El oro de Moscú, cuentas claras
POR TULIO DEMICHELI
. MADRID.
Al doctor Juan Negrín -rehabilitado este fin de semana durante el congreso del PSOE- le persiguieron antes y después de su muerte algunas gravísimas acusaciones, compartidas tanto por sus enemigos franquistas como por sus adversarios socialistas y republicanos. Quizá, la mayor entre ellas fue la de haber dispuesto de las reservas de oro del Banco de España, incluyendo su depósito y venta a la Unión Soviética, sin aval legal, con «extralimitación de sus facultades», para sus propios fines personales y sin consulta o control por parte de otros órganos del Estado.
Acusación infundada
El historiador Enrique Moradiellos -autor, entre otras obras, de Los mitos de la guerra civil (2004), Franco frente a Hitler (2005) y la biografía de Don Juan Negrín (2006), todos en Península- explica a ABC que «ésa es una acusación infundada que las pruebas documentales y la historiografía más solvente han desmentido hace ya tiempo por tres razones: 1º) Porque el recurso a la venta del oro a países extranjeros para su conversión en divisas aplicables a gastos bélicos comenzó ya el 21 de julio de 1936, con el republicano azañista Enrique Ramos como ministro de Hacienda. 2º) Porque los agentes franquistas trataron de frustar la operación con medidas de interdicción legal ante los tribunales franceses sin éxito por un motivo inapelable: la venta era una facultad legal del gobierno oficialmente reconocido y por eso «el oro de París» (más de la cuarta parte del total de las reservas) nunca fue utilizado por Franco como motivo de agitación propagandística. Y 3º) Porque la decisión de movilizar el oro a través de la URSS fue objeto de una decisión expresa del Consejo de Ministros reunido el 6 de octubre de 1936 en Madrid.
¿Se sabe todo sobre el oro de Moscú o quedan flecos sueltos? «En general, hoy se sabe todo y se supo a partir de 1956, porque el «dossier Negrín» lo entregaron sus herederos al gobierno de Franco a su muerte -responde Moradiellos- . El primero que lo utilizó fue el economista Juan Sardá en su historia oficial del Banco de España publicada en 1971. El capítulo final dice que «el oro del Banco de España ingresado en Moscú se gastó íntegramente en el esfuerzo bélico de la República», algo que provocó la retención del libro por orden de Carrero Blanco. Ese dossier contiene el acto de recepción del oro, el pesaje que se hace con la presencia de funcionarios del banco central de la URSS, del embajador de España, Marcelino Pascua y de dos técnicos del Ministerio de Hacienda. Además contiene las órdenes de venta. ¿Hasta cuándo? Hasta agosto de 1938. Hasta ese momento el oro se había ido vendiendo a cambio de divisas convertibles, especialmente libras, dólares y francos. Y para agosto, una carta del comisario de Hacienda le comunica a Negrín que sólo queda una pequeña cantidad pendiente de venta.
-¿Se gastó con transparencia?
-Una parte del oro se destinó al pago de «comisiones». Dicho de otro manera, de «sobornos» a los funcionarios extranjeros para que permitieran contrabando de armas violando el Acuerdo de No Intervención. Se sobornó a funcionarios polacos checos, turcos, lituanos y probalemente a muchos otros. Otra parte se perdió en operaciones con traficantes que salieron mal. La idea de particulares lucrándose del oro hay que descartarla.
-Algunos historiadores siguen negando la legalidad de esas operaciones hoy día. ¿Qué piensa?
-Esa discusión está perdida de antemano. Si hubiera sido ilegal, entonces ¿por qué se perdió el pleito planteado por los gobernadores del Banco de España instalados en Burgos, cuando tienen noticia de que Enrique Ramos está vendiendo el oro depositado en París, más de la cuarta parte del total, desde el 21 de julio? Presentaron una interdicción legal en la Corte Suprema -como bien cuentan Ángel Viñas y Pablo Martín Aceña- para detener esas ventas en virtud de la ilegalidad de los vendedores, pues arguían que no tenían la capacidad jurídica para hacerlo. El pleito va adelante y la Corte establece que un gobierno legalmente establecido puede vender oro que procede de su interior en el exterior.
-Pero hubo más argumentos.
-Los nacionales argumentaban que el Banco de España era una entidad privada (una sociedad anónima) y que al nacionalizarlo el gobierno había incurrido en ilegalidad. Pero la sentencia entendió que un gobierno legítimo tiene la potestad de nacionalizar su banco central. Del oro de París nunca se habló porque Franco intentó retenerlo por la vía legal y no lo consiguió. Igual que cuando se vendió la plata española a la Reserva Federal de EEUU. en 1938. La operación se aprobó porque era el gobierno reconocido, por muchas simpatías que Franco tuviera allí. Pero como no había relaciones con Moscú, allí se emprendió una campaña propagandística. También se ha discutido que, incluso siendo legal, el trámite había sido equivocado, que lo había hecho Negrín sin consultar al Consejo de Ministros y que Azaña no estaba al tanto. Claro que hubo decisión del Consejo, aunque fuera reservada. ¿Con qué autoridad? Con la que le habían dado las Cortes al Gobierno para que legislara de manera ilimitada ante la emergencia nacional. Otra cosa es que se diga que no se crea en la legalidad republicana a partir del 18 de julio...
Los documentos
La confirmación de esta última aprobación plenaria ha sido una de las últimas revelaciones del recién abierto archivo del doctor Negrín custodiado en París por sus herederos. «El autor del importante descubrimiento ha sido Ángel Viñas y el texto de este acuerdo ha sido publicado en su libro La soledad de la República (Crítica, p. 314) -concluye Moradiellos-. Se trata de un oficio de traslado formal de la decisión al presidente de la República, Azaña, firmado en calidad de secretario por el ministro más joven de la reunión, el comunista Jesús Hernández, ministro de Instrucción Pública».
El segundo documento que publicamos en esta página es la orden de entrega del 7 de marzo de 1937 y «demuestra las tonterías que dice Largo en sus memorias como que «la primera operación la hice yo pero que luego Negrín no me dice nada» -señala Moradiellos-. Hay veintitantas órdenes de entrega. Largo lleva adelante esas operaciones hasta el último momento, porque tenían que ser firmadas y contrafirmadas por el Jefe de Gobierno y el ministro de Hacienda, Largo Caballero y Negrín hasta 1937. porque a partir de entonces Negrín fue designado presidente del Consejo».