21 de noviembre de 2017

Manuel Valls: “España tiene que preguntarse qué es ser español”

Manuel Valls: “España tiene que preguntarse qué es ser español”
EL PAÍS impulsa un gran diálogo con el ciclo ‘España 40-40’


El ex primer ministro francés, Manuel Valls, durante el evento del ciclo 'España 40-40'. ÁLVARO GARCÍA / VÍDEO: EPV
Manuel Valls, ex primer ministro de Francia, ha planteado este martes la necesidad de que los españoles debatan sobre su identidad para reforzar su proyecto común como nación. Como otros países, España sufre una crisis de identidad. España tiene que preguntarse "qué es ser español", ha argumentado el político francés durante el ciclo España 40-40, que organiza EL PAÍS. "España no ha contestado a esa pregunta", ha rematado. "Falta el relato de España", ha concluido. “Hay que consolidar un nuevo patriotismo en España. En Francia hay un complejo de superioridad. En España, de inferioridad”.

"Todos los países sufren de una crisis de identidad cultural, por la globalización, por la crisis política, las redes sociales, el problema de los refugiados; surgen problemas, por ejemplo en la sociedad francesa el problema del islam, de los musulmanes. Todo eso interroga sobre lo que somos y creo que España no ha contestado a esa pregunta: ¿qué es hoy ser español?", ha reflexionado Valls, que cree que detrás de esa falta de cuestionamiento, de "hablar de patria", están los 40 años de franquismo.

"Cuanto más globalizado el mundo, más necesita la gente pertenecer a una nación, una patria, una familia un grupo", reflexiona @manuelvalls en el ciclo #espana4040 de @el_paishttps://elpais.com/elpais/2017/11/20/actualidad/1511192040_661151.html 

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"Yo creo que al salir de la crisis del terrorismo vasco, y espero, de la crisis catalana, hay una posibilidad en España para hacer política en el buen sentido, a un cierto nivel. Todos los países, también hoy en Alemania, se interrogan sobre lo que es ser alemán, ser francés, o ser español, y hay diferentes maneras de contestar a esta pregunta", ha indicado el político francés. Y se ha atrevido a formular una posible respuesta. Está "la forma nacionalista, populista, es decir, culpar siempre a alguien -culpar a Madrid, culpar al capitalismo, culpar a Bruselas, culpar a Washington o culpar a los otros, a los extranjeros y a los musulmanes", apuntó el ex primer ministro. Pero "hay otra respuesta, que es una respuesta abierta, pero al mismo tiempo, de estar orgullosos de lo que somos, y creo que los españoles pueden estar orgullosos de estos cuarenta años de democracia, de su historia, de sus hombres y mujeres de cultura, de su sistema, aunque todo se puede mejorar, por supuesto".

El ex primer ministro de Francia considera que es fundamental que los españoles contesten a esa pregunta para resolver la crisis territorial que se vive en Cataluña y contribuir a la estabilidad del proyecto de la Unión Europea. Es imperativo, ha dicho, construir un relato que sintetice la necesidad de un mundo abierto con la pertenencia a un país, grupo o familia.

"Falta protagonismo de España en Europa", ha lamentado Valls sobre las tensiones políticas, sociales y económicas que recorren el continente. "La necesitamos a España en la crisis que vive Europa", ha continuado. Y ha apuntado que la partida de ese nuevo relato de España en el mundo y para la política debía surgir de lo construido en torno a la Constitución de 1978 y del ejemplo de aquellos líderes de la transición como Adolfo Suárez, Felipe González o incluso José María Aznar, con sus errores que glosó de la guerra de Irak. Valls volvió a martillear también con la idea fuerza de que a España le sobra humildad frente "al complejo de superioridad" de Francia o Estados Unidos, "que es lo mismo y da el mismo resultado".

El propio Valls ha recordado cómo en la década de los sesenta, cuando acudía al colegio en Francia como hijo de emigrantes, decía que su padre era pintor (por artista) y le reprochaban que no asumiera que era en realidad pintor de paredes y que solo unos años más tarde podía presumir sin embargo de ser descendiente de españoles y barceloneses que protagonizaron la movida madrileña, los juegos olímpicos y numerosos éxitos artísticos y deportivos. El político galo ha abogado por un poco más de equilibrio en esa balanza.

El debate también ha contado con la participación de Moisés Naim, escritor y columnista de EL PAÍS; Alan D. Solomont, el ex embajador de Estados Unidos en España y presidente de la Cámara de Comercio España–Estados Unidos; Beatriz Domínguez-Gil, directora de la Organización Nacional de Trasplantes; Rodrigo Cortés, director de cine, y Rafael Moneo, arquitecto. La periodista Marta Fernández ha moderado el debate, que ha presentado Antonio Caño, director de EL PAÍS.

