3 de julio de 2008
Los mafiosos rusos ponían a altos cargos de su país como garantía de sus negócios
ABC - 3/7/2008
Los mafiosos rusos ponían a altos cargos de su país como garantía de sus negocios
CRUZ MORCILLO/PABLO MUÑOZ. MADRID.
La investigación de los agentes de la Udyco Central de la Comisaría General de Policía Judicial y del Servicio de Información de la Guardia Civil contra la mafia rusa en España contiene datos «sensibles» que, en su caso, podrían afectar a las relaciones entre España y Rusia. Los responsables policiales han tenido acceso a conversaciones en las que los capos detenidos -los principales son Gennadios Petrov, Alexander Malyshev y Vitali Izguilov, ya que Kuzmin no viajó como se esperaba- ponían como garantía de que iban a conseguir sacar adelante sus turbios negocios a altos cargos de la Administración rusa, no sólo del Gobierno, sino también del estamento militar.
Las fuentes consultadas por ABC explican que en momento alguno los mafiosos hablan directamente con esos altos cargos de su país, si bien dan sus nombres para ofrecer a su interlocutor la seguridad de que van a lograr sus propósitos. Lo más inquietante es que finalmente el jefe mafioso hace el negocio sin ningún problema. Y además ese tipo de conversaciones son habituales, en el abanico diario de decenas de llamadas «de trabajo».
A pesar de que no hay ese contacto directo, los datos que han aparecido en la investigación, que se ha prolongado durante dos años, apuntan a que los «vor v zakonen» ahora detenidos en la «operación Troika» tenían la capacidad de corromper las más altas esferas de la vida política rusa, y además ejercían ese poder. De hecho, desde que en 2007 el Gobierno de ese país creara unos organismos estatales para el desarrollo de las infraestructuras y la mejora de la flota mercante los grupos mafiosos descabezados en España han obtenido suculentos contratos de obras públicas, a los que se alude con insistencia. La adjudicación de los contratos, entre ellos una autovía clave, la conseguían sin siquiera contar con profesionales especializados para acometer las obras, como se exige en cualquier concesión de ese nivel. Los militares tampoco escapaban a su influencia. Un alto mando ruso debía volar por trabajo a una república caucásica, pero estaba amenazado de muerte por un grupo separatista. El viaje se pospuso hasta que el militar recibió «permiso» de la organización tras negociar los capos la anulación de la orden de asesinarlo.
El titular del Juzgado de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, encargado del caso, cuyo trabajo e impulso han sido imprescindibles para el éxito de la operación, lo mismo que el de la Fiscalía Anticorrupción, es consciente de que está ante una investigación extremadamente delicada por sus implicaciones internacionales. Para evitar fugas de datos y proteger las pesquisas, que sólo afectan a las actividades de esos grupos en España, el magistrado mantiene el secreto de las actuaciones.
Una decena de agentes
La envergadura del caso es tal que apenas una decena de personas está al tanto de todos los entresijos de esta investigación, que ha puesto a buen recaudo a los máximos responsables de tres de las más poderosas mafias rusas: la Tambovskaya, liderada por Petrov; la Malyshevskaya, del capo Malyshev, y la de Izguilov, que ha ido escalando puestos en los últimos meses tras haber salido de la cárcel después de su detención en la «operación Avispa», en la que cayó el número uno de todas las redes mafiosas, Zakhar Kalashov.
A lo largo del trabajo policial se ha tenido acceso a miles de conversaciones de los implicados -los objetivos iniciales eran siete pero luego se amplió el número- de las que 230 «ponen los pelos de punta», según las fuentes consultadas, porque «demuestran el inmenso poder de los capos detenidos», sus relaciones en Rusia y las antiguas repúblicas de la URSS y el abanico de sus actividades criminales: asesinatos, tráfico de armas, de drogas y de influencias, extorsión, cohecho, negociaciones ilegales, contrabando de cobalto y de tabaco, palizas por encargo, amenazas... Todas estas operaciones estaban dirigidas desde España, donde los capos se habían retirado en 1996 para vivir menos expuestos que en su país.
Malyshev ya había sido atacado con lanzagranadas por un grupo rival y salvó la vida de milagro. Su guerra con el situadísimo Vladimir Kumarin le costó escapar y cambiar su nombre. Pasó a ser Alejandro Lagnas González, cuando vino a España con su esposa (también detenida), que manejaba los millones recaudados con mano de hierro y tenía un papel clave. Viktor Gavrilenkov, uno de los capos de segundo nivel que dio esquinazo a los agentes desde su retiro dorado de Jávea (Alicante), fue tiroteado con dos kalashnikov en el exclusivo hotel Viena de San Petersburgo antes de refugiarse en nuestro país. Le protegían dos sargentos.
