1 de noviembre de 2017

El independentismo de parte considerable de la Iglesia catalana









El independentismo de parte considerable de la Iglesia catalana

La Cigüeña de la Torre
31 octubre, 2017
El monumental fracaso de la proclamación de la República catalana les ha dejado con sus vergüenzas al aire. Tras hacernos vivir a todos unos días angustiosos en los que eran previsibles todo género de males, hasta muertos incluidos, llegó el parto y ni siquiera un minúsculo ratón. Nada de nada. La vergonzosa fuga de Pustchdemón y de cinco consejeros, dejando a muchos de los suyos a las puertas de la cárcel y una explosión multitudinaria de españolismo que nadie se había imaginado. Hasta los mossos parecen las fuerzas de seguridad del Estado… español.
Muchos pensaban que Rajoy llegaba tarde y mal, mucho más obligado que voluntario, siguiendo la estela de Zapatero, y seguramente ni el mismo soñaba en sus noches más dulces con una salida así. Sin el menor incidente. Al menos de momento. Dios quiera que sigamos así. Los del que ha huido dan la impresión de estar hundidos y desaparecidos. Y el resto de España, ahora también Cataluña, con sus balcones y ventanas rebosando banderas españolas. Curiosamente en Madrid vi dos republicanas. No son monárquicos y lo manifiestan pero también manifiestan que se sienten españoles.
Queda, y es lo que importa al Blog, el papelón jugado por la Iglesia de Cataluña. Verdaderamente penoso. Los obispos nadando a favor de lo que parecía imparable corriente pero en su proverbial “valentía” procurando guardar la ropa. Por si acaso. La del inmaduro de Solsona, que nadie entiende como pudo llegar a obispo, si Ladaria intervino,como dicen y también con Taltavull, pues que Dios le mejore la vista porque la actual precisa con urgencia un oftalmólogo. Y la del primat/cagat revelándole a los ojos de todos su deplorable insuficiencia mitral. Vives y Pardo son mucho más inteligentes y han quedado menos tocados en el monumental descalabro.
Los curas, tan responsables del hundimiento religioso de Cataluña y tan separatistas no pocos de ellos, en los días de vino y rosas que se prometían, más falsos, los días, que Judas, salieron en respaldo de su ansiada independencia, aunque rompiera la comunión parroquial. Unos cuatrocientos, cifra ciertamente importante aunque minoritaria, bastante, si bien es sus finales la mayoría, se retrataron y han salido muy feos en la foto. Y al día más solos que la una. Dos deplorables homilías de Montserrat estuvieron en la misma línea y han dejado al monasterio a los pies de los caballos. Aunque en ellos estuviera desde hace mucho tiempo.
Todo ello creo que ha sido bueno para saber, con nombres y apellidos, con quienes nos jugamos las lentejas. Eclesiales y civiles. Hay nombres, no pocos, que ni vale la pena recordar porque están ya en sus últimas boqueadas. Los otros, por escasos que sean, no debemos olvidarlos. A los efectos que procedan. Han hundido la Iglesia en Cataluña y de momento también su apuesta política que nunca debieron hacer.
Me he manifestado varias veces escéptico ante esa interpretación del cuarto mandamiento que impone, dicen, el amor a la patria como precepto religioso. Conozco altas autoridades que lo han sostenido pero no lo entiendo dogma de fe. Estoy mucho más de acuerdo con la posición de nuestros obispos de hoy sobre el bien moral que me parece pecado destruirlo para conseguir en su lugar muy graves males. Para Cataluña, sobre todo, y también para el resto de España.
La Iglesia catalana ha batido records de incompetencia e incluso de maldad. A ver si es capaz de recomponer tanta catástrofe. Hay gente muy buena en ella, clérigos y laicos, que hacen lo que pueden, y no es poco, por salvar los pocos muebles que quedan en la riada. Con frutos evidentes aunque bien escasos ante la ruina general. Creo que este batacazo de los otros, que Dios quiera no sea episódico, les ayudará porque es lo único que queda. Y no se trata de una Iglesia españolista que sería otro error. La Iglesia es para todos sean cuales sean sus opiniones políticas que no deben manifestarse en el templo. Porque no está para eso sino para ser la casa de Dios y de todos los católicos.
El artículo de Oriolt en Germinans, medido como todos los suyos y siempre con excelente información, Dios quiera que haga recapacitar a algunos de los perdidos en una convivencia eclesial, por encima de las opiniones políticas de cada uno, que nunca se debió romper.
Cada cual es muy dueño de sus ilusiones. Aunque las haya locas. Pero la Iglesia no es el sitio para ellas. En ella sólo cabe predicar el Reino de Dios que para eso está. No para reinecillos de taifas porque ese no es su sitio.

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