14 de noviembre de 2017
Exteriores pidió explicaciones al embajador ruso por las injerencias en la crisis catalana
Exteriores pidió explicaciones al embajador ruso
por las injerencias en la crisis catalana
Korchagin negó
cualquier implicación del Kremlin y tachó las informaciones de
"invención"
Madrid 14 NOV 2017 - 07:51 BRST
El Ministerio de Asuntos Exteriores preguntó hace dos semanas al
embajador de la Federación Rusa en Madrid, Yuri Korchagin, por las informaciones que apuntan a una
injerencia de hackers al servicio del Kremlin
en el conflicto catalán, según fuentes gubernamentales.
El diplomático ruso, con una dilatada experiencia, aseguró desconocer el
asunto y se comprometió a preguntar a Moscú. Dos días después, Korchagin
trasladó al Ministerio de Asuntos Exteriores que esas noticias carecían de
cualquier fundamento y las atribuyo a una invención de medios de comunicación
españoles, en alusión a EL PAÍS.
La misma versión ofreció Korchagin en su intervención en un seminario
organizado por el Instituto de Cuestiones
Internacionales y Política Exterior (INCIPE), a principios de la
semana pasada, y también el viernes último a través de un tuit de la Embajada
rusa que calificaba de “burbuja” la intervención de una “mano rusa” en
Cataluña.
La gestión con el embajador ruso en Madrid ha sido la única realizada
hasta este lunes por el Gobierno ante una injerencia de la que “hay informes
bastante contrastados”, en palabras del jefe de la diplomacia española, Alfonso
Dastis. No fue, matizaron las mismas fuentes, una protesta ni una queja formal,
pero sí una primera petición de explicaciones.
Ante la acumulación de indicios sobre la actuación de los servicios
rusos, el Gobierno ha decidido dar un paso más pero, en vez de hacerlo en
solitario, ha preferido ir de la mano de la UE, alegando que no se trata de un
problema exclusivamente español, ya que el verdadero objetivo de
Moscú nos es dañar a España sino desestabilizar a la Unión.
Ha aprovechado para ello que el orden del día del Consejo había un punto
dedicado a "comunicaciones estratégicas", en el que España guardaba
tradicionalmente silencio. Contaba con granjearse el apoyo no solo de los
países del Este, tradicionalmente receleosos de Moscú, sino también de Francia
o Alemania, que han visto como los medios en la órbita del Gobierno ruso
intentaban influir en sus campañas electorales mediante la difusión de
filtraciones interesadas o noticias abiertamente falsas.
Fuentes gubernamentales subrayan que, si hasta ahora las interferencias
de Moscú en el conflicto catalán han podido tener un efecto muy limitado, su
contunidad puede acarrear consecuencias mucho más graves ante la inminencia de
las elecciones autonómicas del 21 de diciembre.
Aunque en público evita acusar directamente al Kremlin –la ministra
María Dolores de Cospedal solo dijo que las acciones de desinformación
"vienen de territorio ruso y algunas otras también
replicadas desde territorio venezolano"--, el Gobierno español
no tiene duda de que los ataques están orquestados desde el entorno de los
servicios secretos, controlados por Putin. La paradoja es que España es uno de
los países europeos más favorables a Rusia, por quien ha terciado en el seno de
la UE frente a la beligerancia de otros socios, y que la posición oficial de
Moscú ante el conflicto catalán ha sido de apoyo expreso a la unidad de España.
“Los rusos son maestros en el doble juego y ante la posibilidad de crear
problemas a la UE la amistad con España queda en segundo plano”, advierte un
experto.
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