Pero aunque las «oficinas» o puestos de mando de los jefes estaban en Mallorca, Alicante y Málaga, ellos y sus allegados viajaban semana sí y semana no a Rusia para dar órdenes personalmente y reunirse con sus colaboradores. La ruta solía pasar por Suiza y con frecuencia había parada técnica en Alemania. La última cita tuvo lugar el pasado 12 de abril. La cúpula de la Tambovskaya-Malyshevskaya, incluido el matrimonio Malyshev, se reunió en Berlín con el pretexto de celebrar el cumpleaños de Mijail Rebo, número dos del anterior, que fue arrestado días después de la operación española como responsable en el país germano del grupo mafioso. «Los jefes mantenían una relación estrecha y amigable», sostienen quienes les han pisado los talones. De hecho, Petrov y Malyshev se instalaron juntos en la Costa del Sol a su llegada a España con visados para comprar una casa. Luego separaron sus caminos y fueron aumentando su poder. Nada se movía sin que ellos lo controlaran. Sus empleados necesitaban permiso para dar cualquier paso, incluso para visitar a una madre enferma.
Uno de los aspectos que más ha llamado la atención es que los jefes mafiosos no tenían temor a la Policía española -en cualquier caso no se dieron cuenta de que eran vigilados-, sino a los servicios secretos de su país. Si el KGB llegaba a estar detrás de ellos era porque habían caído en desgracia en las esferas de poder de su país, lo que constituiría el prólogo de su decadencia y posterior desaparición.
Malestar en Rusia
Tal como sucedió en la «Avispa», el Gobierno ruso no ha tenido información sobre la investigación de la Policía y la Guardia Civil, lo que ha vuelto a provocar malestar en las autoridades, sobre todo con el KGB. Es significativo que en la nota pública de Anticorrupción que daba cuenta de la «Troika» no se nombrara a ningún servicio policial ruso entre los colaboradores internacionales. La razón es que no se pidió su ayuda porque habría sido inútil y porque los implicados se habrían enterado de que los agentes les pisaban los talones. En la «Avispa», políticos rusos presionaron a la Audiencia Nacional para que pusiera en libertad a Kalashov, en prisión tras ser detenido en Dubai por la Brigada Central de Crimen Organizado. Kalashov está rodeado de férreas medidas de seguridad en una celda de aislamiento de Zuera (Zaragoza), de la que trata de sacarle su abogado, el ex juez de la Audiencia Nacional Javier Gómez de Liaño.
ABC
Gennadios Petrov, jefe de la Tambovskaya, poco después de ser detenido
Los mafiosos rusos ponían a altos cargos de su país como garantía de sus negocios
CRUZ MORCILLO/PABLO MUÑOZ. MADRID.
La investigación de los agentes de la Udyco Central de la Comisaría General de Policía Judicial y del Servicio de Información de la Guardia Civil contra la mafia rusa en España contiene datos «sensibles» que, en su caso, podrían afectar a las relaciones entre España y Rusia. Los responsables policiales han tenido acceso a conversaciones en las que los capos detenidos -los principales son Gennadios Petrov, Alexander Malyshev y Vitali Izguilov, ya que Kuzmin no viajó como se esperaba- ponían como garantía de que iban a conseguir sacar adelante sus turbios negocios a altos cargos de la Administración rusa, no sólo del Gobierno, sino también del estamento militar.
Las fuentes consultadas por ABC explican que en momento alguno los mafiosos hablan directamente con esos altos cargos de su país, si bien dan sus nombres para ofrecer a su interlocutor la seguridad de que van a lograr sus propósitos. Lo más inquietante es que finalmente el jefe mafioso hace el negocio sin ningún problema. Y además ese tipo de conversaciones son habituales, en el abanico diario de decenas de llamadas «de trabajo».
A pesar de que no hay ese contacto directo, los datos que han aparecido en la investigación, que se ha prolongado durante dos años, apuntan a que los «vor v zakonen» ahora detenidos en la «operación Troika» tenían la capacidad de corromper las más altas esferas de la vida política rusa, y además ejercían ese poder. De hecho, desde que en 2007 el Gobierno de ese país creara unos organismos estatales para el desarrollo de las infraestructuras y la mejora de la flota mercante los grupos mafiosos descabezados en España han obtenido suculentos contratos de obras públicas, a los que se alude con insistencia. La adjudicación de los contratos, entre ellos una autovía clave, la conseguían sin siquiera contar con profesionales especializados para acometer las obras, como se exige en cualquier concesión de ese nivel. Los militares tampoco escapaban a su influencia. Un alto mando ruso debía volar por trabajo a una república caucásica, pero estaba amenazado de muerte por un grupo separatista. El viaje se pospuso hasta que el militar recibió «permiso» de la organización tras negociar los capos la anulación de la orden de asesinarlo.
