionales de enfermería.
En cuanto a la gestión clínica, el Pacto permitirá mejorar la gestión clínica y los procesos asistenciales de atención a los pacientes, haciéndolos más rápidos, más eficaces y más seguros para los usuarios. Igualmente supondrá un avance en el desarrollo del ámbito sociosanitario en la atención a pacientes crónicos y dependientes.

La fe de John Kerry

COLUMNA

La fe de John Kerry

Hay dos escuelas sobre el conflicto, la de que no hay solución y la optimista, que la realidad desmiente


Miguel Ángel Bastenier (Barcelona, 1942) es profesor de Periodismo Internacional en la Escuela de Periodismo de EL PAÍS
El conflicto palestino-israelí, del que se inicia una nueva ronda de conversaciones gracias a la fe inquebrantable del secretario de Estado norteamericano, John Kerry, cabe contemplarlo desde distancia y óptica muy diferentes, a tenor de las cuales se llega a conclusiones opuestas.
Hay una distancia corta y otra larga, que condicionan la óptica del observador. Si se juzga el problema con las narices pegadas a los hechos desde que, digamos, se firmaron los Acuerdos de Oslo en 1993, o también desde la guerra de 1967, en la que Israel administró una severísima derrota a Egipto, Siria y Jordania, sumiéndose con ello en oleadas de ruido y de furia, errores, muestras de mala fe y actos terroristas por ambas partes, cabe fundamentar cualquier opinión favorable o contraria a los actores, para guiar las preferencias personales en el rumbo que mejor plazca. Pero existe una segunda mirada que trata de abarcar la mayor parte del enfrentamiento, para remontarse al menos a la fundación del Estado de Israel en 1948, donde dos resoluciones de la ONU dominan la perspectiva.
La primera es la 181 de noviembre de 1947, que recomendaba la división del mandato británico de Palestina —25.000 kilómetros cuadrados— en sendos territorios para albergar en un 55% del mismo al Estado de Israel, con el 45% restante para la entidad árabe, y la capital, Jerusalén, convertida en corpus separatum que administraría la propia ONU. Los palestinos y el mundo árabe circundante no quisieron renunciar a una tierra en la que aún eran mayoría de tres a uno, y en la que habían vivido sin interrupción durante docenas de generaciones. Pero en lo que Israel llama guerra de independencia (1948-49) lo perdieron casi todo. Solo Jordania, con el consentimiento sionista, logró retener Jerusalén Este y Cisjordania, que con el remiendo de Gaza equivalía a un 22% del país.
La segunda resolución de la ONU fue la 242, aprobada poco después de la victoria de 1967, que le había dado a Israel el control de todo el territorio, y cuyo texto pedía la retirada del ocupante, así como propugnaba la existencia de todos los Estados en la zona dentro de fronteras seguras y reconocidas. Este texto sigue siendo hoy la única solución verosímil del conflicto, con un vasto apoyo de la comunidad internacional. En la práctica permitía la formación de un Estado palestino que viviría codo con codo con el israelí, abocados ambos a una inevitable cooperación económica. E Israel, con su formidable potencial militar, no necesitaría cascos azules ni de ningún color para sentirse en plena seguridad ante su vecino.
Una parte muy audible de la opinión israelí estima insuficiente su parte en el reparto territorial, y la conducta de los sucesivos Gobiernos sionistas ha hecho honor a ese sentimiento promoviendo desde comienzos de los setenta una extensa colonización de los territorios ocupados con inclusión de la parte árabe de la Ciudad Santa, convertida en capital unificada y eterna de Israel. La OLP palestina recurrió inicialmente al arma terrorista —pero ya desechada— como único medio de recobrar su tierra, toda ella, lo que, de fracaso en fracaso, culminó en 1987 en la creación de Hamás, el movimiento islamista que propugna en su carta fundacional la destrucción del Estado sionista.
Y así es como dos poderes aparentemente irreconciliables hacen especialmente abrupto el camino de la paz. Hamás puede defender su pretensión de convertir Palestina en un emirato islámico porque Israel no solo no se retira, sino que extiende su colonización del territorio, y para los que se sitúan a la derecha del primer ministro, Benjamín Netanyahu, su existencia es la prueba de que el árabe nunca aceptará a Israel y, por ello, nunca podrá haber un Estado palestino.
Y también son dos las escuelas de pensamiento sobre el futuro del conflicto. Una, que no tiene solución, a la que se adscribe vigorosamente esa derecha israelí, en la que entra y sale con destreza Netanyahu, y habla solo de “gestionar el conflicto”. Y otra, de un optimismo siempre desmentido por la realidad, que propone la 242 como epílogo pacífico de la cuestión, y a la que se adhiere la Autoridad Palestina de Mahmud Abbas.
John Kerry retoma una ruta que no ha mejorado las reputaciones de cuantos en su solución se han empeñado. Pero cuesta creer que el secretario de Estado no sepa que un acuerdo de paz no está a la vuelta de la esquina, en el conflicto más duradero de los siglos XX y XXI.