La idea actual de España y el concepto pesimista que los propios españoles tienen de su país y sus gobernantes ha planeado por toda la jornada y se ha dispersado luego durante toda la charla, con distintos enfoques.

“Hoy nuestro problema no está en el exterior”, ha reflexionado el prestigioso arquitecto Rafael Moneo, recién aterrizado tras recibir su último premio internacional en Japón y que ha pedido a los gobiernos autonómicos que tanto han desarrollado España en las últimas cuatro décadas que ahora “disfruten más” de Madrid. “Nuestro problema ahora es que no sabemos cómo vivir juntos”, ha añadido. Y ha subrayado: “España se ha hecho fuerte consiguiendo que en Extremadura crean que lo pueden conseguir todo”.

Reformar los partidos
¿Cómo solucionar ese problema? "Hay que facilitar que la gente se meta en política", ha propuesto como solución Moisés Naim, analista político. "Los partidos son vistos como el hábitat de los oportunistas y los corruptos”, ha descrito. “Hay que revertirlo”, ha pedido. “Tienen que volver a ser el lugar de quienes quieren cambiar el mundo. No es posible la democracia sin fortalecer los partidos políticos". El analista también explicó parte del problema de la España actual en la debilidad de su poder político y de sus gobiernos: "Los españoles han tenido gobiernos débiles, divididos, una política fragmentada y no suficiente poder para tener potencia, España es una potencia inhibida, sin rol importante, coartada".
“España necesita construir un relato acorde con sus méritos”, le ha seguido Alan D. Solomont, que visitó por primera vez los dos países de la península ibérica en 1971 de joven y volvió 40 años después ya como embajador. Solomont ha corroborado así, con su experiencia, que pese a la impresionante evolución de España en ese periodo aún le falta lo que tantos reprochan a Estados Unidos, que se cree y reafirma como la nación más grande.

Los ponentes han coincidido en considerar que los españoles minusvaloran los éxitos comunes y los avances logrados durante los 40 años de democracia. Nadie es más duro con los españoles que los propios españoles, han argumentado.

"En el exterior nos consideran extremadamente preparados, un país lleno de ideas, y admiran nuestra flexibilidad, nuestro gen solucionador", ha recordado Rodrigo Cortés, director de cine que ha labrado una carrera de éxitos en Hollywood. Una imagen que contrasta con la que tienen los españoles de sí mismos, a juicio de Cortés: "Por encima de cualquier cosa, el español es un acomplejado que lo que hace mejor es infravalorar". El cineasta ha tirado incluso de sarcasmo para resumir esa idea: "Aquí se abusa del término tercermundista hasta que salimos fuera y vas a un hospital en Inglaterra o el metro llega tarde solo tres minutos". El director ha propuesto descender de los grandes debates políticos e intelectuales para responsabilizarse cada individuo en hacer lo mejor posible cada trabajo.

"El sistema de transplantes ha ayudado a la sociedad española a creerse que puede brillar", ha celebrado Beatriz Domínguez-Gil, directora de la Organización Nacional de Transplantes. "Pone de manifiesto qué tipo de sociedad somos", ha dicho Domínguez-Gil, que ha puesto a su propia organización como un "ejemplo a exportar de confianza y buena gestión" y que ha remarcado la  buena colaboración entre las autonomías al constatar, por ejemplo, que el 50% de los transplantes de corazón se practican con órganos donados y procedentes de regiones diferentes a las del receptor.
La charla ha acabado con una conclusión aportada también por Manuel Valls cuando ha defendido la obligación de la futura Europa por apostar, "como prioridad de prioridades, por la inversión en educación y cultura".

EL PAÍS ha celebrado así el primer evento del ciclo España 40-40, patrocinado por BBVA, Iberdrola, Iberia, Repsol, Santander y Telefónica, en el que se analizan cuatro décadas de democracia en el país, así como los desafíos que se le plantean. El ciclo de conferencias continuará ahora en Bruselas (18 de diciembre) y Londres (enero) como una oportunidad para reflexionar sobre los 40 años de democracia en España y los retos de futuro que afronta el país.

Las últimas cuatro décadas han permitido a España alcanzar las mayores cotas de desarrollo y bienestar de toda su historia. EL PAÍS ha sido testigo y partícipede esta transformación y quiere conmemorar este aniversario impulsando una conversación, no solo para reflexionar acerca de estos 40 años de democracia, sino también para plantearse cuáles son los retos en las próximas cuatro décadas. Para ello contará con la participación de líderes de opinión del ámbito social, cultural, económico y político que analizarán a través de diversos formatos la dimensión y el papel de España en Europa y en el mundo.


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