España cree que el fin de las sanciones a Cuba favorecerá los cambios en la isla
EFE. Zapatero bromea con el primer ministro húngaro, Ferenc Gyurcsàny, segundos antes de la foto de familia de la cumbre europea
LUIS AYLLÓN. ENVIADO ESPECIAL. BRUSELAS
Los ministros de Asuntos Exteriores de los Veintisiete acordaron anoche en una cena en Bruselas suprimir de manera definitiva las medidas sancionadoras adoptadas contra Cuba por la Unión Europea en la primavera de 2003, como respuesta a la detención de 75 disidentes. El Gobierno español —principal valedor desde hace tiempo de la idea de acabar con unas sanciones que estaban ya en suspenso desde 2005— cree que eso favorecerá los cambios que tímidamente se apuntan en la isla.
Ayer, España tuvo que emplearse a fondo para despejar los obstáculos derivados de la petición que el lunes hizo la Cancillería alemana de aplazar la decisión hasta este Consejo Europeo. La sorpresiva actitud alemana —que puso en peligro la iniciativa española— pudo tener su origen en las discrepancias existentes en el seno del Gobierno germano entre los socialdemócratas, que con el ministro de Exteriores, Frank-Walter Stenmeier, siempre se mostraron favorables a suprimir las medidas, y los democristianos de la canciller Angela Merkel, que reclamaron cambios en el lenguaje para que quede más claro que no se trata de un cheque en blanco al régimen castrista.
A las reservas alemanas se unían las de checos y suecos que buscaban una redacción que reflejara mejor sus posiciones, más exigentes con la dictadura castrista. El ministro sueco de Exteriores, Carl Bildt, ironizó sobre lo que pasa en la isla: «Algunos han detectado grandes cambios. Mi microscopio no es lo suficientemente grande como para ver esos cambios». Y su colega checo, Karel Schwarzenberg. dijo que «Cuba debe moverse en la cuestión de los derechos humanos».
La piedra de la última discusión —finalmente superada— estaba en la forma de expresar que dentro de un año se evaluarán los resultados de esta decisión por la que la UE, junto al fin de las medidas de 2003, ofrece un diálogo a las autoridades castristas que incluya los derechos humanos, insiste en pedir la libertad de los presos políticos y expresa la disposición al contacto con toda la sociedad cubana —lo que incluye a los disidentes—, tal y como se recoge en la posición común de la Unión sobre Cuba, vigente desde 1996.
Moratinos, muy satisfecho
El ministro español de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, que en abril, en una visita a La Habana, acordó un mecanismo de diálogo sobre derechos humanos de su Gobierno con el régimen castrista, se mostraba anoche enormemente satisfecho y confiaba en una respuesta positiva de los dirigentes cubanos, que siempre han exigido la supresión de las sanciones para comenzar a dialogar.
Tan entusiasmado estaba Moratinos por el éxito de lo que ha sido un empeño suyo muy personal, que llegó a expresar su deseo que, a partir de ahora, se puedan dar pasos que permitan acabar con «la falta de confianza y «superar la posición común para llegar a un acuerdo de asociación de la UE con Cuba» durante la presidencia española de la UE en 2010. El Gobierno precisó después que el ministro quiso decir «acuerdo de cooperación», un objetivo mucho más modesto.