28 de junio de 2008

España, ni confesional ni laicista

ABC - 28/6/2008

España, ni confesional ni laicista

POR JORGE TRÍAS SAGNIER
Andrés Ollero, que se esfuerza enseñando a sus alumnos a distinguir entre laicismo y laicidad, me envió hace unos días una carta pastoral del cardenal Martínez Sistach que viene a cuento ahora que, aprovechando el griterío, Peces Barba, catedrático de Filosofía del Derecho como Ollero, se empeña en convencernos que España es un estado laico o, mejor dicho, laicista. Resulta sorprendente que uno de los cocineros de la Constitución de 1978 se empeñe en leer, y que leamos, alguno de sus preceptos al revés de lo que dicen. A otro brillante cocinero constitucional, Herrero de Miñón, también se le iba la olla cuando interpretaba la disposición adicional de los derechos históricos y la aplicaba al País Vasco.
La Constitución dice lo que dice y el cardenal Sistach nos lo recuerda: España es aconfesional pero no laica. En 1978 lo que ocurrió fue que se rompió con la tradicional concepción de la confesionalidad o la laicidad del Estado como representaciones pendulares de la actitud del Estado ante el fenómeno religioso. Y la Constitución, según el cardenal catalán, afirma que el derecho fundamental de libertad religiosa debe informar la actividad del Estado en esta materia. Sistach, que no suele dar puntadas sin hilo, acierta cuando concluye que «la laicidad del sistema constitucional español es una laicidad positiva y abierta».
Pues eso: laicidad positiva y abierta que dista mucho de ese laicismo con el que Peces Barba pretende atragantarnos. Si el Gobierno quiere reformar la Ley de Libertad Religiosa para adecuarla a nuestro tiempo, no creo que sea la Iglesia católica la que se oponga. Hay una escuela muy doctrinaria, pero rigurosa desde el punto de vista jurídico, que siempre se ha ocupado de los «asuntos religiosos» con el socialismo en el poder: Dionisio Llamazares, Gustavo Suárez Pertierra y, ahora, quizás su alumno más aventajado y disciplinado, José María Contreras. Ellos saben mejor que nadie que España, es cierto, no es un Estado confesional. Pero tampoco laicista.