20 de noviembre de 2017
El líder de los obispos condena la declaración de independencia y avala el artículo 155
El
líder de los obispos condena la declaración de independencia y avala el
artículo 155
“Los acontecimientos en Cataluña nos preocupan en
medida creciente”, dice el cardenal Blázquez ante el plenario de la CEE
El
cardenal, arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal
Española, Ricardo Blázquez durante la CX Asamblea Plenaria de la Conferencia
Episcopal. LUCA PIERGIOVANNI EFE
"Si alguien dudaba, hoy se acaba la
acusación de equidistancia ante el problema catalán. Los obispos estamos donde
debemos estar". Con esta contundencia entraba esta mañana al salón de
plenos de la Conferencia Episcopal Española(CEE) uno de sus miembros más notables y
respetados. No quiso que se use su nombre pese a hablar ante varios
periodistas. "Escuchad atentos a quien tiene nuestra voz", dijo
eufórico. Cinco minutos después, el líder episcopal, cardenal arzobispo de
Valladolid Ricardo Blázquez, se expresaba, esta vez sin tapujos, contra el
proceso independentista y en favor de la aplicación del artículo 155 de la
Constitución en un largo párrafo de su discurso de apertura de la asamblea de
otoño del episcopado. Dijo Blázquez: "Al comenzar la asamblea plenaria
quiero hacerme eco de los sentimientos que la situación actual suscita en
nosotros. Desde hace algún tiempo el desarrollo de los acontecimientos en
Cataluña nos preocupaba en medida creciente; y nos entristeció la Declaración
Unilateral de Independencia (DUI) del día 27 del pasado mes de octubre.
Significaba la ruptura del orden constitucional que los españoles nos hemos
dado hace cuarenta años". El apartado de esta parte de su discurso llevaba
este título: "Participando en las preocupaciones y esperanzas".
En palabras del cardenal presidente de la
CEE, los obispos juzgan "que la Declaración de ruptura es un hecho grave y
perturbador de la convivencia, que va más allá de las discrepancias entre las
formaciones políticas". Concluyó Blázquez: "La Constitución se gestó,
redactó y fue aprobada en las urnas, como fruto del consenso entre todos. Los
españoles en aquellos años pasamos de la incertidumbre ante el futuro a la
satisfacción porque el deseo ampliamente compartido de reconciliación se había
traducido en una regulación fundamental de nuestra convivencia. La ruptura
reciente nos ha entristecido y preocupado, ya que la Constitución había nacido
con la aspiración de configurar para las generaciones presentes y futuras un
marco general de libertad y respeto en el que cabíamos todos. Es comprensible
que el paso del tiempo y la vitalidad de la sociedad fuera mostrando la
conveniencia de reformar o añadir aspectos nuevos en la Constitución para que
siempre sea actual, pero ella misma indicaba los procedimientos para introducir
los cambios oportunos".
No son pocos los obispos a los que las
palabras de su presidente habrán disgustado. En sus diócesis, señaladamente en
Barcelona, Solsona, Girona y Seo de Urgell, un buen número de sacerdotes,
algunos con mando eclesiástico, abrieron sus iglesias para que se pudiera votar o hacer el recuento de votos en el
referéndum ilegal del pasado 1 de octubre, traficaron con urnas de espaldas a
la policía e hicieron repicar las campañas de sus iglesias. Hubo prelados que anunciaron incluso que acudirían a votar, afirmativamente por supuesto. Esta
mañana, el cardenal presidente de la CEE les ha avinagrado el desayuno. Dijo al
plenario: "La Iglesia, que colaboró eficazmente en la Transición política,
aunque no siempre sea reconocido, desea continuar cumpliendo su misión de
reconciliación y pacificación. El ministerio de los obispos y presbíteros está
al servicio de la comunión eclesial; y, por ello, también de la convivencia
pacífica de los ciudadanos. Nuestra renuncia a la militancia política favorece
que nadie se considere extraño a la comunidad cristiana por opciones
legítimas".
Blázquez también se pronunció sobre la
aplicación del artículo 155 de la Constitución. "Apoyamos el
restablecimiento del orden constitucional, porque es un bien común. La
normalización de la vida social y el correcto funcionamiento de las instituciones
suponen y exigen el respeto de la ley, que regula nuestra convivencia. La
normalización requiere, además, el esfuerzo de todos para que las relaciones
sociales, eclesiales y familiares afectadas negativamente por estos hechos sean
renovadas por el respeto a la libertad de todos, la mutua confianza y la
concordia serena. La Iglesia por su misma naturaleza puede contribuir a la
pacificación personal y social, acentuando particularmente la solidaridad entre
todos y la atención a los pobres. Como suele decir el papa deseamos destruir
muros y tender puentes".
Hace menos de dos meses, el pasado 27 de
septiembre, la comisión permanente de la CEE, que forman cardenales, arzobispos
y los obispos con más peso entre los jerarcas españoles, hasta sumar 22 miembros,
fue acusada en muchos medios de equidistancia ante el problema catalán pese a publicar entonces una llamada
"Nota" expresando preocupación y llamando al diálogo. "En estos
momentos graves, la verdadera solución del conflicto pasa por el recurso al
diálogo desde la verdad y la búsqueda del bien común de todos, como señala la
Doctrina Social de la Iglesia", dijeron. Entonces se buscaba la unanimidad
ante el pronunciamiento. La hubo. Pero aquella actitud meliflua no sirvió para
aplacar a los eclesiásticos clara o veladamente independentistas. Al contrario.
Muchos de sus mandos interpretaron lo dicho en la Casa de la Iglesia católica
en Madrid como una renuncia a entrar en el fondo del asunto, teniendo en cuenta
que la apelación al diálogo era entonces un ejercicio condenado al fracaso e,
incluso, de connivencia con la Generalitat.
La polémica "Nota" advertía que
la crisis se vivía "con gran preocupación en el resto de España",
pero dejaba el juicio final "a los deseos y sentimientos manifestados
recientemente de forma conjunta por los obispos con sede en el territorio de
Cataluña, auténticos representantes de sus diócesis". No se hacía ninguna
referencia (o advertencia) a los prelados y muchos de sus vicarios, además de
cientos de sacerdotes, frailes y diáconos, que se estaban expresando sin
tapujos partidarios del derecho a decidir del pueblo catalán e, incluso, de la
celebración del referéndum.
Esta asamblea de otoño de la CEE tiene una
agenda muy destacada, pero se sabía que Cataluña iba a desplazarla del debate
nacional. Entre otros temas, los obispos estudiarán "la situación de la
Pastoral Educativa en España" y un informe de la subcomisión para la
familia y defensa de la vida "sobre Ideología de género y su traslación a
proyectos educativos". Se trata de temas en los que los obispos chocan con
la mayoría de la sociedad, incluso ante sus fieles. Quizás por eso, el cardenal
Blázquez subrayó ayer el papel de su confesión en la Transición. "Dijo:
"Suárez pidió que se pusiera como epitafio en su sepulcro: 'La concordia
fue posible'. Estamos convencidos de que también hoy es posible la convivencia
en la diversidad. Como entonces el diálogo de los ciudadanos y en las instituciones
será un impulso renovado para continuar construyendo una sociedad en paz, en
libertad y en justicia".
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