El titular del Juzgado de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, encargado del caso, cuyo trabajo e impulso han sido imprescindibles para el éxito de la operación, lo mismo que el de la Fiscalía Anticorrupción, es consciente de que está ante una investigación extremadamente delicada por sus implicaciones internacionales. Para evitar fugas de datos y proteger las pesquisas, que sólo afectan a las actividades de esos grupos en España, el magistrado mantiene el secreto de las actuaciones.
Una decena de agentes
La envergadura del caso es tal que apenas una decena de personas está al tanto de todos los entresijos de esta investigación, que ha puesto a buen recaudo a los máximos responsables de tres de las más poderosas mafias rusas: la Tambovskaya, liderada por Petrov; la Malyshevskaya, del capo Malyshev, y la de Izguilov, que ha ido escalando puestos en los últimos meses tras haber salido de la cárcel después de su detención en la «operación Avispa», en la que cayó el número uno de todas las redes mafiosas, Zakhar Kalashov.
A lo largo del trabajo policial se ha tenido acceso a miles de conversaciones de los implicados -los objetivos iniciales eran siete pero luego se amplió el número- de las que 230 «ponen los pelos de punta», según las fuentes consultadas, porque «demuestran el inmenso poder de los capos detenidos», sus relaciones en Rusia y las antiguas repúblicas de la URSS y el abanico de sus actividades criminales: asesinatos, tráfico de armas, de drogas y de influencias, extorsión, cohecho, negociaciones ilegales, contrabando de cobalto y de tabaco, palizas por encargo, amenazas... Todas estas operaciones estaban dirigidas desde España, donde los capos se habían retirado en 1996 para vivir menos expuestos que en su país.
Malyshev ya había sido atacado con lanzagranadas por un grupo rival y salvó la vida de milagro. Su guerra con el situadísimo Vladimir Kumarin le costó escapar y cambiar su nombre. Pasó a ser Alejandro Lagnas González, cuando vino a España con su esposa (también detenida), que manejaba los millones recaudados con mano de hierro y tenía un papel clave. Viktor Gavrilenkov, uno de los capos de segundo nivel que dio esquinazo a los agentes desde su retiro dorado de Jávea (Alicante), fue tiroteado con dos kalashnikov en el exclusivo hotel Viena de San Petersburgo antes de refugiarse en nuestro país. Le protegían dos sargentos.
Pero aunque las «oficinas» o puestos de mando de los jefes estaban en Mallorca, Alicante y Málaga, ellos y sus allegados viajaban semana sí y semana no a Rusia para dar órdenes personalmente y reunirse con sus colaboradores. La ruta solía pasar por Suiza y con frecuencia había parada técnica en Alemania. La última cita tuvo lugar el pasado 12 de abril. La cúpula de la Tambovskaya-Malyshevskaya, incluido el matrimonio Malyshev, se reunió en Berlín con el pretexto de celebrar el cumpleaños de Mijail Rebo, número dos del anterior, que fue arrestado días después de la operación española como responsable en el país germano del grupo mafioso. «Los jefes mantenían una relación estrecha y amigable», sostienen quienes les han pisado los talones. De hecho, Petrov y Malyshev se instalaron juntos en la Costa del Sol a su llegada a España con visados para comprar una casa. Luego separaron sus caminos y fueron aumentando su poder. Nada se movía sin que ellos lo controlaran. Sus empleados necesitaban permiso para dar cualquier paso, incluso para visitar a una madre enferma.
Uno de los aspectos que más ha llamado la atención es que los jefes mafiosos no tenían temor a la Policía española -en cualquier caso no se dieron cuenta de que eran vigilados-, sino a los servicios secretos de su país. Si el KGB llegaba a estar detrás de ellos era porque habían caído en desgracia en las esferas de poder de su país, lo que constituiría el prólogo de su decadencia y posterior desaparición.
Malestar en Rusia
Tal como sucedió en la «Avispa», el Gobierno ruso no ha tenido información sobre la investigación de la Policía y la Guardia Civil, lo que ha vuelto a provocar malestar en las autoridades, sobre todo con el KGB. Es significativo que en la nota pública de Anticorrupción que daba cuenta de la «Troika» no se nombrara a ningún servicio policial ruso entre los colaboradores internacionales. La razón es que no se pidió su ayuda porque habría sido inútil y porque los implicados se habrían enterado de que los agentes les pisaban los talones. En la «Avispa», políticos rusos presionaron a la Audiencia Nacional para que pusiera en libertad a Kalashov, en prisión tras ser detenido en Dubai por la Brigada Central de Crimen Organizado. Kalashov está rodeado de férreas medidas de seguridad en una celda de aislamiento de Zuera (Zaragoza), de la que trata de sacarle su abogado, el ex juez de la Audiencia Nacional Javier Gómez de Liaño.
ABC
Gennadios Petrov, jefe de la Tambovskaya, poco después de ser detenido